Baloncesto

Apuntes
Kirk defendía la familia tradicional y la vida del no nacido, era, pues, un peligroso fascista
En la emisora progre por excelencia de los Estados Unidos, la MSNBC, un tipejo cuyo nombre no he querido buscar, justificaba el asesinato de Charlie Kirk en que «si dices cosas horribles, lo que puedes esperar es que te pasen cosas horribles», como que te peguen un tiro en el cuello con una bala de un calibre para matar jabalíes. Si repasan la biografía de la víctima, un joven padre de Arizona convertido en referente de la América más tradicional, aunque protestante casado con una católica, y escuchan algunas de sus intervenciones –como explicaba hace poco Arturo Pérez Reverte, en sus manos tienen una máquina maravillosa, el móvil, que pone al alcance de cualquiera dos mil años de cultura y todo el ancho y largo mundo–, descubrirán que las «cosas horribles» que decía Kirk no eran, precisamente, llamamientos a nuevos holocaustos ni apelaciones a la destrucción de la democracia, sino la reivindicación pura y simple del matrimonio, la maternidad, el pausar la carrera profesional para favorecer la crianza de los hijos, la búsqueda de la independencia económica, que, a su juicio, no era lo mismo que la obsesión por el dinero; la defensa de la vida desde el primer momento de la concepción, la igualdad entre hombres y mujeres desde la aceptación de las diferencias biológicas y psicológicas, amén de criticar la intolerancia «woke» y el circo de las minorías auto victimizadas. Es decir, lo que hasta no hace mucho era la norma generalmente aceptada en el modelo social occidental, hasta que el capitalismo salvaje, una vez derrotado el marxismo, propagó el progresismo de izquierdas para seguir explotando a las clases medias y trabajadoras. No es lo mismo joderle el sueldo a un padre de familia con tres o cuatro hijos, que se va a revolver sí o sí, que a un adolescente tardío de 45 años, con tres relaciones fallidas y sin más objetivo que la próxima salida, barata, de fin de semana, a ver si pilla otro fracaso más.
Que a Kirk le gustara Trump sólo demuestra hasta qué punto de desesperación ha llevado a los conservadores de toda la vida esa izquierda exquisita y chorra que ha pactado con la oligarquía y que sigue a pies juntillas el modelo de vida de unos medios de comunicación, no todos, claro, propiedad de millonarios y de grandes corporaciones que son profundamente capitalistas en lo que se refiere a las cosas de cintura para arriba, pero liberales extremos en lo que se trata de cintura para abajo, que es mucho más rentable tener «entretenido» al personal que tener que pagarle un sueldo decente, no vaya a ser que le dé por formar una familia como al joven Kirk y nos salgan respondones los obreros, esos que se cargan el planeta cuando cogen el coche para ir a comerse una paella al campo y que ponen de los nervios a la comisaria Teresa Ribera.
Y no es cuestión de expurgar en el asesino, un chico de 22 años, de familia tradicional mormona, al que no consiguieron enseñar que en el mundo existen dos tipos de fascismos: el fascismo y el antifascismo. Se creyó a los propagandistas de este último fascismo, consideró que una persona como Kirk, que defendía ideas que no le gustaban, no tenía derecho a la vida y el acceso libre a las armas en Estados Unidos completó el cóctel mortal. Nada más peligroso que un sectario de nuevo cuño con un fusil de largo alcance.
Baloncesto
Apuntes para una falsa polémica