Roma

El Papa de la sencillez frente al «materialismo inhumano»

Multitudinaria eucaristía en Daejeon

Una niña coreana observa al Papa en su visita al templo de Solmoe, en Corea del Sur
Una niña coreana observa al Papa en su visita al templo de Solmoe, en Corea del Surlarazon

Francisco llegó al estadio de fútbol de Daejeon, construido para el mundial del 2002, en un «papamóvil» desde el cual pudo recibir el fervor y entusiasmo de más de 50.000 católicos. Los asistentes tuvieron que llegar con horas de antelación debido a las largas colas por las fuertes medidas de seguridad en el primer acto multitudinario de esta visita pastoral. Minutos antes de comenzar la misa con motivo de la Asunción a María y la fiesta nacional surcoreana, el Santo Padre se reunió con una pequeña representación de familiares y supervivientes del fatal accidente de ferry «Sewol», que tiñó de luto las aguas coreanas el pasado mes de abril. Más de 300 estudiantes fallecieron cuando iban de viaje de estudios a la isla de Jeju. Un duelo que todavía sigue sobrecogiendo a los familiares y al país entero por las numerosas irregularidades cometidas. En el Ángelus, el Papa rezó por los fallecidos, supervivientes y familiares de «este gran desastre nacional». Durante la multitudinaria misa, el Pontífice invitó a los cristianos asiáticos a «combatir el señuelo del materialismo que sofoca los valores espirituales y culturales» y a hacer frente al «espíritu de competencia desenfrenada que genera egoísmo y conflictos», animando «a rechazar los modelos económicos inhumanos que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores», y a rechazar también «la cultura de la muerte, que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida, y atenta contra la dignidad de todo hombre, mujer y niño». Frente a este planteamiento, el Santo Padre llamó a los católicos coreanos, como «herederos de una noble tradición» para «valorar este legado y a transmitirlo a las generaciones futuras, lo cual requiere por parte de todos una renovada conversión a la Palabra de Dios y una intensa solicitud por los pobres, los necesitados y los débiles». Con estas palabras, el Papa dejó claro que no se esconde a la hora de afrontar los problemas de la sociedad, hablando claramente de ellos, pero su mensaje es optimista ya que la solución está en poner la esperanza en Dios y en la ayuda al prójimo y las fuerza de la Buena Nueva. «El Evangelio es el antídoto contra el espíritu de desesperación que parece extenderse como un cáncer en una sociedad exteriormente rica, pero que a menudo experimenta amargura interior y vacío», aseveró el Obispo de Roma, que no dudó en subrayar que «esta desesperación ha dejado secuelas en muchos de nuestros jóvenes». Por eso, durante la homilía deseó «que los jóvenes que nos acompañan estos días con su alegría y su confianza no se dejen nunca robar la esperanza».