Al portador

La revolución triunfante del euro

«El euro, del que se cumplen 25 años, es lo mejor que le ha ocurrido a España y a su economía en muchos siglos»

Claudio Magris, premio Príncipe de Asturias de las Letras (2004), también recibió de manos de don Felipe, en noviembre de 2016, el premio Cuco Cerecedo, que concede la Asociación de Periodistas Europeos (APE). Aquel día, en el hotel Ritz de Madrid, el escritor italiano hizo su propio canto europeísta, quizá uno de los más prácticos y humanos que se puedan hacer. «Tras la lengua –dijo–, la moneda es el elemento que más contribuye a hacernos sentir más cercanos o desplazados». Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), aficionada a las citas cultas, quizá debería grabar la del italiano en el frontispicio de la sede de la institución en Francia o proponer que figure en los billetes de euro. Si en los dólares se lee «In God we trust», «en Dios confiamos», acaso como una garantía última, en los del euro no desentonaría una adaptación de la frase de Magris.

El euro, como moneda de curso legal para once estados de la Unión Europea, entró en vigor el 1 de enero de 1999, hace ahora justo 25 años, aunque su aniversario ha pasado algo inadvertido, quizá porque las monedas y los billetes solo empezaron a circular el 1 de enero de 2002. No obstante, todas las transacciones estaban denominadas en euros desde el principio y las monedas nacionales pasaron a tener un cambio fijo e inmutable. Fue una de las revoluciones más trascendentes y de mayor alcance de la historia, hasta el punto de que ahora es la moneda de 350 millones de personas en 20 países. Otra vez, los árboles no han dejado ver el bosque. En España, por ejemplo, también porque le interesa al PSOE, el pelele de Sánchez golpeado por descerebrados ultras, ha concitado más atención. En Francia, Macron tiene su líos y en Alemania anuncian medidas impopulares –pero necesarias– de ajuste. El euro, sin embargo, es la historia de un éxito casi inimaginable y lo mejor que le ha ocurrido a España y a su economía en muchos siglos. Él, por ejemplo, impidió que España, en la Gran Recesión y en la Pandemia, se precipitara por el abismo de políticas populistas –soñadas por algunos, más de izquierdas que de derechas, pero de ambos lados– que hubieran conducido a la hiperinflación y a la miseria. El euro es estabilidad y bienestar y el elemento que hace que nos sintamos cercanos, como percibió Magris.