Abusos a menores
El cardenal Pell, tesorero del Vaticano, condenador por abusos sexuales a dos menores
El responsable de la Secretaría para la Economía de la Santa Sede fue declarado culpable por un tribunal australiano
El cardenal austrialiano George Pell, responsable de la Secretaría para la Economía de la Santa Sede, fue encontrado culpable de abusos sexuales a dos menores por un tribunal de Melbourne, informan medios religiosos en Internet.
Estaba llamado a ser uno de los grandes protagonistas de la reforma planteada por Francisco, pero finalmente los escándalos por los abusos sexuales en la Iglesia -el tema que amenaza en estos momentos la hoja de ruta del Papa- ha terminado llevándoselo por delante. La Justicia de su país ha considerado culpable de cinco delitos relacionados con este fenómeno al cardenal australiano George Pell, actual prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano, una especie de ministerio de finanzas de la Santa Sede. Se trata del mayor cargo de la Curia condenado por abusos.
En una decisión bastante atípica, el tribunal que lo juzga todavía no ha hecho pública la sentencia para no influir en otro proceso que debería comenzar en marzo del próximo año. Los jueces habrían negado también a la prensa de su país que informaran de la resolución, pero distintos medios de sobrada credibilidad confirmaron que la deliberación duró tres días y que la docena de magistrados que se encargan del caso consideraron a Pell culpable por unanimidad.
El proceso se ha dividido en dos partes: por un lado, se han examinado varias denuncias por abusos cuando era obispo de Melbourne, en los años noventa; y por otro, en el juicio que aún no ha tenido lugar, se estudiarán otros episodios ocurridos en los setenta, cuando era sacerdote de Ballarat, una ciudad en la que hubo miles de casos de pederastia. Los hechos por los que ha sido condenado afectan a dos menores, de los que uno ha fallecido y el otro ha prestado testimonio bajo anonimato.
Pell llevaba siendo investigado en su país antes incluso de aterrizar en el Vaticano. Pero eso no impidió que Francisco lo nombrara en 2013 miembro del Consejo de Cardenales, el órgano diseñado para la reforma de la Curia, y que meses más tarde lo pusiera al frente de la Secretaría de Economía. Este dicasterio fue creado por el Papa con el objetivo de supervisar toda la actividad financiera del Vaticano y, gracias al prestigio de buen gestor, el cardenal australiano tuvo que irrumpir en la jerarquía vaticana para sacar las cuentas de los cajones secretos. En esos momentos, Pell era uno de los hombres de mayor confianza para Francisco.
Pero las investigaciones llevadas a cabo por la Comisión Real australiana -una institución en la que se implicaron políticos, fiscales y víctimas- siguieron acechando al cardenal. Según sus investigaciones, el 7% del clero de ese país se vio salpicado por la pederastia en las últimas décadas. Y Pell era uno de los principales sospechosos, tanto por acción como por omisión. En una declaración por videoconferencia desde Roma, testificó que siendo arzobispo de Melbourne y después de Sidney, “si un sacerdote negaba este tipo de actividades”, él se “inclinaba fuertemente a aceptar su negación”.
Rechazó durante años volver a su país a declarar alegando problemas de salud, hasta que a mediados de 2017 un tribunal le notificó que había abierto una causa contra él. Entonces dio una rueda de prensa en la que defendió su inocencia, se declaró víctima de una “persecución mediática” y regresó a Australia. El Vaticano le concedió una especie de excedencia, dejando su cargo en suspenso, y emitió un comunicado en el que destacó su “compromiso en la lucha contra la pederastia”.
Cuando le han preguntado a Francisco, se ha acogido a la presunción de inocencia. Y ahora el portavoz del Vaticano, Greg Burke, simplemente alega que “la Santa Sede mantiene todo el respeto por las autoridades judiciales australianas”. “Somos conscientes de que hay una orden de supresión [para mantener el silencio] y la respetamos”, dijo el lunes a los periodistas. Precisamente ese día daba cuenta de la última reunión del Consejo de Cardenales, del que Pell ya ha dejado de formar parte.
Además del australiano, otros dos purpurados han sido cesados: el chileno Javier Errázuriz y el congolés Laurent Monsengwo Pasinya. En el caso de Errázuriz, también salpicado por los abusos en la Iglesia de su país, después de que lo acusaran de encubrir a parte del clero. El Vaticano argumenta que la renuncia se debe a “la solicitud expresada por los cardenales” y a la “edad de algunos miembros”, ya que los cesados superan los 75 años con los que pueden abandonar sus funciones. Sus puestos no serán renovados.
En la práctica, Pell había dejado de ejercer como ‘ministro’ de Economía y es previsible que próximamente nombren a un sucesor. El favorito sería Luigi Mistò, que ha actuado como interino, y que devolvería el control de las finanzas a un italiano. Mientras, el Consejo de Cardenales se da por amortizado. La reforma de Francisco ya ha empezado una nueva etapa, en la que precisamente la lucha contra la pederastia ocupa el primer lugar. Y en ese rol, uno de los nuevos hombres fuertes es el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, que junto al jesuita Hans Zollner y los cardenales Blase Cupich y Oswald Gracias, organizará la cumbre de febrero con las conferencias episcopales de todo el mundo para prevenir los abusos.
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