Sin Perdón

Sánchez, un presidente en tierra inestable

La traición en los aliados de Sánchez es algo consustancial. Es una alianza formada por el interés, en unos casos, y la necesidad, en el resto

Sánchez ha escrito un libro cuyo interés es incuestionable, porque permite conocerle mejor, así como sus intenciones y su agenda radical. Es curioso porque siempre fue un socialista liberal, como decían sus amigos, y un defensor del bipartidismo imperfecto que tan positivo ha sido para el desarrollo político, social y económico desde la Transición hasta la inestabilidad que sufrimos desde 2015. El título «Tierra firme» (Península) es curioso para un presidente que ha estado en tierra inestable desde que asumió el cargo. Cada nuevo mandato es más complicado y difícil, aunque es cierto que consigue avanzar a un coste enorme. Es el escenario resultante de las elecciones, de un pernicioso sistema partitocrático, de las tensiones provocadas por los populismos y de la imposibilidad de alcanzar acuerdos entre los dos grandes partidos constitucionalistas. Tras la lectura del libro, esto último es imposible, porque no he encontrado un ejercicio de generosidad tras haber conseguido revalidar la presidencia y ganas de entendimiento con Feijóo.

Ha decidido construir un muro que creo que le llevará a la derrota final. En este sentido, utilizando la terminología militar, ha ganado la batalla de Borodino, como le sucedió a Napoleón, pero no la guerra. Por cierto, el Napoleón de Ridley Scott es un bodrio histórico. Tanta ignorancia es abrumadora. La traición en los aliados de Sánchez es algo consustancial. Es una alianza formada por el interés, en unos casos, y la necesidad, en el resto. La única tierra firme que tiene está en el metaverso que le pueden organizar los Migueles y sus socios mediáticos y políticos, que fueron sus mayores detractores hasta que alcanzó la presidencia. Por una parte, tiene el enorme desgaste de la amnistía y las mesas negociadoras con los independentistas, incluida la humillación de los mediadores o relatores. La oposición controla el Senado, numerosas autonomías y ayuntamientos, así como el mayor grupo en el Congreso. Hace mal en desdeñar a sus adversarios. No menos importante es el rechazo popular. A ello tiene que añadir los factores incontrolables que surgen en cualquier legislatura. No parece que transite por una tierra firme.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).