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Así serán las misas: Comunión en la mano y sin agua bendita

Los obispos preparan un protocolo para las misas «similar» al de la iglesia germana: suprimirán el cepillo en el ofertorio y reducirán el coro a un solo cantor

Un sacerdote celebra las misas a puerta cerrada acompañado por las fotografías de sus feligreses
Las Diócesis de Castilla y León crean una guía audiovisual para dar a conocer a los sacerdotes y fieles las herramientas claves para la evangalización digitalBiel AliñoEFE

La Conferencia Episcopal ya trabaja en un borrador en el que se especifica cómo serán las misas de la desescalada después de seis semanas de confinamiento sin presencia de fieles en los templos. Según ha podido confirmar LA RAZÓN, parte del equipo de la Comisión Ejecutiva del Episcopado elabora las medidas que se contendrán en un documento «similar» al que ya han aprobado los obispos alemanes que apuesta, entre otras medidas, por comulgar en la mano y priorizar las celebraciones al aire libre, los grandes templos y catedrales. En cualquier caso, se trata de unas líneas generales que no podrán aterrizar hasta que el Consejo de Ministros ofrezca más detalles sobre qué implica la gradualidad que anunció Pedro Sánchez el sábado al incluir también a las «actividades religiosas. Por ejemplo, se da por hecho que, al igual que sucederá con los locales de ocio, el aforo será limitado y se garantizará el distanciamiento oportuno. O, lo que es lo mismo, el margen de maniobra para delimitar los fieles por banco y parroquia.

A pie de sacristía ya se prepara José Ramón Busto, párroco de San Francisco de Borja, uno de los templos con más fieles y celebraciones de Madrid, con 43 misas a la semana, de ellas, nueve el domingo, y dos el sábado por la tarde. «Hemos valorado que solo podríamos tener problemas de aforo en tres dominicales. Probablemente invitemos a los fieles a distribuirse o tengamos que poner alguna misa más», explica el religioso jesuita, pues cuentan con una iglesia para 1.000 personas y una capilla para 200 en condiciones normales. Eso sí, le preocupan, sobre todo, los funerales: «Ahí sí que va a ser más difícil controlarlo, porque todo el mundo va a querer venir en tromba a acompañar a las familias dada la tragedia que estamos viviendo».

Después de que este domingo el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, desvelara que ya se prepara con el Ministerio de Sanidad la reapertura del culto público, se trabaja a contrarreloj, sobre todo, teniendo en cuenta la intención, por ejemplo, de la Junta de Andalucía para dar vía libre a las celebraciones religiosas del próximo domingo.

Lo que sí está claro es que, al igual que sucede en otros ámbitos, las demás medidas preventivas sanitarias serán las máximas que marcarán el regreso a los templos por encima de cualquier precepto litúrgico. La hoja de ruta de la desescalada eclesial se llevará por delante, al menos, de momento, prácticas como el saludo de la paz o, incluso, la Comunión en la boca. Algunas de ellas con la constante higiene de las manos del cura en el altar o las pilas bautismales vacías de agua bendita ya las pusieron en marcha los prelados antes incluso del real decreto del Estado de Alarma. Otras, como suprimir el paso del cepillo durante las ofrendas y sustituirlo por un donativo a la entrada y salida de la misa, verán la luz ahora. Y no es esta una cuestión baladí, teniendo en cuenta que desde hace más de un mes no hay ingreso alguno en las 23.000 parroquias de España por esta vía. En este sentido, las nuevas tecnologías también podrían ayudar al sustituir el tradicional cestillo para las monedas por el llamado cepillo electrónico, una modalidad de datáfono implementada desde hace año y medio por Banco Sabadell.

El manual de los obispos alemanes, abierto a modificación a medida que se levanten las restricciones, también recoge iniciativas tales como repartir la Comunión con guantes, establecer puertas de entrada y salida a los templos, limitar el sentido de los pasillos para la Comunión, un único cantor en lugar de coro, un solo celebrante en el altar y priorizar los actos al aire libre. Incluso se plantea marcar en el suelo la distancia entre el sacerdote y el feligrés, así como adelantar y convertir en colectivo el diálogo antes comulgar: «El Cuerpo de Cristo». «Amén». En cualquier caso, se busca no dejar margen a la libre interpretación de los sacerdotes y los fieles para evitar cualquier riesgo de contagio, por mínimo que sea.

Tal y como ha anunciado hoy el presidente del Gobierno, se permitirá un aforo del 30 por ciento en los lugares de culto en la fase 1 de la desescalada, en la que entrarán a partir del 11 de mayo aquellas provincias peninsulares que cumplan con los requisitos establecidos por el Ejecutivo. Este aforo aumentará al 50 por ciento en la fase 2 de la desescalada, que en aquellas provincias que vayan más rápido arrancaría como pronto el 25 de mayo en la Península.

El Real Decreto de 14 de marzo por el que se declara el Estado de Alarma, no estableció el cierre de los lugares de culto sino que limitaba la asistencia a los mismos condicionándola a las medidas organizativas que se tomaran, como garantizar que se cumplía la distancia de seguridad de al menos un metro entre los fieles. Según el artículo 11 de dicho Decreto, la asistencia a los lugares de culto “se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre ellos de, al menos, un metro”.

Descentralizada por diócesis

Los obispos tienen previsto acometer la desescalada de forma similar a como se ejecutó el confinamiento. Al igual que sucede con el Estado de las Autonomías, la Iglesia española también está descentralizada por diócesis. Así, por un lado, la Conferencia Episcopal marcará unas pautas generales a modo de recomendaciones que cada obispo concretará a la realidad de su territorio como medidas preceptivas, con la misma asimetría que, en principio, prevé Moncloa para provincias y áreas sanitarias según el número de contagios y capacidad para afrontar un rebrote. Con el protocolo germano sobre la mesa, Busto considera más que razonable las indicaciones: «Obedeceremos a las normas que nos den tanto el Gobierno como los obispos. Aunque bien es verdad que los alemanes son más obedientes y ordenados, y los españoles, más carismáticos y con tendencia a saltarnos las pautas». «Aun así, no creo que los católicos vayamos a generar problemas significativos en este sentido», comenta el también profesor de teología en la Universidad Pontificia Comillas.

Dentro de esta vuelta a la normalidad, el jesuita sí considera que hasta que se dé por controlada la pandemia, debería mantener la dispensa del precepto de la misa tanto para los mayores como para otros colectivos de riesgo. Aprecia, a la vez que admite, que la alternativa «online» de estas semanas ha supuesto un revulsivo inesperado.

Los obispos italianos se plantan ante el primer ministro

La Conferencia Episcopal Italiana se plantó el domingo ante el primer ministro Giuseppe Conte. Los obispos criticaron la fase dos de la desescalada del confinamiento por mantener la prohibición de las misas y no levantar la mano más allá de los funerales, permitidos para un aforo de no más de quince personas. Sobre todo, porque, al igual que en España, habían negociado durante semanas la posibilidad de retomar el culto. «Los obispos de Italia no pueden aceptar ver comprometido el ejercicio de la libertad de culto», apuntaron los prelados, que recibieron respuesta inmediata del Ejecutivo, anunciando la revisión de la medida.