Que Sánchez rectifique sus alianzas

Pedro Sánchez ha aconsejado públicamente a Alberto Núñez Feijóo: «Que rectifique sus alianzas con Vox». El presidente del Partido Popular no le ha contestado, pero podía haberlo hecho de forma concluyente: «Aunque Vox respeta la Constitución, yo estaría dispuesto a considerar mis alianzas con ese partido, después de que tú, Pedro Sánchez, rectifiques tus alianzas con Sumar y sus quince agrupaciones, entre ellas la comunista Izquierda Unida. Estaría dispuesto a considerar mis alianzas si previamente, señor Sánchez, suspendes tu pacto con Bildu, partido, además de separatista, proetarra, que todavía no ha pedido perdón por los crímenes de ETA, que se suma y a veces organiza homenajes públicos a los presos etarras y que, incluso con delitos de sangre, los instala en las listas electorales».

Feijóo podría considerar su relación con Vox, si Pedro Sánchez rectifica antes sus alianzas con la extrema izquierda secesionista de ERC y con el partido derechista Junts, conducido por un prófugo golpista, Carlos Puigdemont, que somete al Gobierno sanchista a un continuo y demoledor chantaje. A esa solicitud pública de que Alberto Núñez Feijóo rectifique sus alianzas con Vox, podría replicar el dirigente popular exigiendo que Sánchez quiebre también sus acuerdos con Sumar, Partido Comunista, Izquierda Unida, ERC, Bildu y Junts, añadiendo además el PNV por su exigencia anticonstitucional de quebrar la unidad de España.

Alberto Núñez Feijóo no puede dejar que le ganen el relato. Hay que expeler el cinismo elevado al cubo de Pedro Sánchez, que exige romper las alianzas del PP con Vox, cuando el PSOE sanchista las mantiene con los proetarras de Bildu, con los secesionistas de ERC, Junts y PNV, y con la extrema izquierda de Sumar donde la comunista Yolanda Díaz Iscariote apacienta un copioso rebaño en el que destacan Izquierda Unida y el Partido Comunista.

Felipe González pudo llevar adelante una quinta legislatura si hubiera aceptado la alianza con Julio Anguita. Pero consideró que el PSOE democrático no podía aliarse con el Partido Comunista, totalitario de extrema izquierda, y abrió las puertas de Moncloa a José María Aznar, presidente del partido más votado en las elecciones generales.