
Editorial
Sánchez activa el modo electoral
Ha vuelto el Sánchez en estado puro, rudo, ácido, mitinero, insolente, con su indumentaria de trinchera, el Pedro Sánchez mitinero, que vuelve a usar el comodín de Carlos Mazón y la dana

Ha vuelto. El Pedro Sánchez demagógico, populista y electoralista. Y ha vuelto jugando en casa, en un atril rodeado de sumisos seguidores incondicionales, fetichistas, adeptos irreductibles, admiradores socialistas de la nueva era, simpatizantes seguidistas que ya han sobrepasado la línea que marca el sentimiento político por un proselitismo incondicional, que se acerca más al forofismo de un hincha de fútbol que, pase lo que pase, no va a cambiar de camiseta ni faltar a su pasión. Sánchez ha vuelto a deslumbrar a sus acólitos con su sombría luz, que oscurece el aura presidencial al mismo ritmo que empequeñece el futuro electoral del PSOE.
Ayer, en un tono mitinero propio de un cierre de campaña electoral, el presidente cargó contra «los recortes, mala gestión y mentiras» del PP como si en todo lo que está pasando a su alrededor estuviera involucrado el primer partido de la oposición, al que le reprocha que «no haya nadie al volante», ni al frente del partido ni en sus gobiernos autonómicos. Ha vuelto el Sánchez en estado puro, rudo, ácido, mitinero, insolente, con su indumentaria de trinchera –camisa azul oscuro, cazadora de cuero y pantalones vaqueros–, el Pedro Sánchez mitinero, que vuelve a usar el comodín de Carlos Mazón y la dana.
Jaleado por una buena representación de su Gobierno y de su partido, Sánchez lideró unas jornadas socialistas que marcan el comienzo de un nuevo ciclo electoral. Las arengas a los suyos, con un discurso de acoso y derribo a los dirigentes populares, marcan la línea que le han señalado sus gurús. Y por eso espolea la idea de que el liderazgo de Núñez Feijóo pende de un hilo. «No es jefe de la oposición ni jefe de su partido porque no quiere. Porque, claro, Ayuso y su insumisión a cumplir con las leyes, Moreno Bonilla con sus cribados, Mañueco con sus incendios, Mazón, en fin... y podría seguir. ¿Y Feijóo? ¿Alguien sabe dónde está Feijóo? Al frente del PP no hay nadie al volante».
Unas frases que delimitan las oraciones subordinadas que van a resonar de aquí al adelanto electoral que se barrunta si Junts cumple sus amenazas. En León ha quedado meridianamente claro –por si todavía quedaba alguna duda– que el PSOE se ha sometido a imagen y semejanza de un líder que tiene claro que el PSOE «soy yo» y, por eso, ataca al líder de la oposición, porque sabe que será su única oportunidad ante las urnas, el desprestigio del rival para recuperar todos los votos posibles que estén barajando cambiar de acera, que son muchos. «Desde que yo soy presidente del Gobierno, el único cambio real que ha propuesto el PP ha sido cambiar a su líder. Ya van tres. Y, por cierto, cada vez peor. Está por ver quién será el siguiente. O la siguiente...». Una última andanada que trasluce un miedo cerval a saber el resultado del juicio electoral que viene.
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