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Otro pasito «p'alante»

El Madrid entra en semifinales con suspense: del 0-1 pasó al 3-1 y sufrió sin necesidad. Cristiano le salvó

El delantero luso del Real Madrid, Cristiano Ronaldo celebra su tanto
El delantero luso del Real Madrid, Cristiano Ronaldo celebra su tantolarazon

El fútbol es maravilloso, por emocionante e imprevisible, y cruel, lo sabe el Málaga. Ganaba el Madrid la eliminatoria de cuartos con holgura; llegó a Estambul con una fabulosa tarjeta de visita, 3-0, más que suficiente. En el primer tiempo Cristiano aumentó la cuenta; mejor, imposible. Pero falló el 0-2 y el rival resucitó. La moneda que en el minuto 57 iba a ser la cruz definitiva de los turcos, salió cara, casi carísima. Las «viejas glorias» del Galatasaray dieron la vuelta al partido y al marcador después de uno de esos cambios de Fatih Terim, como en el Bernabéu. Y del posible 0-2 se pasó al 3-1 en un santiamén. Empató Eboue, misil desde fuera del área, Sneijder hizo el 2-1 y Drogba, el 3-1. El Real se había derrumbado, no se sostenía; había entrado en trance. Soñaban los otomanos con el milagro, se quejó Drogba de un penalti de Pepe... Hasta que Ronaldo, siempre él, hizo el 3-2 cuando a los de casa les empezaba a faltar el aire. Se clasifica para semifinales el mejor, que sólo lo es a ratos, lo cual podría resultar insuficiente cuando se pretende componer la «Décima» sinfonía.

Tiene razón Mourinho, si a un equipo español, italiano o portugués le meten 3-0 en el partido de ida, en el de vuelta no va a su campo ni el del tambor. Lo avisó, y en Turquía, donde quizá entrene algún día (?), el Nuevo Ali Sami Yen presentaba un lleno a reventar, con la eliminatoria perdida, para qué engañarse. Una cuestión de afición, más que de fe, y otro detalle: la directiva dispuso de una prima de 25.000 euros para cada uno de sus jugadores si ganaban al Madrid; ¡ojo!, si ganaban, no si pasaban la eliminatoria.

Con ese ambiente y con ese estímulo, el equipo de Fatih Terim miró al Madrid como en el Bernabéu, sin miedo, aunque era diferente. No estaban ni Ramos ni Xabi Alonso, sancionados; tampoco Benzema, superado por Higuaín. En el Galatasaray faltaba el ídolo local. Burak Yilmaz vio una amarilla injusta, que fue la definitiva, y la UEFA le sancionó. La UEFA, que levantó el castigo a Ibrahimovic, con Yilmaz, a quien pisó Ramos e hizo penalti, no ha tenido consideración. Diferencias de criterio (?) al margen, también el Madrid jugó como en su casa. Seguramente se encuentra en el punto culminante de la temporada, con un potencial físico avasallador, y lo demuestra en cada encuentro, aunque en algunas fases se deje ir, como ayer. Son siestas improcedentes que le pueden costar caro.

Producto de la velocidad de Cristiano, que salió como un cohete desde el medio campo, fue la primera ocasión blanca, pero Di María no acertó cuando el portero se había ido a las rebajas. Como tantas y tantas veces, porque en el fútbol la historia se repite, es pertinaz como la sequía, tras el aviso llegó la estocada. Centró Khedira casi desde la línea de fondo y Ronaldo empalmó.

Cinco goles necesitaba el Galatasaray, y que el Madrid no hiciera ninguno más, para llegar a semifinales. Demasiados milagros, imposible... Menos aún con esa defensa en la que los centrales Zan y Kaya enviaban casi todos los pelotazos al contrario.

El ánimo encendido de la grada, el griterío y los cánticos constantes de una afición incansable y entregada a los suyos en cuerpo y alma, no eran suficientes. La fe del seguidor chocaba con la cruda realidad: un equipo muy superior, el Madrid, frente a una colección de viejas, pero muy profesionales, glorias, liderada por Eboue, secundada por Drogba, pese a todo inmenso, y a ratos por Sneijder.

Podía haber jugado mejor el Madrid, posiblemente, pero frente al empuje turco y con cuatro goles a favor por ninguno en contra, bastaba con controlar la situación, ni dominaba ni avasallaba; y evitar lesiones, porque el Galatasaray no se tomó el partido a beneficio de inventario, era lo primordial. Pero, claro, cuando el meta rival pierde protagonismo –Diego López sólo hizo una parada en los primeros 45 minutos– es que no hay peligro.

Sufrió un contratiempo el Madrid cuando se lesionó Essien (min 30). Le suplió Arbeloa, expulsado en el minuto final por dos amonestaciones. No lo puede evitar. Tras el descanso, Terim dejó en la caseta a Altintop y la entrada de Amrabat dio otro aire al equipo, que no encajó el 0-2 porque a Ronaldo se le enganchó el balón. A continuación, Eboue conectó un soberbio derechazo en la frontal y empató. El gol espoleó a los turcos; Drogba pidió penalti por un plantillazo de Pepe y Sneijder burló a Varane y subió el 2-1. Rugía el estadio y estallaba cuando Drogba, de tacón, logró el 3-1. Sorprendió a Varane, y a Diego. Sufría el Madrid por su mala cabeza; Albiol entró por Özil, ¡qué miedo!, pero Cristiano firmó el 3-2 en el tiempo añadido. Fue un pasito «p'alante» del Madrid, mas que no se confíe