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Salud

El virus avanza sin unidad de acción frente a los rebrotes

Según el estudio ENE-COVID del ministerio, el aumento de contagios desde el desconfinamiento es mayor que el reconocido oficialmente

El Ministerio de Sanidad en colaboración con el Instituto de Salud Carlos III y el Instituto Nacional de Estadística presentó ayer la tercera y definitiva fase del Estudio Nacional de Seroprevalencia (ENE-COVID), el trabajo de campo para determinar qué porcentaje de la población española ha estado en algún momento en contacto con el coronavirus SARS-CoV-2. El dato arrojado de esta nueva investigación no difiere mucho de los que las anteriores olas detectaron. Solo el 5,2 por 100 de la población ha superado la enfermedad y, por lo tanto, presenta anticuerpos contra ella. Dicho de otro modo, el 94,8 por 100 de los españoles, en teoría, siguen siendo susceptibles de contagiarse.

Los estudios de seroprevalencia son más o menos relevantes dependiendo de a quién se le pregunte. Cuando el ayuntamiento de Torrejón de Ardoz terminó el suyo propio (que arrojó que un 22 por 100 de los ciudadanos de la localidad eran seropositivos) voces del Ministerio, incluyendo a Fernando Simón, advirtieron de que ese tipo de estudios locales, poco protocolizados y aislados de contexto no servían de mucho.

El trabajo liderado por el Gobierno, según los propios autores, debería ser más relevante. Publicado ayer mismo en la revista «The Lancet», esta investigación pasa por ser una de las más completas realizadas en Europa. El propio ministro Illa la presentó en su primera fase el 27 de abril como una herramienta fundamental para tomar mejores medidas en el proceso de desescalada. La notificación de los datos finales, ya sin ministros ni Fernando Simón en la rueda de prensa, ha tenido menos ínfulas de gran anuncio científico. Porque lo cierto es que la desescalada se ha realizado sin esperar a las conclusiones, que el estudio no ha arrojado ninguna sorpresa destacable y que la situación epidemiológica del país sigue su curso: con ENE-COVID y sin él.

El dato más destacado, sin duda, es la escasa incidencia apreciada del virus en la población general, no así entre los sanitarios, que duplican con creces la proporción de contagiados. El 5,2 por 100 español está en línea con el dato de otros países de Europa, que muestran índices de contacto con el virus similares al nuestro, entre el 4 y el 5 por 100, lo que parece indicar que las medidas de contención en España (donde desde el Gobierno se han afanado en recordar que se tomaron las más drásticas entre los países de nuestro entorno) no han supuesto un beneficio relevante para nuestra población.

Una magna investigación como esta debería servir para tener un dibujo más certero de la crisis e impulsar medidas correctas de contención de los posibles brotes. ¿Ha servido realmente para eso?

El dato, como se ha dicho, no es ni sorprendente ni precoz. Coincide con lo esperable y llega tarde ya que las decisiones sobre la desescalada, el fin del estado de alarma y la vuelta a la «nueva normalidad» ya están tomadas. Pero, además, el resultado no es suficientemente relevante para saber cuántos españoles están de verdad inmunizados contra el coronavirus. Como explicó ayer la directora del Centro Nacional de Epidemiología, la doctora Marina Pollán, «que una persona no presente anticuerpos no significa que no esté protegida inmunológicamente». La doctora se refería a las recientes noticias sobre investigaciones en Suecia y en España que parecen avalar la teoría de una posible inmunidad celular contra la COVID-19: personas que no han generado anticuerpos, que incluso pueden no haber estado en contacto directo con el SARS-CoV-2, pero que sí producen respuesta a través de células especializadas del sistema inmunitario. Algunos trabajos preliminares apuntan a que la población inmunizada podría ser varias veces superior a la que se detecta en los estudios como el ayer presentado. De manera que el ENE-COVID puede que no esté revelando más que una pequeña porción de la realidad.

Además, su influencia en la política real parece atenuada a la luz del camino que lleva la desescalada. La decisión sobre el desconfinamiento de la población se tomó apresuradamente y sin el conocimiento real de la seroprevalencia total. No parece realista pensar que, si este estudio hubiese arrojado datos muy diferentes, la política del Gobierno hubiera cambiado. De hecho, el azote de los rebrotes en España demuestra que ya no hay unidad de acción contra la pandemia (si la hubo algún día). La Xunta de Galicia ha aislado a 71.000 personas en la comarca de A Mariña para contener un rebrote (cuando los criterios epidemiológicos aconsejan controles de 14 días) mientras la consejera de Salud de la Generalitat, Alba Vergés, advierte de que el confinamiento en la comarca leridana de Segrià podría «durar más de dos semanas». Los brotes empiezan a aflorar por toda la geografía nacional y parece claro que las autoridades sanitarias no siguieron el consejo de la OMS de aprovechar el periodo de confinamiento para definir una política unitaria y eficaz contra posibles nuevas oleadas.

Para comprender la situación real en la que nos encontramos respecto al virus sirven algunos datos. El primero es que un importante número de nuevos casos son producto de la movilidad, desde fuera de nuestras fronteras y localmente. Algo similar se ha detectado en Italia. El coronavirus sigue sirviéndose de la apertura de fronteras para rebrotar.

El segundo es que España no cuenta con un sistema de rastreo y seguimiento mediante tecnologías potente. El proyecto piloto de La Gomera se ha puesto en marcha de manera muy modesta y tardía. Iniciativas como la de la Comunidad de Madrid de abrir al público el mapa en tiempo real de casos activos en la región son realmente útiles, pero no están generalizadas. Resulta cuanto menos sorprendente que en medio de una crisis de rebrotes por toda la nación, el Ministerio haya decidido dejar de suministrar datos de contagios durante todo el fin de semana.

El tercer dato, quizás más preocupante, surge del estudio más sosegado de los resultados de seroprevalencia ofrecidos ayer. Entre la segunda y la tercera oleada del análisis serológico se aprecia un aumento de casos positivos del 0,2 por 100. ¿Parece poco relevante? Para una población de 46.900.000 españoles, ese 0,2 por 100 de aumento supone haber pasado de 2.345.000 a 2.438.000 contagiados registrados en un mes. A razón de cerca de 3.000 contagios diarios. Muchos más de los que el sistema está detectando.

Existen muchas dudas sobre la importancia que tendrá el estudio presentado ayer en las políticas de contención de posibles rebrotes. Pero lo que los datos demuestran con mayor certeza es que el virus está activo en un momento en el que las políticas para combatirlo parecen empezar a bajar la guardia.