Coronavirus

Carolina Marín: “Esto ya no es psicosis. Esto es real”

La doctora en Psicología Carolina Marín analiza los enormes retos que tenemos por delante, entre ellos la convivencia familiar, la sensación de encierro y de falta de control

Carolina Marín Martín (Madrid, 1975) es doctora en Psicología y profesora en la Universidad Complutense. Como todos, estos días anda de cabeza. Con su madre ingresada por coronavirus, esta experta en asistencia a víctimas del terrorismo saca un rato para explicarnos lo que nos está pasando y cómo podemos sacarle provecho. Desde Psycast, la plataforma de divulgación psicológica que coordina, ha elaborado un decálogo que nos puede servir de brújula entre tanta incertidumbre. Acostumbrada a lidiar con el trauma y el malestar en su amplia experiencia clínica, Marín reconoce que nos enfrentamos a lo desconocido. Una crisis sin precedentes de la que podemos salir, si nos ponemos a ello, fortalecidos como sociedad.

-Si solo pudiera dar un consejo a alguien que está ahora mismo metido debajo de las sábanas muerto de miedo, ¿cuál sería?

-Primero, le diría que identificase el miedo, la emoción, y que no huyera de ella. Después, que la normalizara; las emociones y las sensaciones que está teniendo son normales ante lo que estamos viviendo. Todos las tenemos, en mayor o menor medida. Es una situación novedosa y sin precedentes que va a requerir poner en marcha recursos personales que ya teníamos o que nos tocará aprender. Le diría que se diese permiso y tiempo para adaptarse y aceptar las nuevas circunstancias. Que pensase que es necesario hacer una rutina que combine trabajo y ocio, que se levantase por las mañanas sabiendo qué tiene que hacer. Si está en familia, que busque tiempo y espacios de soledad. Que es el momento para estar presente, para vivir el día a día.

-¿Por qué cree que llevamos tan mal los seres humanos la incertidumbre?

-Más que el ser humano, podríamos hablar de la sociedad que hemos creado. Hemos encubierto la verdadera incertidumbre que supone la vida con conductas compulsivas de falso control con las que tratamos de subsanar la ansiedad que produce el no saber. Y ahora tenemos que enfrentarnos y cambiar de manera drástica nuestra forma de vivir. Aun así, seguimos generando conductas de control, como las compras masivas en los supermercados o la búsqueda compulsiva de información. A medio y largo plazo nos vamos a dar cuenta de que hay que volver a nuestra esencia, enfrentarnos a la incertidumbre y la ambivalencia que suponen vivir. Uno de los mejores aprendizajes que podemos tener es cambiar el concepto de control por el de responsabilidad común.

-Parece que la falta de rutina trae consigo una sensación incómoda de pérdida total de control. ¿Cómo podemos recuperarlo en una situación tan adversa?

-Estamos sobreactivados por la situación, que nos parece de ciencia ficción. Es como estar en una película y esto nos bloquea e impide centrarnos en nuestras responsabilidades, como el trabajo o el cuidado de los hijos. Poco a poco iremos entrando en una fase de aceptación y es importante que nos permitamos el tiempo para aceptar todo, el sufrimiento de la gente, el descontrol. Cada uno tiene su ritmo y si nos forzamos nos puede generar frustración. Algo que puede ayudarnos es ir pensando en organizarnos, que las rutinas son buenas y necesarias y que nos ayudarán a afrontar este momento. Sin embargo, como he dicho, debemos ser amables con nosotros mismos. Antes del cambio conductual está el cambio de creencias y de actitud ante la situación. Lo ideal es ir paso a paso.

-¿La primera baja de una pandemia es la salud mental de la población?

