La sucesión de Benedicto XVI
«Debo estar listo para lo que sea»
Después de permanecer en un segundo plano en la renuncia y despedida de Benedicto XVI, el canadiense Ouellet se. deja ver (por fin) en las congregaciones
Después de permanecer en un segundo plano en la renuncia y despedida de Benedicto XVI, el canadiense Ouellet se
deja ver (por fin) en las congregaciones
A quién madruga Dios le ayuda? Si el viejo refrán español se cumple siempre, el sucesor de Benedicto XVI podría ser asiático. El arzobispo de Manila, Luis Antonio «Chito» Tagle, quien con sus 55 años es el segundo «papable» más joven, fue uno de los primeros purpurados en llegar ayer al Aula Pablo VI del Vaticano, donde se encuentra la Sala del Sínodo de los Obispos donde se celebró la primera de las congregaciones generales. «Chito» Tagle, quien hizo gala de su humanidad al no poder aguantar las lágrimas cuando fue creado cardenal por Benedicto XVI el pasado noviembre, dio ayer otra muestra de su calidez al acompañar con cariño a la sala a su compatriota, el octogenario Ricardo J. Vidal, arzobispo emérito de Cebú.
El primer encuentro previo al cónclave del que saldrá el próximo Papa permitió por fin verle la cara al favorito en todas las quinielas de los papables, el cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos. Desde que se produjo la renuncia de Benedicto XVI, el también presidente de la Pontificia Comisión para América Latina estaba medio escondido. Probablemente angustiado por el gran interés que suscita su nombre en estos días de sede vacante, Ouellet no ha dado apenas entrevistas ni ha tenido apariciones públicas. Ayer llegó en coche para dejarse ver lo menos posible. «Tengo que estar listo incluso si pienso que, probablemente, otros podrían hacerlo mejor», dijo el domingo. «No puedo dejar de pensar en esa posibilidad. Razonablemente, cuando entro en el cónclave, tengo que decirme a mí mismo: ''¿Qué pasaría si...?'' Esto me hace reflexionar, me hace rogar, me da un poco de miedo. Soy muy consciente del peso de la tarea», afirmó Ouellet.
También estaban motorizados los cardenales estadounidenses cuando entraron en el Vaticano. Un minibús transportó a buena parte de los arzobispos residenciales de este país, entre los que se encontraba el que para algunos es el «papable» tapado, el titular de la archidiócesis de Boston, Séan Patrick O'Malley, quien ayer cambió su habitual túnica capuchina por el traje talar ordinario negro, con cordón y faja roja y el solideo sobre la cabeza. Utilizaron igualmente un mini bús los purpurados brasileños. En uno de ellos iba otro de los favoritos en las quinielas, Odilo Scherer, arzobispo de Sao Paulo, quien estaba acompañado de Geraldo Agnello Majella, titular de la archidiócesis de San Salvador de Bahía, y Raymundo Damasceno, arzobispo de Aparecida y presidente del episcopado brasileño. Entre los purpurados españoles, se detuvo un instante a hablar con la Prensa el cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla, quien dijo que será «irrelevante» en la elección del próximo Papa el «caso Vatileaks», en el que se filtraron a los medios cartas y otros documentos confidenciales de Benedicto XVI. «En la Iglesia, como ocurre entre los seres humanos, existen criterios diferentes, pero no hay enfrentamientos», comentó el cardenal Amigo, quien podrá participar en el próximo cónclave por tener menos de 80 años. «La Iglesia está unida y eso es lo que importa».
También habló con los periodistas el cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de Nápoles y elegido ayer por sorteo para ser ayudante del Camarlengo, Tarcisio Bertone, en las congregaciones particulares. Comentó que la decisión de quién será el sucesor de Benedicto hay que dejarla «en manos del Espíritu Santo» y pidió a Dios fuerzas para que «nos ayude a trabajar bien». El más señalado «papable» italiano, Angelo Scola, arzobispo de Milán, llegó acompañado de dos asistentes, mientras que Velasio de Paolis, presidente emérito de la Prefectura para los Asuntos Económicos y delegado pontificio para los Legionarios de Cristo, se acercó caminando, pues vive a pocos metros. De Paolis fue uno de los cardenales que cayó en la broma del falso obispo disfrazado y llegó incluso a saludarle.
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