Pandemia
Los expertos contradicen a Illa: «Si no hay un confinamiento ya, la tercera ola será devastadora»
Médicos y epidemiólogos defienden actuar antes de que sea tarde bajo el control de Sanidad
El famoso semáforo de la Covid-19 en España no deja lugar a dudas y tiñe de rojo prácticamente todos los rincones de nuestro país. Los datos son contundentes, pues la tasa de contagios sube como la espuma a un ritmo vertiginoso durante los últimos días hasta sobrepasar, con creces, los más de 575 casos por cada 100.000 habitantes en la mayoría de comunidades autónomas, es decir, en situación de riesgo extremo. «Y lo peor está por llegar», tal y como advierten Salvador Illa, ministro de Sanidad, y Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias.
En ese nefasto presagio también coinciden los epidemiólogos, que llevan semanas haciendo saltar todas las alarmas, pero sin ningún éxito: «Hemos avisado de que viene el lobo, pero siguen sin hacer nada para evitarlo. Haber celebrado la Navidad con medidas tan livianas ha sido un gravísimo error de gestión y ahora empezamos a pagar las consecuencias a un precio muy caro», lamenta Álex Arenas, catedrático de Ingeniería Informática y Matemáticas de la Universitat Rovira i Virgili (URV), quien hace hincapié en que «si no hacemos algo ya mismo, como un nuevo confinamiento estricto y la reducción severa de la movilidad, la tercera ola resultará devastadora, pues es la única medida que ha demostrado ser eficaz para doblegar la curva, que es el reto que volvemos a tener delante de nosotros. Se trata de nuestro freno de mano cuando estamos al borde del precipicio. Desde luego que es una decisión muy complicada, pero tal y como está ahora la pandemia, no queda otra alternativa».
Esta opinión también la defiende Joan Caylá, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología, quien reconoce que «España va con un claro retraso en la toma de decisiones y eso resulta un grave problema. Cuando la mayoría de países europeos optaron por una Navidad con fuertes restricciones aquí se obvió esa posibilidad y el resultado ha sido un crecimiento de contagios exponencial, agravado por la nueva variante que parece más contagiosa. Estamos abocados a tomar las medidas que países como Alemania o Reino Unido ya impusieron hace semanas porque las UCI están al límite y hemos cruzado la línea roja. Resulta inadmisible que en España muera cada día la ingente cantidad de personas que fallecen por esta infección. Aunque por desgracia parece que nos hemos anestesiado, las cifras son intolerables y esto hay que revertirlo inmediatamente».
Tipo de restricciones
Y la pregunta del millón es: ¿Cómo se puede dar la vuelta a esas sobrecogedoras cifras? Los expertos no dudan en la respuesta: «Con una reducción drástica de la movilidad y con un confinamiento domiciliario de manera general, limitando todos los encuentros sociales, dejando abiertos solos los servicios esenciales e impulsando al máximo el teletrabajo y la educación a distancia siempre que se pueda, como por ejemplo a partir de Secundaria», asegura Salvador Macip, médico e investigador en la Universidad de Leicester (Reino Unido), quien desde el otro lado del Canal de La Mancha ve atónito «la pasividad con la que se está actuando en España». «Habría que ser más proactivos, pero el Gobierno va siempre un par de semanas tarde y busca soluciones cuando ya está el problema delante, pero eso solo son parches. Se ha demostrado que la clave del éxito está en la anticipación y eso sigue fallando aquí», insiste Macip.
De hecho, los niños han vuelto al colegio a pesar de que muchos expertos aconsejaron «retrasar la vuelta porque puede ser una bomba de relojería mezclar a los menores después de que en Navidad hayan estado en reuniones familiares. La ventilación de las clases es imprescindible, pero la ola de frío no invita a ello. Lo más sensato habría sido apostar por una pseudocuarentena antes de regresar a la actividad lectiva», advierte Arenas. Sin embargo, «en muchos hogares no es factible y puede ser peor el remedio que la enfermedad si se opta por dejarles con los abuelos mientras los padres trabajan», reconoce Caylá, quien apuesta por una estrategia bien definida de restricciones que aseguren las necesidades sociales.
Y cuanto más se tarde en instaurar estas medidas, más duraderas y estrictas deberán ser, ya que resultará más complejo voltear la curva. «Con la tasa de incidencia actual, es el momento de que Sanidad vuelva a tomar el control. Ya no vale que cada Comunidad actúe por su cuenta», asegura Arenas. Además, entre los deberes pendientes, Caylá destaca que «el rastreo efectivo de los casos está mostrando muchas lagunas. No controlar los contactos es un grave error que puede disparar los contagios cuando la nueva variante del virus se haga más presente entre nosotros. De poco sirve aumentar el número de test si luego no se logra un seguimiento eficaz».
¿Inmunizados en verano?
La Navidad, la llegada de nuevas variantes del SARS-CoV-2 y el intenso frío dan forma a la ecuación de «la tormenta perfecta» que dispara los contagios, según advierten los epidemiólogos. Y aunque la vacuna ya es una realidad, el reto de la inmunización parece una utopía. «Si no logramos la inmunidad de rebaño antes de julio y no tenemos un verano normalizado con turistas España estará al borde de la bancarrota. Para ello habría que vacunar al 70% de los ciudadanos y eso sólo sería posible si cada médico de familia y enfermera inmuniza a la semana a cien de sus pacientes. Resulta asumible, pero hace falta una estrategia de organización centralizada por Sanidad que ahora mismo brilla por su ausencia», lamenta Caylá.
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