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Insensateces

Stendhal

La imagen de un bisabuelo con su biznieto es todo lo que está bien en el mundo

Lo de hoy es un stendhalazo y de los gordos. Lo del stendhalazo es la forma coloquial para referirse al Síndrome de Stendhal, esa reacción emocional y física, muy intensa, que una persona experimenta ante la belleza de una obra de arte, de un paisaje, incluso de un edificio bonito. Pero a Stendhal, que fue un francés que casi se desmaya al contemplar la Basílica de la Santa Cruz en Florencia, se le olvidó que esa emoción también la puede provocar la estampa de dos seres humanos que se conocen por primera vez.

El otro día vi un video en Instagram de una nieta, Olivia, que colgaba una escena en sus redes de uno de esos momentos de piel. De esos videos que se salen de toda madre, de todas las tontunas de las influencers que son un millón, que ganan millones pero que, en general, no aportan ni un centimito.

Por primera vez, en El Puerto de la Cruz en Tenerife, se han visto un bisabuelo y su biznieto. Al yayo le daba miedo coger al crío pero, la nieta, la mamá del nene, estaba empeñada en ese instante, como si supiera que la conjunción tendría un resultado mágico.

El bisabuelo no podía apartar sus ojos del niño. No, no, no lo quiero coger. Y Olivia le puso al nene en su regazo. En medio de esos nervios, sucedió. Muy tieso, como intentando no moverse para no molestar al bebé. Pero embelesado.

Y ahí, con su gorrita, con esa pinta tan elegantona de los abuelos que nunca cambian de vestuario. Da igual que sea invierno o verano, que jamás se cambia de vestuario. Para no perder ese calorcito tan amable que tienen los mayores, que tienen los brazos de los mayores. Y ahí estuvo un rato, diciendo en voz alta que no había visto nada tan bonito en su vida, que no había visto una carita tan linda nunca jamás.

La imagen de un bisabuelo con su biznieto es todo lo que está bien en el mundo. Tantos años sobrevividos, tantas generaciones unidos, tanto futuro por llegar. Y tantas fotos en la memoria de ese señor que se van a ir con él.

La emoción de ese hombre es, sin duda, una obra de arte.