Historia

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La leyenda negra

En España el tema se ha difundido ampliamente a partir de la publicación en 1914 del libro de Julián Juderías, con el mismo título que lleva esta Tribuna

La Razón
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Quizá sea un tema manido que, por añadidura, ha tenido y sigue teniendo una enorme cantidad de ejes y líneas de acusación, siempre dirigido contra situaciones históricas relativas a las instituciones y personas de la historia de España, mediante interpretaciones malévolas originadas por la competitividad histórica en el ámbito nacional y en el internacional. El desarrollo intelectual de los siglos XIV y XV, en el que se yuxtaponen los conceptos densos y profundos de Cristiandad, Occidente y Europa, cristaliza en la importante época histórica conocida como modernidad, en la que la competencia convierte con harta frecuencia el respeto y la admiración por las «ideas», las «creencias» y las «acciones» necesariamente en contrapartida de críticas de los ciudadanos que comienzan a surgir movidos por razones políticas, estéticas, económicas e incluso religiosas.

En España el tema se ha difundido ampliamente a partir de la publicación en 1914 del libro de Julián Juderías, con el mismo título que lleva esta Tribuna. Dio motivo a la intervención del historiador y catedrático argentino Enrique de Gandía, insistiendo con una intensa y lúcida investigación sobre la leyenda negra hispanoamericana que fue el espacio sobre el cual se acometió, quizá la máxima. Antes hubo una primera y temprana a cargo del gran patriota y genio literario del estilo barroco español que fue Francisco de Quevedo y Villegas que, a comienzos del siglo XVII, escribió su testimonio en tal sentido con el expresivo título de «España defendida», donde no solamente pone en evidencia de falsedad a los extranjeros que atacan sino sobre todo a los españoles que les copian y que, al seguirlos, demuestran que desconocen la verdadera realidad de su propia naturaleza y conciencia histórica.

También el pensador español Ortega y Gasset, en 1914, publica «Meditaciones del Quijote», que dedica a Ramiro de Maeztu «con un gesto fraternal», pues este otro escritor había publicado en 1899, cuando había ocurrido en el ámbito antillano del Caribe el imperialismo norteamericano, su libro «Hacia otra España», en el que analizaba las causas de la pretendida decadencia española y pedía la renovación mediante la integración en Europa. Aunque en los viajes que llevó a cabo Maeztu por Europa apreció que en ninguna de las naciones y capitales europeas visitadas no encontraría remedio a los males que supuestamente le acosaban, poniéndolo de relieve en otro libro, publicado en 1919, con el título «La crisis del Humanismo».

Julián Marías, en su gran libro de comprensión histórica por vía de pensamiento «España inteligible» (1985), persevera en la definición explicativa de leyenda negra formulada por Juderías en 1914, insistiendo en la falsedad de la leyenda negra, porque a él lo que le interesa y le importa es, como en el caso de Quevedo y Villegas, que la leyenda negra y su agobiante reiteración supuso la descalificación conjunta de una Nación, cuando lo que Marías consigue en su libro es demostrar la inconsistencia de la leyenda negra en general y que para las condiciones españolas basta con las investigaciones pertinentes tanto en las modernas escuelas de historiadores universitarios de España, así como en los hispanoamericanos y americanistas españoles, que han calado, incluso, en los extranjeros como Kamen, que en una sola fase inicial de su análisis histórico de la realidad de Felipe II, uno de los monarcas más atacados por la legendaria perturbación de la verdad histórica, que sólo los historiadores que han llevado a cabo una investigación profunda pueden plantear en una sola frase: «No se ajusta a la realidad».