Roma

«Me temblará la mano cuando tenga que votar»

Lluís Martínez Sistach- Cardenal Arzobispo de Barcelona

«Me temblará la mano cuando tenga que votar»
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«El Papa ha tomado posturas muy valientes y decididas al frente del Gobierno de la Iglesia»

–¿Cómo está viviendo este momento que podríamos calificar de inaudito dentro de la historia de la Iglesia?

–Se trata de una situación excepcional, porque llevábamos seis siglos sin que un Papa renunciara. Para uno es una sorpresa, pero lo vivo con una actitud muy eclesial; el propio Código de Derecho Canónico prevé que el Papa puede renunciar. En este sentido, hay una normalidad en la Iglesia, es algo que está previsto. Además, con la oración de todos los fieles, la presencia del Espíritu Santo y la ayuda de todos los organismos que toman parte en el proceso, se pondrá en marcha la elección de otro Papa.

–¿No generará algún problema el hecho de que haya dos Papas?

–Ya se ha dado en la Iglesia en otras ocasiones. Habrá solamente un Papa y un obispo de Roma, el otro será obispo emérito. Eso sucede en las diócesis cuando los obispos se jubilan y en ocasiones han convivido incluso con dos eméritos. Además, estoy convencido de que el actual Papa tomará la postura de no incidir por su extrema delicadeza, por su espiritualidad y amor a la Iglesia. Su declaración de renuncia está tan bien formulada y expresada, cada palabra es la necesaria, está pensada y repensada.

–¿Qué poso le deja Benedicto XVI?

–Es inevitable que lo primero que venga al corazón sea su visita pastoral a Barcelona, con motivo de la dedicación de la basílica de la Sagrada Familia, así como su visita al centro del Nen Deu, una obra social tan importante. El Papa me dijo que de ello le quedó un «recuerdo imborrable», entre otras cosas, porque llevaba la singularidad, belleza y simbología religiosa de la Sagrada Familia muy dentro de su corazón. Me quedo también con su magisterio, sus encíclicas, sus homilías. ¡Qué bien hechas! ¡Qué pedagogía, cómo planteaba una idea y la solucionaba! ¡Cómo se acerca a las personas! Tampoco hay que olvidar su decisión de gobierno, adoptando posturas muy valientes y muy decididas.

–¿Qué asignaturas quedan pendientes?

–En ocho años no se puede hacer todo. Pero, aunque hubiese sido un Papado más largo, como el de Juan Pablo II, tampoco lo pudo hacer todo. Siempre dejamos cosas para el que viene después: en las empresas, en las instituciones... Benedicto XVI ha puesto, por ejemplo, los cimientos de la nueva evangelización, uno de los grandes retos. Ha puesto en marcha un Dicasterio específico para este asunto, cuando los Papas normalmente no crean nuevos dicasterios. El mismo Sínodo de los Obispos también lo orientó a ello. El Año de la Fe que estamos viviendo tiene la finalidad de una fe comunicativa y que sea misionera.

–¿Sigue siendo la Iglesia española un referente para la Iglesia universal?

–Estamos ante una Iglesia viva, que tiene personas muy comprometidas, preocupada por los necesitados, que tiene inquietud por formarse en Teología... Tenemos las lagunas de que la doctrina social de la Iglesia es poco conocida y poco valorada, que podría plantearse como una alternativa a la problemática de la crisis económica.

–Hagamos el currículum del nuevo Papa.

–Ha de tener el máximo de virtudes y cualidades humanas, de preparación, que ame totalmente a la Iglesia y se entregue a ella, que tenga vigor en su cuerpo y en su espíritu, que vaya aplicando las máximas del Concilio Vaticano II, preocupado por los grandes temas del mundo, conocedor del diálogo fe-cultura, de la realidad del ecumenismo que sería un gran testimonio para todos los pueblos de la humanidad...

–¿Se ajusta este perfil al cardenal arzobispo de Barcelona?

–Buscaremos el mejor con el uso de nuestra inteligencia, con la ayuda de la oración de todos los fieles y de Espíritu Santo, el alma de la Iglesia. Yo he escrito mi carta a los Reyes Magos y no la cumplo ni la puedo llenar.

–¿No hay programa electoral?

–Claro que no. Es cierto que todos tenemos que hacer el trabajo de conocer a nuestros hermanos cardenales y buscar el que sea mejor. El programa es ver cuál es la situación y el contexto de la Iglesia y del mundo para servir lo mejor posible.

–Se estrena en el Cónclave. ¿Qué expectativas le genera?

–Por lo que ves y lees, lo primero que me surge es pensar en la responsabilidad que se te cae encima. Estoy convencido de que me hará temblar la mano cuando vaya a escribir y me acerque a la urna, cuando tenga que decir en la Capilla Sixtina el juramento delante de todos... Ver el fresco de Miguel Ángel sobre el juicio final sobre nosotros invita directamente a pensar que no se acaba todo en este mundo y que el Señor nos pedirá cuentas, porque es misericordioso y justo.

–¿Cómo abstraerse de las quinielas?

–No te puedes dejar influenciar; hay que ser racionalmente frío en ese sentido para dejarse llevar, una vez en el Cónclave, por el sentimiento y el corazón para ver lo mejor para la Iglesia.

–¿De qué país vendrá el nuevo Papa?

–Eso es secundario. Es mucho más importante la persona.

–¿Un Papa global para una Iglesia universal?

–Así es. Claro que tendrá sus raíces históricas, culturales y personales, y estará ligado a un país, porque somos personas, no ángeles.

– Y tuitero.

–El Papa actual lo hace. No es difícil. Imagínese, yo lo hago, lo hacen muchos cardenales. Afortunadamente, Twitter se aprende a manejar con facilidad.