Historia

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Nuestro tiempo

El universo que nos envuelve es un arcano para el hombre, desde el Renacimiento. El hombre ha construido muchas teorías sobre ello y el lugar que ocupa en él

La Razón
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Con mucho cariño a mi hija

la doctora Almudena Hernández Ruigómez,

con mi deseo ferviente de una rápida recuperación de salud.

Nuestro tiempo, tan lleno de conflictos, contradicciones y discusiones de orientación política, ofrece como línea de preocupación fundamental tres grandes temas de análisis científico y de opinión sobre problemas de inmediata atención: el universo, el hombre y el átomo. El universo que nos envuelve es un arcano para el hombre, desde el Renacimiento. El hombre ha construido muchas teorías sobre ello y el lugar que ocupa en él. A fines de 1973 Steven Weinberg, en una conferencia sobre el origen del universo en la Universidad de Harvard dio un aldabonazo. El sociólogo Daniel Bell presente en el acto habló de ello al director de Basic Books. Quien en el momento se interesó en publicar el libro. Se publicó con el título de «Los primeros minutos del Universo». Es decir, cómo era el Universo según las ideas científicas que, definiendo los términos, podía comprender cualquier profano: la realidad. El español Tomas Alfonso Drake, en su libro «La victoria del Sol», también lo hace con profundidad docente y aplicando la comprobación científica. De modo que, pedagógicamente, tanto en el planteamiento como en la docencia universitaria se unen la investigación fundiendo educación y vocación. Ello es así desde los albores de la gran figura del pensamiento literario florentino Dante Alighieri, elaborador de principios universales. En ese conjunto que son los siglos XVI y XVII, la Universidad, que había aceptado y desarrollado el ideal humanista del Renacimiento, acumulaba todos los saberes que éste le había trasmitido y depositado, que ya no habría de recuperar hasta el siglo XIX. El ecumenismo universitario se rompió por el nacionalismo, el libertarismo y el sometimiento a los poderes políticos, con la consiguiente pérdida de autonomía y en definitiva de autoridad. Surgirán embates de ciencias nuevas de índole filosófica o físico-matemáticas.

En la búsqueda de la «razón histórica» resulta imprescindible la fundamentación de los «conjuntos históricos» porque hace posible el diseño para establecer un sólido puente con el libro del pensador argentino Victor Massuh: «La flecha del tiempo. En las fronteras comunes a la ciencia, la religión y filosofía», que ofrece una singular importancia para el historiador. La «flecha del tiempo» supone un concepto usado por primera vez por Arthur Eddington como metáfora religiosa, mientras Massuh integra las tres disciplinas en una profunda convergencia, en torno a la idea de un Cosmos que se despliega hacia un destino que la ciencia no está convencida de que sea la muerte térmica. Otro punto de vista revelado es que «la flecha», podía haber sido lanzada por un Arquero Divino hacia un blanco desconocido, pero cuyo trayecto pasa por una singularidad dramática: la del ser humano y la dirección de la flecha, que unas veces se refiere a la idea judeo-cristiana; otras a la visión mítico-circular griega; en ocasiones viaja a la velocidad de la luz por un universo en expansión; otras se introduce en un agujero negro anticipando la muerte de una estrella; a veces, se desplaza a través de lo infinitamente grande, mientras otras penetra lo infinitamente pequeño. Lo que resulta, en definitiva, otorga unidad a todas las criaturas del Universo en función de la frontericidad entre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño, condición que solo reúne el hombre.

Explica Erich Fromm que el hombre, al romper la armonía con la naturaleza, ha sido dotado de razón, imaginación y auto-conciencia, lo cual equivale a establecer la relación consigo mismo, con el prójimo y con el mundo histórico, ejerciendo un papel activo para desde él adquirir prestigio y fama, que son las fronteras de individuación correspondientes al perfil de una persona humana, espiritual, científica y universitaria como fue en su vida profesional de gran catedrático y cirujano, Catedrático de Patología y Clínica Quirúrgica de la Complutense, Hipólito Durán Sacristán, que siempre ha sometido a la razón el estado de su conciencia trabajándolo como obra de arte. La «flecha del tiempo» permite, pues, manejar las categorías temporales como un historiador con la misma profundidad como lo hace Nicolai Hartmann, o bien como se ha intentado aquí, poniendo en paralelo de conciencia profunda un catedrático de la Universidad Complutense, en relación con la critica universal del saber, la conciencia profesional y la fe.