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Así son y se certifican las reliquias

Los relicarios de los dos nuevos santos
Los relicarios de los dos nuevos santoslarazon

Las reliquias que hoy han estado presentes en la ceremonia de canonización son una muestra de sangre de Juan Pablo II y otra de piel de Juan XXIII. Sin embargo, no son las únicas que existen ya que el mismo Pontífice Wojtyla viajó por todo el mundo dejando en muchas ocasiones objetos personales. Las reliquias del Papa polaco cobraron especial auge a raíz de su beatificación y han experimentado una importancia mayor desde que fue anunciada su canonización. Por ejemplo, desde hace tiempo, pequeñas ampollas de sangre de Juan Pablo II –bajo el permiso del Vaticano– peregrinan por diferentes ciudades del mundo para que sean acogidas en sus diócesis y veneradas por los fieles. Existen también parroquias y escuelas que cuentan con alguna de ellas, como en el caso del Colegio Juan Pablo II en Madrid.

No obstante, todas ellas han sido entregadas como reliquias del Pontífice en calidad de «beato». A partir de hoy ya no será así porque las reliquias tanto de un Papa como de otro serán en calidad de «santo». LA RAZÓN ha tenido acceso precisamente a una de estas reliquias que, a partir de hoy mismo, la Santa Sede podría entregar a quien la solicitase, por ejemplo una diócesis o una institución. Serán también las que pasen a ser veneradas desde hoy en diferentes lugares. La reliquia fue entregada hace apenas unos días por el cardenal arzobispo de Cracovia y secretario de Juan Pablo II, el cardenal Stanislaw Dziwisz. El documento de autenticidad, con fecha de hoy mismo, día de la canonización, y escrito en latín, indica que la reliquia es «Sangre del Santo Juan Pablo II». «Nosotros –dice el texto– que presentamos esta partícula expuesta de la sangre del Santo Juan Pablo II colocada en una cápsula, y después de realizado el examen de autenticidad, declaramos que se puede practicar de ella la veneración universal de todos los fieles». Para que se haga efectiva la entrega de la misma, ésta debe quedar registrada bajo un número de serie además de certificarse que ha sido donada de manera gratuita, como en este caso. Parte del proceso es también la recogida de datos de la persona a la que se le hace entrega.

El Concilio Vaticano II recuerda que «de acuerdo con la tradición, la Iglesia rinde culto a los santos y venera sus imágenes y sus reliquias auténticas». Lo hace en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, aprobado por la Congregación para el Culto Divino precisamente bajo el Pontificado de Juan Pablo II, en 2002. El texto explica que «la expresión ''reliquias de los santos'' indica ante todo el cuerpo –o partes notables del mismo– de aquellos que, viviendo ya en la patria celestial, fueron en esta tierra, por la santidad heroica de su vida, miembros insignes del Cuerpo místico de Cristo y templos vivos del Espíritu Santo». Además, indica que pueden ser «objetos que pertenecieron a los Santos: utensilios, vestidos, manuscritos y objetos que han estado en contacto con sus cuerpos o con sus sepulcros, como estampas, telas de lino, y también imágenes veneradas».

Juntos en el altar

Una vez que el Papa Francisco ha declardo santos a los dos Papas al comienzo de la ceremonia, se han llevado hasta el altar los relicarios que contienen sus reliquias. Por parte de Juan XXIII los encargados han sido algunos de sus familiares, entre los que se encontraban sus sobrinos-nietos, además del alcalde de Sotto il Monte, localidad de Bergamo, y el presidente de la Fundación Juan XXIII. Por el lado de Juan Pablo II la primera en portarlo ha sido Floribeth Mora, la costarricense que ha sido sanada de un aneurisma cerebral por el Pontífice y cuyo milagro tras su beatificación posibilita que sea declarado santo.