Ciudad del Vaticano

La defensa de la vida,«desde el vientre de la madre hasta el fin»

Durante la Jornada de la Vida Consagrada. El Papa insta a proteger este «don para la sociedad» cuando es «frágil»

El Papa Francisco, ayer, con el incensario durante la eucaristía celebrada en la basílica de San Pedro
El Papa Francisco, ayer, con el incensario durante la eucaristía celebrada en la basílica de San Pedrolarazon

La lluvia que lleva unos días cayendo sin cesar sobre Roma e inundando las regiones del centro de Italia no impidió que miles de peregrinos se congregaran ayer en la plaza de San Pedro del Vaticano para rezar el Ángelus con el Papa Francisco, quien dirigió la oración desde la ventana de su estudio del palacio apostólico. El Papa recordó que ayer se celebraba en Italia la Jornada por la Vida, uniéndose al llamamiento del episcopado italiano de considerar que en cada persona se ve «el rostro del Señor amante de la vida, don para la familia y para la sociedad». Todas las personas están llamadas a «amar, servir, acoger, respetar y promover la vida», dijo el Pontífice, especialmente cuando ésta se encuentra en una situación «frágil o necesitada de atención y de cuidados, desde el vientre materno hasta su final sobre esta tierra».

La alocución antes del Ángelus estuvo dedicada casi en su totalidad a la iniciativa del Vaticano de dedicar el 2015 de manera especial a la vida consagrada. Explicó Francisco que todos los católicos se dan a Dios por medio del bautismo, pero que esta dedicación la viven de manera especial «los religiosos, los monjes y los laicos consagrados», quienes por medio de sus votos «pertenecen a Dios de una manera plena y exclusiva». Por medio de esta pertenencia, el Señor hace que aquellos que viven de manera auténtica ofrezcan un «testimonio especial del Evangelio del Reino de Dios».

Los consagrados, como es el propio Jorge Mario Bergoglio, que pertenece a la Compañía de Jesús, son una «señal de Dios» en los diversos ámbitos de la vida, son la «levadura» para que crezca «una sociedad más justa y fraterna, profecía de lo compartido con los pequeños y los pobres». La vida religiosa, subrayó Francisco, es realmente «un don de Dios» cuando se vive de forma completa. «Hay tanta necesidad de estas presencias, que refuerzan y renuevan el empeño de la difusión del Evangelio, de la educación cristiana, de la caridad hacia los más necesitados, de la oración contemplativa...», detalló Francisco, subrayando luego los esfuerzos por alcanzar «la justicia y la paz» entre «la familia humana» por parte de los consagrados. «¿Qué sucedería si no hubiera monjas? ¿Si no hubiera monjas en los hospitales, en las misiones, en la caridad? No puedo pensar en una Iglesia sin monjas. ¡Son grandes estas mujeres!», afirmó.

El Papa concluyó diciendo que tanto la Iglesia como el mundo necesitan este «testimonio de amor y de misericordia de Dios» que ofrece la vida religiosa y pidiendo que sea valorada «con gratitud». También animó a que se conozcan «los diversos carismas y espiritualidades» e invitó a los fieles a que recen para que los jóvenes respondan «sí» a la llamada del Señor de consagrar su vida a Él.

Antes del rezo del Ángelus, presidió una misa en la basílica de San Pedro. En su homilía, pidió a los religiosos que siempre tengan a Jesús en el centro de su vida y deseó que nunca sean «ni rígidos ni cerrados», sino alegres heraldos del Evangelio. Volvió además a destacar que el encuentro entre jóvenes y ancianos, entre «observación y profecía», se da de manera clara entre los consagrados. «No veamos estas dos realidades como contrapuestas», pidió.

El detalle

Sor Mercedes, cien años de entrega a los enfermos

Hoy cumple 100 años, justo un día después de que la Iglesia celebre la Jornada de la Vida Consagrada. La valenciana Mercedes Pérez, que lleva 75 años como religiosa en las Siervas de María, celebró ayer su aniversario en compañía de 97 miembros de su familia y de su comunidad. «No quiero regalos, sólo quiero que me quieran y que me aguanten. Pero el haber podido reunir a tanta familia ya es un regalo», dice Mercedes, que ha dedicado su vida al cuidado de los enfermos.