Al portador

Sánchez pasea por el infierno y sueña

«El presidente encaja críticas, pero gana tiempo y, cómo último recurso, baraja la baza republicano-constituyente»

Winston Churchill (1874-1965), con más conchas políticas que un galápago, recomendaba que «si estás atravesando el infierno, no te detengas». También explicaba que «el éxito no es definitivo; el fracaso no es fatal: lo que cuenta es el valor para continuar». Pedro Sánchez, desde luego, demuestra que tiene valor y que corre para salir cuanto antes del infierno político que ahora atraviesa. Ayer, con su previsible comparecencia parlamentaria, creyó ver la salida a su travesía por el averno. Quizá sea un sueño, pero el presidente, que también en el Parlamento escucha a quien quiere, presume de político «recto» y «limpio». Dice que se planteó dimitir, aunque no es fácil creerle, pero que decidió seguir en La Moncloa, en donde está atrincherado. El líder del PSOE acudió al Congreso de los Diputados, más o menos a regañadientes, pero como tantas otras veces, convencido de que podía convertir la adversidad en una oportunidad. Sánchez intentó convertir lo que era una falsa moción de confianza encubierta en un ataque frontal a Núñez Feijóo y al PP, mientras orillaba, casi como anecdótica, su relación con sus compañeros del Peugeot, Ábalos, Cerdán y Koldo. Sabía que sus socios de Gobierno y quienes le apoyan en el parlamento le certificarían, pero que arremeterían todavía más contra el PP y que, al final, le garantizarían que seguirá en La Moncloa. Es cierto que el «indepe» Rufián advirtió que «si esto escala le vamos a pedir a la gente que decida» y que la peneuvista Maribel Vaquero le advirtió que «no va desnudo, va con una hoja de parra», pero también que le animaron a pasar a la ofensiva contra «la derecha y la extrema derecha». Todo según el guion que esperaba y deseaba Sánchez, incluidos los improperios de Ione Belarra, el cierre de filas –patético– de Yolanda Díaz y las advertencias de Miriam Nogueras. El precio del alquiler de La Moncloa sube, como en todo el país, nada más. Feijóo, reforzado tras el Congreso del PP, estuvo contundente, incluso más que otras veces, pero eso no lo saca de la oposición. Sánchez sigue y, si fuera necesario, estaría dispuesto a jugar, en el último momento, la baza republicano-constituyente. Otro sueño. Ahora intenta no detenerse mientras atraviesa el infierno, como decía Churchill.