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Catolicismo

«¡Babba Francisco!»

Un grupo de niños que ayer recibió la comunión
Un grupo de niños que ayer recibió la comuniónlarazon

«¡Babba Francisco!» . Quien no era jordano, era libanés. O argentino. O incluso español. No importaba. Todos los que acudieron al Estadio Internacional de Amann captaron su mensaje: la paz es un don y la tenemos que construir entre grandes y pequeños. Precisamente los «pequeños» fueron los protagonistas. Los acólitos, monaguillos de poco más de un metro y seis años, correteaban fuera del estadio. Sólo ellos podían saltarse los férreos controles de la Gendarmería libanesa. Globos, cánticos en los aledaños... la víspera de la fiesta nacional jordana se sumaba a la fiesta de la cristiandad. Dentro del estadio, más «canijos»: los 1.400 niños que iban a recibir su Primera Comunión. «¿Nerviosos? No, cansados. Han sido días largos», cuenta la hermana María Misericordia, de la comunidad argentina de la Familia del Verbo Encarnado. Nos transmite sus sensaciones. «Hemos ensayado durante tres meses y lo recordaremos toda la vida», dicen. ¿Y qué esperan de la visita de Francisco? La hermana María de Nazareth responde: «Es un pregonero de la paz, el don que anhela todo habitante de esta región».

Tres pantallas anunciaron que la comitiva estaba próxima. Sin el solideo en su cabeza, Francisco dio la vuelta a la pista de atletismo a bordo del papamóvil. Los más jóvenes le persiguieron. Y los controles de seguridad se relajaron: desde aquel que consiguió que bendijera su bebé, hasta el voluntario que logró que se parara a bendecir a una joven y besarla. Las banderas jordana y vaticana no dejaban de ondear en las gradas, mientras que los fieles a pie de campo cantaban los himnos sirviéndose de los cuadernillos habilitados. La primera ovación surgió tras la Homilia, un discurso sobre y para la paz. Un sonido parecía amenazar tormenta, pero era el fuerte viento retumbando en el micrófono. De hecho, el tiempo dio una ligera tregua. Y a pocos les pasó desapercibido un momento tan fortuito como simbólico: la llamada a la oración se entremezcló armoniosamente con la celebración cristiana. Justo el mensaje que Francisco quería transmitir. Después de que el Padre Nuestro en árabe, entonado con las manos extendidas por los fieles, disparara las cotas de intensidad, los fieles despidieron con una gran ovación al Pontífice. Con tres «¡Viva el Papa!» en castellano, los jordanos dijeron adiós a un Papa tan cercano ayer en la distancia como en sus gestos.