-Efectivamente, creo que esta situación pone a prueba la salud mental de nuestra sociedad. Nos expone a emociones como miedo, incertidumbre, ansiedad, ambivalencia, agobio, angustia y es un test sobre cómo las gestionamos. Es un momento importante para aprender a convivir con emociones desagradables sin dejar que cojan las riendas de nuestras acciones como si fueran el “otro virus”. Éste se alimenta de incomprensión, rabia, falta de empatía, y ninguno estamos exentos de sufrirlo. Hay enfrentamientos familiares, discusiones de pareja o hermanos por ver quién cuida a quién, comentarios terribles sobre personas que apreciamos como si estuviéramos al borde de un final apocalíptico. No podemos perderlo de vista.

https://www.psycast.es/guiacovid/2020/3/14/gua-coronavirus

Carolina Marín
Carolina MarínUCM

- ¿Cree que la sensación de total vulnerabilidad es la que produce tanto miedo? ¿Hay alguna fórmula para contenerlo?

-Si, la sensación de vulnerabilidad produce miedo. Pero, como he dicho anteriormente, tenemos que dar un cambio a los conceptos de incertidumbre, vulnerabilidad y control. Hay situaciones que trascienden nuestras propias necesidades individuales. Existe una emoción positiva muy poco conocida que se llama elevación y que aparece cuando observamos conductas altruistas en el resto. Existe evidencia de que la presencia de esta emoción incita a realizar comportamientos relacionados con el altruismo.

-¿Qué consecuencias puede dejar en la sociedad tanto estrés acumulado?

-Sinceramente, no lo sabemos. No hemos vivido nunca nada igual como para tener datos fiables y válidos. Mucho de lo que pueda suceder va a depender de si estamos psicológicamente preparados para contribuir a un bien social, comunitario y diría que hasta mundial. Si estamos preparados para gestionar las emociones negativas de estar o sentirnos encerrados, de tener que detener nuestras vidas para seguir viviendo. Considero que es una oportunidad para pensar que todos estamos en el mismo barco y tenemos que remar en la misma dirección. El trabajarnos la incertidumbre, el miedo, la ambivalencia o la paciencia nos ayudará para ser más felices y mejores personas el día que recuperemos nuestra rutina. Para que volvamos con más salud mental y no con menos.

-¿Cree que se asemeja esta pandemia a otros traumas que ha vivido España, como los ataques terroristas del 11-M?

-Se asemeja en algunas cosas, pero es muy diferente en otras. En el 11-M la gente se tiró a la calle a ayudar, una acción muy bonita y altruista que merece todo tipo de consideración y respeto. Ahora se nos pide hacer sin ser vistos, dejar de hacer sin que se note, hacer las cosas desde el verdadero altruismo que va más allá de ser reconocido. El otro altruismo tiene su parte de ganancia, lo que se nos pide ahora es distinto.

-¿Quiénes son los más vulnerables desde el punto de vista psíquico?

-Sabiendo que es una situación sin precedentes, te diría que no hay un grupo de riesgo y si lo hay no es tan claramente identificable. Tiene más que ver con rasgos de personalidad, por ejemplo obsesivos. También personas hipocondríacas. Sin embargo, a quienes más puede repercutir es a quienes basen su día a día en las relaciones sociales, que sean poco hogareños, que tengan ansiedad o dificultades de planificación y autogestión o que hayan podido tener conductas de evitación centradas en el trabajo o el deporte como forma de evasión de problemas en casa. Hay otros factores que podrían influir en la vulnerabilidad más que una patología psicológica previa.

-Otro de los inconvenientes que surgen es la convivencia tan atosigante a la que se somete a las familias. ¿Algún consejo para sobrevivir sin divorciarnos?

-Yo creo que esto puede ser de lo más difícil, sobre todo a medio y largo plazo. Podríamos decir que es imprescindible introducir en la rutina momentos de soledad y tranquilidad. Gestionar las tareas e idear juegos en familia. Es el momento de la creatividad. Buscar actividades positivas y lúdicas. Generar momentos amables y estar muy centrado en todo ello desde el principio porque la convivencia todos juntos, tanto tiempo y de manera indefinida puede generar muchos roces. También es muy importante hablar de las emociones que estamos sintiendo.

