Psicología

¿Por qué las teorías conspiratorias tienen tantos adept@s?

El ser humano tiene aversión a la incertidumbre. Necesita tener control sobre su entorno, buscar certezas y encontrar respuestas rápidas, que además tengan un gran contenido emocional, para explicar lo que sucede. Con la ayuda de un experto, analizamos cuales son los motivos por los que situaciones como la actual crisis del Covid-19, son el caldo de cultivo perfecto para las fake news y el pensamiento “conspiparanoico”.

El truco de la barra espaciadora de WhatsApp que hace mucho más fácil editar texto.
El truco de la barra espaciadora de WhatsApp que hace mucho más fácil editar texto.Ramón López Calvo.Pixabay.

Si pensamos detenidamente en la mayoría de las teorías “alternativas” a las que ha dado lugar la pandemia, podemos encontrar un nexo común: todas son bastante elaboradas y complejas. Bajo un halo de racionalidad, estas creencias apelan a emociones universales muy potentes: la ira, la frustración, la inseguridad, el miedo... Una combinación muy peligrosa que, en un mundo globalizado como el nuestro, puede hacer que una idea “peregrina”, aislada, de unos pocos iluminados, pase a convertirse en una duda “razonable” para millones de personas en cuestión de horas.

Para Manuel Armayones, psicólogo e investigador del eHealth Center de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), así se definen alguna de las claves explicar el éxito de las teorías “conspiparanóicas”. “Los seres humanos nos solemos regir por un principio que se llama sesgo de proporcionalidad: tendemos a buscar soluciones complicadas para problemas complicados. Así, algo tan complejo como la pandemia Covid-19 no podemos pensar que sea atribuible a algo tan simple en la naturaleza como un virus de origen natural, con gran capacidad de contagio. Vistos los efectos brutales en todos los ámbitos de nuestra vida (salud, economía, hábitos, impacto en nuestras relaciones, entre otros) tendemos a buscar explicaciones muy sofisticadas y que, en ocasiones, nos abocan a creer en estas teorías, alimentadas por el gran caldo de cultivo que suponen las redes sociales”.

El efecto “cuñado”

“Los creadores de fake news saben aprovechar la necesidad de sentirse “especiales” de algunas personas, la de encontrar soluciones “rápidas” a los problemas para vencer el miedo y la inseguridad, de otras. Detectan a gente con estas características de personalidad y los usan como vectores de entrada para llegar a otros que, quizá, tienen un pensamiento más crítico", explica Armayones. “Creerse las fake news no es un acto aislado- prosigue-. Normalmente, hay una situación de base, una tendencia previa a pensar que el gobierno, las empresas u organizaciones o cualquier otro colectivo ‘no es creíble’ y ‘oculta algo’”.

La gran capacidad de penetración y diseminación de estos bulos a través de las redes sociales hace que sea complicado encontrar un antídoto para desactivarlos. “Sin duda, sería el análisis crítico y sosegado, justo lo opuesto a lo que plantean muchas informaciones falsas que apelan unas veces a la inmediatez, otras al secretismo, a través de grupos privados, y otras a la necesidad de muchas personas de sentirse en posesión de verdades que no lo son. La solución no es fácil, de serlo ya no existirían y, sin embargo, en esta pandemia, hemos asistido a un verdadero recital de fake news", añade.

“Kit” de pensamiento crítico

En opinión del experto, las iniciativas que se crean desde los gobiernos para detectar e intentar impedir la expansión de estas teorías son contraproducentes, ya que pueden ser utilizadas como una confirmación de que, efectivamente, la información es veraz y "hay algo oculto”. ¿Qué podemos hacer entonces para enfrentarnos a ellas? Arbayanes nos ofrece algunas claves sobre dónde y cómo se puede actuar:

- En colegios y centros educativos. “Trabajar con los alumnos, y en cursos específicos, algunas de las estrategias que se utilizan para armar y viralizar este tipo de información; e incluso cambiar la mirada a la situación invitándoles a buscar y realizar un análisis crítico de fake news”

- “Kits” de pensamiento crítico. “Ofrecer a los ciudadanos pequeños kits para hacer su propio análisis con preguntas como: ¿tengo evidencias de que es cierto?, ¿me inspira realmente confianza quién lo transmite? ¿existe alguna explicación alternativa?, ¿se ha puesto en duda la información por parte de personas significativas en la sociedad?, ¿alguna organización ha hecho un análisis en el que se haya contrastado la información con datos?, ¿existen datos objetivos a los que se pueda acceder para valorar yo mismo la veracidad?"

- Otros ámbitos. “Desde las administraciones, la denuncia pública que se hace en algunos medios, aportando datos con rigor, con más información que “opinión” y con sistemas de contraste; así como con la creación de espacios en los que compartir fake news “desenmascaradas”e invitando a toda la sociedad a formar parte de la solución y no del problema (reenvíos, difusión, etc).”

Usando estas “armas”, parece más probable desmontar argumentos falsos y lanzar la idea de que si eres medianamente serio no te crees lo primero que lees. “No es ni fácil ni rápido, pero sí una estrategia que puede contribuir a “vacunarnos” contra ello”, concluye.