La situación

El sueño envenenado del PP

«Una salpicadura de Puigdemont provocaría que el traje de Feijóo dejase de ser impecable»

Es probable que estos días las gentes que toman decisiones importantes en el PP saliven más de lo conveniente. Es cierto que el partido de Puigdemont les ha puesto un caramelo en la boca, desde que la portavoz del prófugo en el Congreso le dijo a Pedro Sánchez que «habría que hablar menos de cambios de horario, y empezar a hablar, señor presidente, de la hora del cambio». «Señor presidente», recalcó Míriam Nogueras, para que no quedara la duda entre ellos.

De inmediato se removieron, inquietos, los jugos gástricos de la cúpula popular, impacientes, como están, por provocar la demolición de la estructura de poder sanchista. O, dicho de otra forma, por el ansia de llevar a Feijóo a La Moncloa.

Es natural que el partido que está en la oposición tenga el deseo de alcanzar el poder. El problema no es lo que se desea, sino cómo pretende conseguirlo. Y desde la moción de censura de 2018, los populares –con buenos motivos– han acusado al PSOE de «apoyarse en el golpista» Puigdemont. Si convenimos en que, salvo unas elecciones generales, la única fórmula para cambiar al inquilino de La Moncloa sería una moción de censura apoyada por PP, Vox y Junts, la acusación de «apoyarse en el golpista» recaería de inmediato sobre Feijóo, por mucho que justificase la moción como medio no para ocupar el poder, sino para convocar a los españoles a las urnas al día siguiente (eso prometió Sánchez en 2018, y no lo cumplió hasta 2019, al no aprobar los presupuestos).

Una salpicadura de Puigdemont provocaría que el traje de Feijóo dejase de ser impecable. La mácula quedaría indeleble en su historial político. Es cierto que el tiempo pasa, y todo tiende al olvido. Pero, por las dudas, convendrá recordar que Puigdemont fue aquel presidente de la Generalitat que promovió las leyes de desconexión, que convocó un referéndum ilegal de independencia, que proclamó la independencia de Cataluña –aunque fuera durante ocho segundos–, y que desde que se fugó no ha hecho otra cosa que denigrar y vilipendiar a España en el extranjero. Es por si alguien no se acuerda.