Víctimas del Terrorismo
Podemos mancha el espíritu de Ermua
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, se ha negado a que en la fachada del Ayuntamiento se exhiba una pancarta de homenaje a Miguel Ángel Blanco. Se trataba de una petición del «Movimiento contra la Intolerancia», presidido por Esteban Ibarra, una organización de larga trayectoria que siempre se ha caracterizado por la defensa de las víctimas de la violencia criminal, sin que importe cualquier otra condición u origen. Carmena, la regidora de la misma ciudad que hace veinte años acogió en sus calles y plazas la mayor manifestación ciudadana de rechazo al terrorismo y reivindicación de la libertad y la democracia que se recuerda en España, ha excusado su negativa en que no se deben hacer distinciones entre las víctimas, como si homenajear a Miguel Ángel Blanco, cuyo secuestro y asesinato a cámara lenta supuso tomar de rehén a toda la sociedad española, supusiera un menosprecio al resto de las víctimas de la banda terrorista etarra. Se trata de un subterfugio impropio de un demócrata que nos trae a la memoria aquellas actitudes equidistantes con el terrorismo de muchos representantes políticos e institucionales que siempre tenían una excusa a mano para repartir por igual las culpas del «conflicto vasco» entre los asesinados y sus verdugos. Años de plomo en los que las víctimas del terror etarra se enterraban en silencio y las familias se veían desasistidas moral y materialmente. No fue sólo Miguel Ángel Blanco, por supuesto, pero su ignominioso asesinato, el reto lanzado por unos criminales sin alma a toda la nación española, contribuyó en mayor manera a que las cosas cambiaran. Veinte años después, con la banda derrotada por la acción combinada de las Fuerzas de Seguridad del Estado, la Justicia y la colaboración internacional, pero, también, por la resistencia social de la población española, no creíamos que volveríamos a asistir al espectáculo de las excusas vergonzantes y, mucho menos, que éstas procedieran de una primera edil de Madrid. Pero de la misma manera que no nos resignamos ante la extorsión criminal de ETA, de la misma manera que la sociedad española supo desenmascarar a los cómplices morales del terror, la ciudadanía conseguirá que se respete la verdad de los sucedido, que es tanto como respetar y honrar la memoria de las víctimas. Que no triunfen aquellos que pretenden reescribir la historia del sufrimiento en un relato equidistante. Por su larga trayectoria vital, debería saber bien Manuela Carmena –abogada en sus inicios profesionales del despacho laboralista donde se produjo la Matanza de Atocha– que Miguel Ángel Blanco es un símbolo de la rebelión popular contra la tiranía terrorista y que como tal lo percibe la inmensa mayoría de los ciudadanos, a quienes se insulta a la inteligencia con una excusa tan pueril como la interpuesta por la alcaldesa. Actitud que no esconde, por otra parte, el desapego con que trata habitualmente Podemos a las víctimas de aquellos terrorismos que se perciben de izquierdas. Aquí, y en Venezuela. En efecto, el partido que lidera Pablo Iglesias se ha mostrado distante, cuando no condescendiente, en este aniversario tan significativo. Más cerca de Bildu, que de los demócratas. Una mancha en definitiva al espíritu de Ermua. Se puede aducir que algunos representantes municipales del PSOE no han estado a la altura, pese a que entre sus filas fueron asesinados por ETA muchos concejales y simples militantes, pero se trata de acciones individuales que no representan la posición del socialismo español, que pagó un pesado tributo de sangre. Tal vez, si la dirección tomara las medidas oportunas, se ahorrarían muchos episodios de confusión.
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