- En estos casos tan extremos, parece que sale lo peor y lo mejor del ser humano. ¿Cuál de las dos actitudes cree que es mayoritaria?

-Creo que ambas partes saldrán, dependiendo del momento en el que estemos, de la persona, de su contexto. Son muchas variables las que activan la palanca para uno u otro lado. Ambas partes están en nosotros y, posiblemente, este sea uno de los momentos para reconocer, aceptar y aprender de ellas.

- Parece que todo el mundo está pegado al whatsapp estos días. ¿Puede convertirse en una fuente de ansiedad más que de alivio?

-Es una forma de intentar saber, controlar y estar en contacto. Quizá esto nos pueda llevar a saturarnos del whatsapp y volvamos a echar de menos el contacto físico y el saludar con un abrazo. Que entendamos y valoremos que hay otras formas de comunicarnos después de todo y regresemos a nuestro día a día con una comunicación emocional más real.

- La psicología siempre habla de que el miedo tiene una función específica. ¿Cuál sería en esta crisis?

-La psicología habla de que todas las emociones tienen una función, lo que pasa es que en muchas ocasiones huimos de las que nos resultan incómodas, incapacitantes, que nos bloquean. Pero cuando nos quedamos en ellas y las escuchamos y les damos la oportunidad de que nos cuenten por qué están ahí, podemos aprender y crecer. El miedo nos puede bloquear y hacer que realicemos conductas compulsivas, como llamar a un familiar muchas veces para asegurarnos de que no ha pasado nada, llamar a nuestra pareja para ver si está bien y nos sigue queriendo… Lo que subyace es el miedo a que pase algo malo, a que nos dejen de querer. ¿Qué podemos hacer ahora? Sentarnos a sentir qué está pasando dentro de nosotros, por qué tenemos miedo, normalizar que se puede tener y no pasa nada, observarlo y dejar que pase sin tratar de aplacarlo.

-¿Cree que estamos en un momento de psicosis o esa etapa ya la hemos dejado atrás?

-Ya la hemos pasado. Estamos en una etapa de aterrizaje, de concienciación y de actuación hacia un bien común. Esto ya no es psicosis, esto es real. A nuestro alrededor tenemos casos positivos, unos sin consecuencias y otros más serios. En estos momentos mi madre está ingresada por coronavirus y mi padre y mi hermana están esperando los resultados con síntomas. Esto es real y todos lo estamos viendo. Nuestra reacción sería salir corriendo, estar con ellos, a su lado, pero la conciencia social y el bien común hace que nos quedemos en casa, gestionemos nuestra tristeza e impotencia y pongamos nuestro granito de arena para intentar controlar esta pandemia.

- ¿Están contribuyendo nuestros líderes políticos a tranquilizar a la gente? ¿Están a la altura?

-Cada uno hace lo que puede, ellos no están fuera de esta tempestad. Estarán gestionando los mismos miedos que nosotros, la misma incertidumbre y tomando decisiones con la responsabilidad que ello conlleva. No es momento de política, es momento de cuidarnos y sacar lo mejor de nosotros, haciendo referencia a esa emoción de elevación tan poco estudiada y tan importante.

- ¿De qué forma se le puede sacar partido a esta crisis? ¿Cómo nos puede fortalecer?

-Nos podría fortalecer individual y globalmente. Cuando yo dejo de mirarme a mí y me centro en hacer algo por el otro, estoy creciendo personalmente y haciendo que la sociedad mejore. Nos puede dar una visión del mundo, del ser humano y de la ayuda más global.

-¿Cómo podemos ayudar a alguien que esté aislado en cuarentena?

-La comunicación emocional tiene muchas vías. Se puede fortalecer en la distancia, es un buen momento para mostrar cariño diciendo a las personas lo que las queremos, lo orgullosas que estamos de ellas… Todo aquello que no decimos por nuestras barreras de comunicación emocional. Es el momento de unirnos en la distancia, desarrollar la conexión y dar lo mejor de nosotros saltándonos las barreras físicas.