El canto del cuco
Trump ayuda a Sánchez
La habilidad de Pedro Sánchez consiste en utilizar las desgracias ajenas –covid, guerra de Ucrania, volcán de La Palma, dana de Valencia, aranceles trumpianos...– en provecho propio
El vendaval de los aranceles está barriendo de momento otras preocupaciones domésticas acuciantes. En cierta medida, está librando al Gobierno de los agobios que amenazaban su supervivencia. Puede decirse que la temeraria sacudida telúrica de Trump ha salvado a Sánchez de la quema cuando estaba en serios apuros, sin Presupuestos, trajinando con el rearme obligatorio, con las vicepresidentes María Jesús Montero y Yolanda Díaz carbonizadas dentro de un Gabinete dividido e inservible; y sin respaldo parlamentario. Justo cuando estallaba un conflicto abierto con la Justicia, aumentaba el desprestigio de Conde-Pumpido y amenazaban la débil estabilidad política los escandalosos casos de Ábalos, del fiscal general y del hermano y la mujer del presidente. La «guerra de los aranceles» ha servido también para olvidarse de los «menas» y tapar el malestar de los médicos y las protestas airadas por el problema de la vivienda.
La habilidad de Pedro Sánchez consiste en utilizar las desgracias ajenas –covid, guerra de Ucrania, volcán de La Palma, dana de Valencia, aranceles trumpianos...– en provecho propio. Para él no hay mal que por bien no venga. Se erige en el salvador de la patria, multiplica sus declaraciones públicas, hace promesas que casi nunca cumple, redobla sus ataques a la oposición, a la que exige colaboración incondicional y, en fin, trata de convencer a los electores de que, gracias a su perspicacia y decisión, saldremos del tremendo apuro mejor que nadie. Las crisis le obligan a pedalear con más fuerza para no caerse de la bicicleta. Lo consigue, aunque sea a duras penas, y ahí sigue tan campante. Para demostrar su categoría política en trances peliagudos como este no puede faltar un viaje al extranjero –en este caso, nada menos que a Vietnam y a China– y así alardear de liderazgo internacional.
En el Gobierno hay algunos ministros serios y competentes –se cuentan con los dedos de una mano–, entre ellos Carlos Cuerpo, de Economía, Comercio y Empresa, y Luis Planas, de Agricultura, Pesca y Alimentación, a los que la «guerra de los aranceles» les toca de cerca, que han comprendido que para superar esta crisis es imprescindible ponerse de acuerdo con el partido mayoritario, que además domina el poder regional. Esto ha reducido de momento la confrontación impuesta por el sanchismo y ha servido para mejorar algo el clima político. Vox queda fuera del reparto. El compromiso de Abascal con Donald Trump le indispone con los sectores españoles más afectados por las medidas del presidente norteamericano y a la vez facilita el plan de Sánchez de aislar a Vox con un reforzado «cordón sanitario».