La sucesión de Benedicto XVI
La sede vacante, sin «bendiciones»
Ciudad del Vaticano- La Guardia Suiza luce una capa negra sobre su uniforme. El Papa ya no ocupa sus aposentos en el Vaticano y hasta que se elija al nuevo Pontífice, su labor de protección desaparece. No son los únicos que sufren la partida de su Santidad Benedicto XVI, los guías y las tiendas de regalos también notan la desbandada que se ha producido. Muchos peregrinos han acudido a lo largo de las dos últimas semanas a la Ciudad Eterna para despedir al Vicario de Cristo y han generado un negocio inesperado en la zona. Es más, desde el anuncio el pasado 11 de febrero, la tarifa de los taxis que transportan a los viajeros del aeropuerto al centro ha subido 10 euros. Pero ayer, volvía a ser un día común de febrero y los grupos de estudiantes suplen a las familias y a las parejas, con algo más de poder adquisitivo. En la tienda oficial del Vaticano, justo pegada a la basílica, más de siete personas atienden detrás del mostrador: «Estos días ha llegado mucha gente. Querían rosarios y monedas con la cara de Benedicto XVI pero hoy hemos notado el bajón. Esperamos que para el cónclave esto vuelva a llenarse», comenta Roberto, uno de los dependientes. La única cola de la tienda la encontramos al fondo; vende los sellos únicos de la sede vacante, «sólo se venden hasta que se elija a un nuevo Papa», explica Luigi, al otro lado de la ventanilla. Cuatro sellos por seis euros. También para recordar este «stand by» en el que se encuentra la ciudad más antigua del mundo, se emitirá una moneda de 2 euros, conmemorativa de la sede vacante, que lleva el emblema del cardenal Bertone en su función de camarlengo. Las bendiciones que se venden en las tiendas también están paralizadas: «Hasta que no se decida quién gobernará la Iglesia, no podemos encargar más bendiciones», explica Susanna, dependienta de la Galleria Savelli.La reducción de visitantes se aprecia a simple vista. La cola para visitar la Basílica de Bernini y Miguel Ángel, entre otros arquitectos, ya no da la vuelta a la plaza y a los guías les cuesta más encontrar clientes. Roberto, de Rome in Tours, reconoce que «los dos últimos fines de semana hemos tenido mucha gente pero ahora se nota que la gente se va y no volverán hasta las votaciones». A esto se añade que uno de los atractivos turísticos, la visita a la Capilla Sixtina, no se puede realizar. Se ha cerrado al público para adecuarla para el próximo cónclave. También se han restringido las visitas a los jardines del Vaticano. Sólo se mantiene inmóvil el dispositivo mediático que se ha montado a las puertas de San Pedro. La torre metálica que se montó hace unas semanas y que alberga a decenas de medios no se desmontará hasta que salga fumata blanca y los fieles griten: «¡Habemus Papam!».
Un papa latino, el mayor beneficio
Desde que comenzó la crisis, «no importa que la plaza esté abarrotada o que el Papa anuncie su renuncia, las ventas no mejoran», explica Susanna. Lleva más de diez años vendiendo recuerdos del Vaticano. Tanto ella, como el resto de empleadas, insisten en lo positivo que sería que el nuevo Papa fuera latinoamericano: «Tendría mucho tirón y los mexicanos y brasileños son los que más compran. Allí no hay crisis, por eso nos vendría bien que el elegido fuera de Suramérica».
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