Sin Perdón

Sánchez, a la política se viene llorado

«Es otra sobreactuación del presidente que busca movilizar el alicaído voto de la izquierda»

Esta nueva etapa victimista de Sánchez me tiene fascinado. Hace tiempo que le conozco y sigo con enorme interés su evolución. Nunca le he menospreciado como hacían sus actuales aliados políticos y mediáticos. Por supuesto, nadie alcanza la presidencia del Gobierno sin estar dotado de habilidades notables. Ahora hemos descubierto su capacidad para el teatro. No es Fernando Fernán Gómez o Adolfo Marsillach, pero hubiera hecho un papel digno en el instituto interpretando algún personaje como Ricardo III de Shakespeare. Hay una norma que tiene que asumir cualquier político y es que a la política se viene llorado. Ahora ha dado un giro trumpista siguiendo los pasos del expresidente estadounidense y ha decidido quejarse de que los medios de comunicación ni le quieren ni le entienden. Le sucede lo mismo que a Pablo Iglesias o Santiago Abascal. En el caso de Sánchez es llamativo porque se lo debe todo a su tenacidad y al firme apoyo de los medios de comunicación. El PP sufrió un acoso político con la corrupción que no tiene parangón con lo que vivió González, cuyo gobierno y partido protagonizaron los mayores escándalos desde la Transición. No solo económicos, sino políticos y morales.

No entiendo muy bien las quejas de Sánchez y mucho menos que haya decidido alardear de su indiferencia a los medios de comunicación que no eran gubernamentales. Sin ninguna autocrítica ha decidido que el problema es que no somos palmeros o voceadores de su maravillosa gestión. Somos malos por hablar del sanchismo, aunque hacíamos lo mismo con el felipismo, el aznarismo, el zapaterismo o el marianismo. La técnica de «Calimero» es un clásico. Es un síndrome curioso basado en que se recibe un trato injusto. En este caso es otra sobreactuación del presidente que busca movilizar el alicaído voto de la izquierda. El mundo era injusto para el pollito negro con medio cascaron en la cabeza que protagonizaba la famosa serie de dibujos animados. A lo mejor debería reflexionar, al igual que Trump, Iglesias y Abascal, que despreciar a los medios que no le hacen la pelota no es una buena estrategia.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)