El buen salvaje

He visto a músicos modernos escuchar la Semana Santa

El reggaeton quería meterse debajo del paso que no salió para conjugar una especie nueva, deseoso de encontrar abrevaderos cercanos a casa

Al fin hemos resucitado. Llevaba unos días medio moribundo, sobre todo porque no salía ningún paso, y ese gemido entre las columnas del templo nos hacía dormir un poco en otro mundo, un duermevela de pecado y calvario. Me tocó explicar al forastero, ateo de convicción, no como un servidor, que es ateo de vicio, cómo era este trastabillar de las imágenes en la calle, cantando y bebiendo como si fuera una feria hacia dentro. Qué cansado es explicar, año tras año, que uno puede ser el más golfo del orbe y que ante un Nazareno no existe otra cosa que una fe horadada esa noche aunque desaparezca la mañana siguiente. Un embrujo religioso. Es como tomar una pastilla. Me miran como a un loco cuando acierto a decir la marcha que tocará en el momento en que la Virgen da la vuelta a la esquina y se mete barrio abajo hasta el final. Joder, cómo lo has acertado. Lo que no es tradición, es plagio. (D’Ors)

Las marchas se han convertido este año en un atractivo a sumar a las imágenes. Nos hemos dado cuenta de que en las películas de Cecil B. DeMille había un soniquete que nos hería el alma. Ya que no salían las imágenes, hemos puesto el oído junto a algunos Dj´s que van de modernos y que querían algún pespunte para el capirote que llevarán en la próxima marcha de su «rave». Músicos que venían a buscar la inspiración en las cornetas y en los tambores. Me tomarán por idiota, pero lo que les cuento es verdad, la modernidad ha estado muy atenta al sonido, como si le fueran a dar un Oscar. A ver qué sale de tanto barullo.

La música, la más alta expresión del arte, nos condena a llorar, mientras el silencio hace que las almas migren hacia el estrellato. Ahí buscaban esa capacidad de emoción, que puestos a comparar puede tenerla lo mismo un Cristo en movimiento que una Beyoncé desarretada. Pues bien, esta vez persiguiendo al Cristo.

Ha sido lo más llamativo de este tiempo de Pasión que termina. El reggaeton quería meterse debajo del paso que no salió para conjugar una especie nueva, deseoso de encontrar abrevaderos cercanos a casa. Cuando todo terminó nos fuimos a donde ponen la música con la que todo el mundo mueve las piernas y parecía que todo se movía al ritmo de un palio. ¡Virgen Santa! Parecía que nos inspirara Paralisis Permente y su «quiero ser beata». Nada que no arreglaran los correspondientes «gin tonics». Los músicos se irán a casa a componer y los demás nos quedamos con la certeza de que nos queda un año menos para morir.