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¿Qué santo se celebra hoy, 12 de abril? Todo lo que debes saber del santoral de hoy

La Iglesia Católica rinde homenaje a San Julio I papa defensor de la Iglesia Ortodoxa y San Zenón gran defensor de las fe y las virtudes cristianas

San Julio I
¿Qué santo se celebra hoy, 12 de abril? Todo lo que debes saber del santoral de hoyInfoVaticanaInfoVaticana

El santoral católico es una lista que recoge los nombres de los santos y beatos reconocidos oficialmente por la Iglesia Católica y los asigna a una fecha específica en el calendario. En total, el santoral incluye alrededor de 7.000 personajes insignes. Los santos son hombres y mujeres que han dejado una huella en la historia del cristianismo, destacándose por su sacrificio y su vínculo especial con lo espiritual. Los beatos, por otro lado, están en camino hacia la canonización, es decir, en proceso de ser reconocidos como santos.

En el santoral de hoy 12 de abril, se festeja a los siguientes santos:

  • San Julio I papa
  • San Alferio
  • San Basilio de Pario
  • San Constantino
  • San Damián de Pavía
  • San David Uribe
  • San Erkembodone
  • San José Moscati
  • San Sabas Godo
  • Santa Sofía de Fermo
  • Santa Visia de Fermo
  • San Zenón de Verona
  • Beato Lorenzo de Lisboa

En el periódico La Razón destacamos a San Julio I papa y San Zenón.

San Zenón de Verona: Defensor de la Fe y las Virtudes Cristianas

San Zenón de Verona, nacido en Mauritania-Italia, se destacó como obispo de Verona, ciudad que lo venera como su patrón. Su legado se caracteriza por la ferviente lucha contra el paganismo en decadencia, la herejía arriana y los abusos entre los cristianos.

Su dedicación al cuidado espiritual de sus fieles se evidencia en sus poderosos sermones, recopilados tras su fallecimiento en torno al año 371. En estas homilías (sermón), El santo expone las verdades fundamentales de la fe y anima a la práctica de las virtudes cristianas, especialmente dirigidas a los que inician en la fe, como preparación para el Bautismo.

Uno de sus tratados más destacados es el dedicado a las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Zenón enseña de manera clara que estas virtudes están intrínsecamente entrelazadas y son esenciales para la vida cristiana, siendo la base de nuestra unión con Dios.

Este tratado sobre las virtudes teologales enfatiza la importancia de la esperanza en las cosas futuras, sin la cual la humanidad no puede mantenerse en pie. Además argumenta que la esperanza es un elemento crucial que sostiene todas las artes y virtudes, proporcionando un fundamento sólido para la vida.

También resalta el papel central de la fe, que es necesaria para el desarrollo de la esperanza y la realización de acciones significativas. A través de ejemplos bíblicos y narrativas, ilustra cómo la fe ha guiado a figuras destacadas del Antiguo Testamento y a los primeros seguidores de Cristo en la realización de actos prodigiosos.

Finalmente exalta la supremacía de la caridad sobre todas las virtudes, describiéndola como la reina de todas ellas. La caridad, según él, es la fuerza que une a la humanidad, erradica los conflictos y promueve la paz y la solidaridad entre los seres humanos.

San Julio I: Defensor de la Ortodoxia

El pontificado de San Julio I(337-352) se distingue por su firme defensa de la ortodoxia católica ante los desafíos arrianos y por su decidida protección a San Atanasio, quien era considerado como un bastión de la fe de Nicea. Julio I demostró una firmeza extraordinaria, fruto de su elevado espíritu y profundo amor por la Iglesia y la verdad.

De origen romano, poco se sabe de la vida de San Julio I antes de su ascenso al papado. Fue elegido el 6 de febrero de 337, cuatro meses después de la muerte del Papa San Marcos. Su elevación coincidió con la muerte del emperador Constantino el Grande, seguida por el reinado de sus tres hijos. Sin embargo, bajo el pontificado de San Julio I, el papado recuperó su verdadera importancia.

Uno de los principales desafíos durante su pontificado fue la defensa de San Atanasio, quien enfrentaba la persecución de los arrianos. El santo se posicionó firmemente a favor de Atanasio, enfrentando la presión de ambos bandos. A pesar de los intentos arrianos por difamar a Atanasio, San Julio I lo respaldó y convocó un concilio en Roma para resolver el conflicto.

El concilio se celebró en el año 341, con la participación de más de cincuenta obispos. Mientras San Atanasio y sus seguidores fueron declarados inocentes, los arrianos se negaron a reconocer la autoridad del concilio y continuaron con sus acciones hostiles. Ante esta resistencia, San Julio I decidió convocar un concilio más amplio en Sárdica en el año 343, con el apoyo del emperador Constante.

El concilio de Sárdica afirmó el derecho de apelación al Papa y reafirmó la ortodoxia católica. Aunque los orientales se retiraron del concilio, los obispos occidentales continuaron con la sesión, restituyendo a San Atanasio y emitiendo excomunión contra los arrianos.

San Julio I fue reconocido por su santidad y firmeza en la defensa de la fe. Su papel fue fundamental en el fortalecimiento de la ortodoxia católica durante un período de intensa lucha contra la herejía arriana. Aunque falleció en abril de 352, su legado perduró en la historia de la Iglesia como un defensor incansable de la verdad.