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Siria en su laberinto

Es un proceso que requiere una comprensión de las divisiones tribales, sectarias y religiosas de los países del mundo árabe. La propia Europa tuvo que experimentar la Gran Reforma, la Ilustración y dos guerras mundiales antes de la creación de democracias exitosas y encontrar la paz

La Razón
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Después de cinco años de conflicto, 250.000 muertos y más de cinco millones de refugiados, el alto el fuego firmado recientemente por el Gobierno de Asad y las fuerzas de la oposición ha dado esperanza a la posibilidad del inicio de un largo proceso de paz. La retirada de las fuerzas rusas de Siria ordenada ayer por Purtin es un claro indicador de que los próximos meses supondrán un momento crucial para el futuro del país. La amenaza planteada por el Estado Islámico bien podría reunir a diversos actores en una estrategia común dirigida a detener el avance y el establecimiento del islamismo violento en la región. Sin embargo, un proceso de paz y la estabilización política sólo se puede conseguir mediante la comprensión cuidadosa de los intereses geopolíticos de los diferentes actores involucrados en el conflicto. Al mismo tiempo, es muy importante aprender las lecciones de Irak y Libia; el establecimiento de la democracia en antiguos países autoritarios no es una cuestión de días. Es un proceso que requiere una comprensión de las divisiones tribales, sectarias y religiosas de los países del mundo árabe. La propia Europa tuvo que experimentar la Gran Reforma, la Ilustración y dos guerras mundiales antes de llegar a la creación democracias exitosas y encontrar la paz, un periodo pacífico que ha perdurado desde 1945. Sería ser corto de miras el olvidar que, en un mundo globalizado, el futuro de Siria, y de Oriente Medio en general, tendrá muchas implicaciones en la clave del poder político que está involucrado. No debemos olvidar que el conflicto sirio se encuentra en el cruce de varios intereses geopolíticos: Rusia, Irán, Arabia Saudí, Qatar, Turquía y los principales países occidentales, tienen todos las esperanzas puestas en sacar provecho de los resultados del conflicto. Para los intereses inmediatos de Europa, dos de estas cuatro potencias deben mantenerse en estrecha observación: Turquía y Rusia. Turquía lleva mucho tiempo intentando hacer valer su estrategia neo-otomana: la entrada en la Unión Europea, la aplicación de visados entre la UE y Turquía, la actual ocupación del norte de Chipre y la purga de la oposición interna, son sólo algunos indicadores de su estrategia futura. El derribo de un avión de Rusia a finales de noviembre de 2015 también evidencia que a Turquía poco le importa una escalada de tensión con una potencia mundial. Rusia es otro jugador clave en Siria y con gran influencia en Europa. A medida que los refugiados y migrantes económicos continúan llegando a las costas europeas, Rusia ha sido particularmente activa en fomentar el descontento antiinmigración. La infiltración de los partidos políticos de extrema derecha en Europa, en un esfuerzo para dividir y gobernar Europa, ha sido corazón de la estrategia del Kremlin para debilitar a la OTAN. La crisis humanitaria en Siria también ha planteado muchas preguntas sobre el futuro de una población que ha sido devastada durante cinco años de guerra. Debemos ser muy empáticos hacia la miseria de los refugiados y poner en marcha medidas económicas e institucionales necesarias compatibles con el derecho internacional. Sin embargo, hay algunas consideraciones prácticas que se establecerán sobre la capacidad de Europa para absorber un gran número de extranjeros. El surgimiento de grupos islamófobos como Pegida, y los beneficios políticos de la extrema derecha se deben supervisar cuidadosamente. Las élites europeas deben ser muy conscientes de que la movilización de estos grupos, en particular en los países que han sufrido con más dureza la crisis económica (como Grecia), puede tener efectos devastadores a largo plazo en la seguridad: violentas protestas callejeras y la formación de grupos paramilitares son sólo dos consecuencias de los políticos europeos que no han sabido escuchar las preocupaciones de la gente. Han pasado cinco años desde el inicio del conflicto y Siria está tratando de encontrar un futuro de paz, mientras que Europa debe contener la ira de grupos de extrema derecha.

*Académico de Criminología en la Universidad de Northumbria