Buenos Aires
Los fichajes de Francisco: cardenales sin fronteras
Su primer consistorio, el 22 de febrero
Antes del 22 de enero el Papa Francisco hará pública la lista con los nombres de los nuevos cardenales que creará en el consistorio que presidirá en el Vaticano un mes después, el 22 de febrero. Será el primero de su pontificado, por lo que la expectación es máxima para saber a quiénes elegirá para que sean los nuevos miembros del Colegio Cardenalicio. Aunque se esperan sorpresas en los nombres, como es propio en Jorge Mario Bergoglio, hay dos certezas respecto al consistorio: serán creados al menos 14 purpurados menores de 80 años y su origen tratará de reflejar la universalidad de la Iglesia, contribuyendo así a la internacionalización del conocido como «el club más exclusivo del mundo».
A la Curia romana irán a parar al menos cuatro birretas rojas, como confirman fuentes eclesiásticas a LA RAZÓN. Se da por seguro el ingreso en el Colegio Cardenalicio del secretario de Estado, el italiano Pietro Parolin. Aunque el poder de su oficina se verá reducido, pues está llamada a convertirse en la «secretaría papal», el «número dos» de las jerarquía vaticana no puede dejar de ser cardenal. Junto a Parolin habrá dos hombres que dirigen «ministerios» de peso en la Curia: el alemán Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el italiano Beniamino Stella, actual prefecto de la Congregación para el Clero.
El otro miembro de la Santa Sede llamado a convertirse en purpurado es el italiano Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los obispos. A Baldisseri se le conoce como el «cardenal a medias», pues debido a su responsabilidad como secretario del cónclave fue él quien le entregó a Bergoglio el solideo blanco tras ser elegido elegido Papa. El Pontífice, recuperando una antigua tradición olvidada desde los tiempos de Juan XXIII, le puso entonces a Baldisseri sobre la cabeza el solideo rojo que portaba, anunciando así su próxima creación como cardenal.
Si el Papa Francisco, como se espera, reduce el peso de la Curia y la predominancia italiana entre los purpurados, pocas birretas más puede conceder a los transalpinos. Salvo sorpresa, se quedarían a la espera del próximo consistorio pastores al frente de archidiócesis con tradición cardenalicia como el patriarca de Venecia, Francesco Moraglia, o el arzobispo de Turín, Cesare Nosiglia. Aunque es el país de origen de un 4% de los católicos, Italia representa el 24% del Colegio Cardenalicio, una cifra que se incrementó con Benedicto XVI tras haberse reducido con Pablo VI y con Juan Pablo II. Buena parte de los cardenales italianos son además miembros de la Curia romana, de donde procedía el 35% de los electores del último cónclave.
Para corregir este desequilibrio y lograr que los purpurados reflejen la universalidad de la Iglesia, Francisco dirigirá probablemente la mirada a su tierra, a América Latina. Puede partir de la archidiócesis que él comandó durante quince años, Buenos Aires. Su sucesor, Mario Aurelio Poli, está llamado a recibir la birreta en febrero de manos de quien fue su pastor. Se da por seguro que seguirá sus pasos el arzobispo de Río de Janeiro, Orani Joao Tempesta, organizador de la última Jornada Mundial de la Juventud que tan buen sabor de boca dejó en el Pontífice. También tiene muchas posibilidades el arzobispo de Santiago de Chile, Ricardo Ezzati. América Latina, con el 40% de los católicos mundiales, cuenta hoy sólo con 14 purpurados, el 13% del Colegio Cardenalicio, aunque durante algunos periodos del pontificado de Juan Pablo II llegó a representar el 20%.
Además de los probables nombramientos inesperados, que podrían proceder de Paraguay o de países centroamericanos, algún otro de los nuevos cardenales vendría de Estados Unidos. Entre los católicos norteamericanos el Papa cuenta con dos candidatos principales: el arzobispo de Los Ángeles, el latino José Gómez, y el nuevo presidente del episcopado y arzobispo de Louisville, Joseph Edward Kurtz. Menos claras están aún las previsiones en Europa occidental, donde sólo se da un nombre por seguro: el del británico Vincent Nichols, arzibispo de Westminster. Las grandes sorpresas se espera que provengan de África y de Asia, donde el Papa podría crear purpurados a pastores al frente de diócesis sin tradición cardenalicia o a anónimos misioneros que hayan destacado en su labor.
Aunque la quiniela de los posibles nuevos miembros del Colegio Cardenalicio esté llena de interrogantes, sí que parece seguro que serán al menos 14. El 22 de febrero los miembros con menos de 80 años y, por tanto, con derecho a voto en caso de un eventual cónclave, serán 106, por lo que faltarían 14 para llegar a la cifra máxima de 120 establecida por Pablo VI y confirmada luego por Juan Pablo II, aunque hubo algún consistorio, como el de 2001, en el que no se cumplió esa regla. Francisco podría superar con creces los 14 nombramientos si tiene en cuenta que en marzo habrá dos purpurados que cumplirán 80 años y que antes de que termine al año habrá otros ocho que también dejarán de ser electores.
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