Entrevista

«La psicoterapia es el gran avance para tratar los trastornos del eje cerebro-intestino»

Entrevista al doctor Manuel Medina, director de la Unidad de Neurogastroenterología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla

Manuel Medina, director de la Unidad de Neurogastroenterología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla
Manuel Medina, director de la Unidad de Neurogastroenterología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de SevillaLa RazónLa Razón

1. ¿Qué son los trastornos del eje cerebro-intestino (TECI)?

Son un conjunto de alteraciones digestivas que se diagnostican mediante criterios clínicos recogidos en el consenso de Roma IV, por lo que no hay pruebas diagnósticas para confirmarlos, sino que van dirigidas a descartar enfermedades que cursan de forma similar. Los más frecuentes serían el síndrome de intestino irritable y la distensión abdominal funcional. Dentro de estos TECI, un porcentaje no despreciable obedece a alteraciones inespecíficas, es decir, trastornos que comparten criterios de varias entidades, por lo que su manejo se dificulta más.

2. ¿En qué se traducen a nivel físico y emocional?

Los TECI tienen un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes, con una disminución de rendimiento laboral y académico, con alta tasa de absentismo. Estos afectados, aparte de síntomas digestivos, presentan otros sistémicos como cansancio, niebla mental, polimialgias, cefaleas, falta de concentración, entre otros; por lo que repercute negativamente en su autoestima, lo que acarrea una gran afectación emocional.

3. ¿Qué consecuencias tiene en su calidad de vida?

Entran en una espiral muy negativa que empeora activamente su calidad de vida. Este es el gran problema, ya que la salud orgánica no se ve disminuida, pero nos encontramos con pacientes jóvenes que no pueden desempeñar sus tareas diarias.

4. ¿Cuántas personas se estima que sufren uno de estos trastornos en nuestro país?

Dependiendo de la región, se cree que una de cada cuatro personas reúne criterios diagnósticos de Roma IV, por lo que la prevalencia de este trastorno es extremadamente alta.

5. ¿Es una patología infradiagnosticada?

Absolutamente. Como decíamos, hay que trabajar para realizar un diagnóstico en positivo en función de los síntomas. No hay pruebas complementarias que nos confirme un diagnóstico, estas sólo van dirigidas a descartar otras enfermedades, tales como sobrecrecimiento bacteriano, enfermedad celíaca, colitis microscópicas, enfermedad diverticular del colon, gastritis por H. pylori.; pero hay que dejarle muy claro al paciente en la primera consulta que estamos sospechando un trastorno de este tipo, ya que disminuiremos mucho su angustia y ansiedad a la hora de afrontar las distintas pruebas diagnósticas.

6. ¿Cuál es el perfil de las personas con TECI?

Este tipo de trastornos es más frecuente en mujeres de 35-45 años, con hábitos dietéticos saludables, que caen en las redes de las intolerancias alimentarias «tan de moda» y que provocan una gran restricción de determinados alimentos, por lo que empeoramos el problema de base, ya que las intolerancias, a mi parecer, son consecuencia y no causa de estos trastornos. También suelen coexistir lo que denominamos trastornos comórbidos, que son aquellos que afectan a otras especialidades, tales como síndrome de fatiga crónica, síndrome de vejiga irritable, trastornos autoinmunes, endometriosis, entre otros. Todos ellos también restan una gran calidad de vida. Por eso es tan importante el abordaje integral de esta patología.

7. ¿Qué papel juega la microbiota en estos trastornos?

Es la piedra angular de todo. Ya lo decía Hipócrates de Cos hace 4.200 años: «todas las enfermedades comienzan en el intestino». La microbiota es un conjunto de microorganismos que habitan en nuestro organismo, siendo más frecuente en el intestino. En un adulto de 75 kg supone unos dos kg, pero aparte implica una gran carga genética, es decir, nuestros genes en un 90% son de origen microbiológico. Este dato es apasionante. No es difícil deducir que un cuatrillón de microrganismos conviviendo en nuestro intestino deben de estar en equilibrio entre especies beneficiosas y otras potencialmente patógenas, si bien ese equilibrio es muy fácil de romper por razones como la gestión de emociones, como primera causa, y los hábitos dietéticos y fármacos, en segundo y tercer lugar.

8. Una vez diagnosticado, ¿qué tipo de tratamientos se usan?

Todos pasan por establecer una correcta relación médico-paciente. De nada sirve el resto de tratamientos si no somos capaces de calmar la ansiedad y angustias que presentan estas personas.

9. ¿Es necesario un equipo multidisciplinar de profesionales?

Es fundamental. Intervienen los nutricionistas, los psicólogos clínicos y los especialistas en neurogastroenterología, pero, asimismo, debemos establecer relación bidireccional entre urólogos, ginecólogos, medicina interna, fisioterapeutas, neurólogos, entre otros.

10. ¿Qué innovaciones existen en el abordaje de los TECI?

La gran novedad la tenemos delante de nosotros pero, por desgracia, existe un gran estigma en la sociedad con respecto a la psicoterapia. Se estima que el 70% de las personas con estos trastornos mejora su calidad de vida si trabaja la gestión de emociones, pero el porcentaje de pacientes que acude a un gabinete de salud mental por este tipo de problemas, a recomendación del neurogastroenterólogo, es muy bajo. Nos desviamos en multitud de pruebas de intolerancias o, actualmente, el auge de los test de microbiotas que, aparte de caros, no nos aporta maniobrabilidad a la hora de un enfoque terapéutico certero. Sin duda se prevén grandes avances en esta ciencia, pero aún ni siquiera hemos visto la punta del iceberg, por lo que no debemos buscar el mejor test de microbiota del mercado, sino abordar estas patologías de forma multidisciplinar. Si tenemos herramientas para una gestión de emociones correctas, unos buenos hábitos saludables y un especialista motivado y proactivo, lograremos mejorar la calidad de vida de los pacientes.