Iglesia Católica

«Trabajar en favor de la familia garantiza el futuro»

El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, bendice a una de las muchas familias que se acercaron a la Catedral de la Almudena
El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, bendice a una de las muchas familias que se acercaron a la Catedral de la Almudenalarazon

El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, bendijo personalmente a las miles de personas que se acercaron a la Catedral de la Almudena

Las familias madrileñas cambiaron ayer de escenario para celebrar la fiesta de la Sagrada Familia. Cambiaron la Plaza de Colón, que compartieron estos últimos años con familias de toda españa, por su catedral, la de la Almudena, adonde el arzobispo Carlos Osoro llegó pocos minutos después de las diez de la mañana para bendecir, una a una, a todas las familias que se acercaron. En total, miles de fieles pudieron hablar unos instantes con su pastor, que les regaló una estampita dibujada por el mismo y en la que aparece la Sagrada Familia –Jesús, María y José– como modelo para la familia cristiana. Sin prisas, el prelado repartió bendiciones, gestos cariñosos y mucha cercanía. El matrimonio López Ríos, que acudió con sus cinco hijos, dijo que había sido «muy entrañable, una experiencia de Iglesia».

Osoro interrumpió la bendición –aunque la larga cola que ocupaba una nave lateral se mantuvo– para la celebración de la Eucaristía, que tuvo como protagonista principal a la familia. Fueron las familias las que participaron en la procesión de entrada, leyeron las lecturas, realizaron las peticiones y presentaron las ofrendas. También las que coparon prácticamente la intervención del arzobispo en su homilía, en la que hizo una defensa de la belleza de la familia cristiana, fundada en el matrimonio, y con el sustento de Dios. «Esto es lo más actual y moderno. Lo antiguo es vivir marginando a Dios, queriendo ser como dioses», afirmó.

«La familia cristiana –continuó– es la escuela del humanismo auténtico. Es en la familia cristiana donde descubrimos cómo la vida que nace se acoge con generosidad y responsabilidad, y al ser humano se le entregan todas las dimensiones que son necesarias para que alcance su vida real, y así, el futuro de la humanidad esté asegurado».

Más aún, dijo que trabajar en favor de la familia fundada en el matrimonio «es garantizar el futuro de la humanidad y contribuir a renovar la sociedad». «En la familia es donde se construye la cultura del encuentro, ya que es lugar de convivencia donde nadie queda excluido, donde todos son necesarios y cada uno recibe el amor y la ayuda que necesitan», añadió.

En este sentido, puso como modelo y prototipo a la Sagrada Familia, «donde contemplamos cómo el amor no es concéntrico, ni busca interés personal, ni toma en cuenta el mal recibido, sino que se alegra con la verdad».

Para defender la belleza de la familia cristiana se basó en tres rasgos: el convencimiento de que quien se la otorga es Dios, que ésta tiene su origen en Dios, y en que la familia de Nazaret camina unida. En esta tarea, el arzobispo de Madrid insistió, en primer lugar, en la necesidad de «acoger al Señor en el corazón de quienes entran a formar parte de la familia». Es decir, «Dios es la luz de los pueblos, de todos los hombres, y nadie puede quedar excluido de su amor». Y en segundo lugar, en la importancia de hablar de Jesús con obras y palabras: «Hay que hablar de Jesús. Hay que liberar y eliminar esclavitudes. La familia de Nazaret se abrió a la vida verdadera, poniendo de relieve su fuerza de humanización y la alegría del Evangelio de la familia. Toda familia, en comunión íntima de vida y amor, es lugar de humanización, cuna de vida y amor. La primera sociedad natural que es de institución divina, fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social».

Al concluir la celebración, el prelado volvió al altar de La Almudena para seguir bendiciendo a las familias, no sin antes acercarse a las personas con discapacidad que participaron en la misa para dar un beso en la frente a cada una de ellas.

Como colofón a esta gran fiesta, que congregó a unas 4.000 personas según el Arzobispado de Madrid, se repartieron chocolates para los niños, que pudieron disfrutar de una representación de la Navidad con guiñoles. Aunque fue una mañana muy fría, la lluvia respetó a los asistentes, que incluso pudieron contemplar un gran arcoíris sobre el Palacio de Oriente. Por la tarde, Osoro presidió las Vísperas y bendijo a los novios.