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España, dar al-Islam

España, como desgraciadamente se ha podido comprobar, no sólo no está fuera de la amenaza del Estado Islámico, sino que, además, la hace especialmente vulnerable dado su pasado árabe reivindicado por los extremistas, quienes desde hace años vienen amenazando a España prometiendo «liberar cada palmo de terreno de la tierra del Islam de todo cruzado, colaboracionista y agente, desde Jerusalén hasta Al-Andalus»

España, dar al-Islam
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España sufrió el jueves pasado un gravísimo ataque perpetrado en pleno centro de Barcelona y en Cambrils, que ha sido reivindicado por el Estado Islámico, y que unido, entre otros, a los producidos en Niza, Londres, París, Bruselas o Berlín, deben ser interpretados como una declaración de guerra contra Occidente y concretamente contra Europa.

España, como desgraciadamente se ha podido comprobar, no sólo no está fuera de la amenaza del Estado Islámico, sino que, además, la hace especialmente vulnerable dado su pasado árabe reivindicado por los extremistas, quienes desde hace años vienen amenazando a España prometiendo «liberar cada palmo de terreno de la tierra del Islam de todo cruzado, colaboracionista y agente, desde Jerusalén hasta Al-Andalus».

Hace ahora diez años escribí sobre la amenaza yihadista a España, que lamentablemente los hechos –entre ellos el surgimiento del Estado Islámico– han venido a ratificar las peores previsiones. Mencionaba que Al-Andalus, para los islamistas extremistas no sólo es Andalucía, sino todo el territorio de la Península Ibérica que en su día dominaron los árabes. Territorio que llegó hasta Poitiers, en cuya batalla del año 732 se detuvo el avance islámico en Europa. Ese Al-Andalus obviamente incluye también a Cataluña, cuyo pasado árabe es incuestionable, aunque se tienda a olvidarlo, tal y como acredita la profesora Bramon en su libro «De quan érem o no musulmans» donde analiza cientos de documentos de autores árabes que demuestran los orígenes árabes de Cataluña.

Para el islamismo radical, el mundo está dividido en dos zonas opuestas Dar al-Islam y Dar al-Kafir, es decir el dominio o casa del Islam y el dominio o casa del infiel. Dar al-Islam es la tierra donde impera o ha imperado en algún momento el Islam, debiendo regir por ello la Sharía o Ley Islámica, constituyendo un deber personal de todo buen musulmán –según los islamistas extremistas–, liberar de los infieles a los territorios que siendo musulmanes, en la actualidad no rige la Ley Islámica. De ahí la proclama de los extremistas de declarar la Yihad a todos los territorios que fueron musulmanes y en ese momento gobernaban los infieles, entre ellos, Al-Andalus.

De entre todos los territorios reivindicados por los extremistas, no nos debe sorprender que Al Andalus tenga un especial atractivo e incluso una cierta fascinación. El Califato de Córdoba tuvo un gran esplendor, y Córdoba, su capital, una gran ciudad. Qué decir de Granada, Toledo o Sevilla. Por eso, hubiera sido una temeridad no tomarse en serio la amenaza de los extremistas, España, y por lo tanto Cataluña, es Dar al-Islam para ellos.

Dar al-Kafir es la parte del mundo que nunca fue gobernada por musulmanes, sino por el infiel, y con sus leyes, sobre los que inicialmente el Islam no tiene ninguna reivindicación, salvo la de hacer llegar el dolor o el sufrimiento por la responsabilidad que le atribuyen a Occidente en el declive musulmán, y muy concretamente a la situación en Oriente Próximo y más concretamente, las fronteras coloniales producto del acuerdo anglo francés de Sykes-Picot.

En España, la palabra kafir derivó en la despectiva palabra cafre. El problema de los territorios inicialmente calificados como Dar al-Kafir, pero con una gran inmigración musulmana es que pueden llegar a ser, según ellos, Dar al-Islam. En la actualidad hay más de cuarenta y cuatro millones de musulmanes residentes en Europa, sin contar Turquía. En España residen millón y medio, y solo en Cataluña, más de quinientos mil; cantidad cercana al 7% de la población.

Consecuencia de ello, se ha creado una masa de miles de jóvenes musulmanes que han nacido en el país de acogida de sus padres, que, con un gran fracaso escolar, se encuentran en paro y sin recursos, aunque algunos tienen estudios, pero, sobre todo, son culturalmente desarraigados. Tienen una gran crisis de identidad: no son ni argelinos ni franceses, ni turcos ni alemanes. La reciente crisis económica no ha hecho más que empeorar su perentoria situación. Viven agrupados en barrios propios. No conocen sus países de procedencia más que por referencia de sus padres. Son musulmanes y ciudadanos europeos de pleno derecho. Son musulmanes y su tierra es Europa. Muchas musulmanas están discriminadas y recluidas en sus casas. Algunas aún practican la ablación. Muchos de ellos no muestran el más minino interés por ser ingleses, alemanes o franceses. En definitiva, son caldo de cultivo de una ideología extremista islámica, que les puede dar sentido a su desarraigada vida, haciéndoles protagonistas y héroes de una nueva Yihad. Este es el caldo de cultivo del que se nutre el actual Estado Islámico.

Muchos de estos jóvenes se creen con derecho a organizarse como en una comunidad islámica, y en consecuencia aplicar la Sharía. Los países de acogida son para ellos Dar al-Islam. Están llamados a liberar a su tierra –Europa– del dominio de los infieles. Que los atentados de Londres, Bruselas Berlín y Barcelona hayan tenido como autores a estos jóvenes solo puede extrañar a quienes desconozcan esta cruda realidad, o peor aún, a quienes no quieren conocerla.

España, y por lo tanto, Cataluña, que ya es Dar al-Islam, como consecuencia de su pasado árabe será doblemente Dar al-Islam cuando los descendientes de los actuales residentes musulmanes, (recordemos que son más de millón y medio y han crecido un 50% en diez años) y que hayan nacido aquí y sean ciudadanos españoles de pleno derecho, y estén completamente desarraigados culturalmente como lo están ahora miles de musulmanes en el resto de Europa.

La gran mayoría de los musulmanes residentes en España han obtenido la residencia en diferentes regularizaciones, cuyas consecuencias quizá no hayan sido suficientemente tenidas en cuenta. Los problemas que ya tenemos ahora en España se incrementarán con el tiempo y aún serán más graves los problemas que tendrán nuestros hijos con los hijos de los actuales residentes, salvo que a tiempo consigamos desactivar y vencer al islamismo radical y, cuanto antes, mejor.

*Comandante de Caballería Abogado y Economista