Unión bancaria

El núcleo de una unión política

La crisis multifacética que actualmente está sacudiendo a los países europeos y las soluciones ideadas por las instituciones europeas han dado, irónicamente, un nuevo impulso al debate sobre la «unión política». Esta frase no aparece en las conclusiones de la reunión del Consejo Europeo celebrada en junio de 2012, pero se presenta frecuentemente como un objetivo a alcanzar en el medio plazo. Es importante profundizar en este debate en torno a varias ideas clave de cara a las elecciones europeas de 2014.

La acalorada discusión sobre los proyectos de una unión presupuestaria, una unión económica y una unión bancaria permite recordarnos que precisamente el ejercicio común de determinadas competencias es el asunto central sobre el que se deben sustentar los debates sobre la unión política, y que deben ponerse en perspectiva del necesario establecimiento de un estado estable y próspero de la Unión Europea Monetaria.

Hay que destacar que la unión política es ya una realidad europea, aunque incompleta y que necesita ser ampliada, al igual que la Federación de estados-nación dentro de la UE. Esta «unión política europea» se basa en tres factores: los estados miembros de la UE han decidido ejercer juntos ciertas responsabilidades y con este fin se han creado instituciones comunes que actúan bajo la supervisión de los ciudadanos. Esta unión política se enfrenta a un momento crucial en junio de 2014 cuando se celebren las elecciones al nuevo Parlamento Europeo, pero para ese momento también se deberá asegurar una elección más democrática del presidente de la Comisión. Con esta perspectiva, los partidos políticos deberían empezar a seleccionar a sus candidatos y preparar sus agendas y plataformas electorales.

La crisis de la zona euro ya ha conseguido avanzar hacia la unión política europea con el fortalecimiento de la solidaridad y la supervisión de la UE con ejemplos como el Mecanismo Europeo de Estabilidad o el Pacto Fiscal. Todos los países de la Unión Europea no han tomado parte de este progreso, pero aquellos que estén interesados podrían ser involucrados sin que nadie se lo impida. Más allá de la crisis actual, de lo que se trata es de organizar mejor nuestra unidad en la diversidad para que los europeos puedan responder juntos a una buena parte de sus desafíos internos y externos. En cada caso, el establecimiento de un mecanismo de soberanía compartida que sea a la vez eficaz y legítimo, una mejora en el «federalismo funcional» que ya opera en la UE, es la forma más segura de lograr este objetivo. El modo para combinar la eficiencia y la legitimidad debería llevar, a su vez, hacia la «diferenciación» dentro de la UE, como en el pasado ocurrió con Schengen y el euro. Así, la UEM debería implementarse mediante un procedimiento de cooperación reforzada, es decir sobre la base de los tratados actuales, a fin de garantizar una mayor complementariedad con el actual funcionamiento de la UE de los Veintisiete.

La coyuntura actual ha confirmado la interdependencia económica, financiera y política de los países de la zona euro y los empuja a trabajar de un modo que fortalezca y salvaguarde esta unión. Esto nos recuerda que la pertenencia a la zona euro se basa en una serie de derechos y deberes específicos que van desde la disciplina a la solidaridad que permiten a la zona euro aparecer como el núcleo de una mayor integración, fundamentada, a su vez, en continuos mecanismos de solidaridad y de control, como son la creación de una supervisión europea de los bancos bajo los auspicios del Banco Central Europeo, la ampliación de los fondos de rescate a las entidades financieras, una mutualización parcial de la deuda soberana de los países de la zona euro y un mayor fortalecimiento de las competencias de la Comisión en materia de control, además de una mejora de la coordinación europea de las políticas económicas y sociales a través de incentivos financieros ofrecidos a los Estados miembros dentro de un marco contractual.

Las cumbres de la zona euro se realizan para acordar las líneas maestras que deben adoptar los países miembros y para tomar las decisiones en tiempos de crisis. La Comisión debe desempeñar su papel plenamente y definir dichas orientaciones generales, en el ejercicio de todas las facultades que le confieren los tratados. El Parlamento Europeo debe seguir desempeñando un papel fundamental en la adopción de las decisiones europeas legislativas y presupuestarias. En el espíritu del Artículo 13 del Pacto Fiscal, la cooperación entre los parlamentos nacionales de los países de la zona euro y los europarlamentarios debe por lo menos garantizar un diálogo político más abierto y reforzar la democrática supervisión de las entidades ejecutoras de la zona euro. Una mayor integración de la zona euro, abierta a todos los países europeos que lo deseen, deberán ir de la mano de la puesta en marcha de iniciativas a escala europea: mayores esfuerzos para una armonización social y fiscal en el mercado único, un proyecto de una «comunidad europea de la energía», o nuevas medidas europeas relacionadas con la política exterior y de seguridad. Mediante la combinación de esta doble perspectiva -la zona euro y la UE-, los Veintisiete estarán mejor capacitados para profundizar en los ámbitos de interés común y para avanzar en la unión política europea.

Jacques Delors

Ex presidente de la Comisión Europea y ex ministro de Economía y Hacienda de Francia