
A pesar del...
¿Tú también, Bruno?
«El dinero de los europeos no puede dormir». Como comprenderá usted, nuestro Gobierno, impulsor del Laboratorio de Competitividad, no puede estar más satisfecho.
Los bulos intervencionistas pueden estar un tiempo adormecidos, y después salir a la luz con renovados bríos empobrecedores –véase la irresponsable guerra arancelaria de Donald Trump. Hace pocos días El País informó: «España y otros seis países de la UE lanzan un plan para avanzar en el mercado de capitales a varias velocidades, que ayude a financiar las inversiones de la transición verde, digital y el gasto en defensa». Cada vez que le hablen a usted, señora, de «avanzar», cuide su cartera.
Se trataba del pomposo Laboratorio de Competitividad, cuyo «primer proyecto es la creación de un producto de ahorro paneuropeo que permita canalizar ese dinero hacia el crédito», para «integrar» el mercado de capitales y, ojo, «evitar que cada año salgan de la UE en torno a 300.000 millones en ahorros en busca de rentabilidad». Ahí exclamé: «¿Tú también, Bruno?».
En efecto, esta iniciativa reaccionaria se le ocurrió hace un año a Bruno Le Maire, que eran entonces ministro de Economía y varios asuntos más, entre ellos, que tiene guasa la cosa, «Soberanía Digital». No se crea usted, señora, que es de izquierdas, nada de eso, es hombre del centroderecha moderado y estupendo de Europa. Y estaba preocupado porque resulta que los europeos tienen la manía de decidir qué hacen con su dinero, me refiero a qué hacen con la mitad del dinero que les queda después de que los solidarios Estados les usurpen la otra mitad.
Y eso le parecía fatal al moderado derechista galo, que propuso la creación de «un producto de ahorro europeo». Dirá usted: ¿y para qué? Después de todo, existe el mercado, la banca, los fondos de pensiones, y toda clase de vehículos de inversión.
Ah, no, señora, claro que no. Eso le parecía muy mal a don Bruno, cuya benévola aspiración era «movilizar a los capitales privados al servicio del crecimiento». Y para eso no pueden los ciudadanos decidir libremente, y habrá que manejarlos, por ejemplo, con incentivos fiscales, que pagarán finalmente ellos mismos. Porque es que no saben, los pobres, qué hacer con su dinero. Y así anticipó Bruno Le Maire los actuales proyectos de los políticos y burócratas de la UE: «El dinero de los europeos no puede dormir». Como comprenderá usted, nuestro Gobierno, impulsor del Laboratorio de Competitividad, no puede estar más satisfecho.
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