Entrevista

Andrea Sorinas: «A la industria alimentaria no le interesa que comamos sano»

«No hay alimentos buenos o malos, todo depende de la frecuencia de consumo y del contexto», asegura

Andrea Sorinas
Andrea SorinasALMA MORENOLA RAZÓN

Su filosofía resulta sencilla y redonda: «comer con coco» es la herramienta más eficaz para ganar salud en cada bocado. Pero no siempre resulta sencillo, por ello Andrea Sorinas, dietista-nutricionista con más de 12 años de experiencia, acaba de publicar «El libro que la industria alimentaria no quiere que leas» (Libros Cúpula, Editorial Planeta), una obra que desentraña las claves para comprar bien, comer mejor y mantener la motivación.

¿Es necesario que todos leamos un libro así?

Creo que hay demasiada información sobre nutrición que, sin duda, despista y desespera a la población. Entre el bombardeo en redes sociales, el intrusismo que hay en esta profesión y que cada vez hay más estudios científicos que actualizan (y echan por tierra) las afirmaciones nutricionales que hace dos días entendíamos como válidas, el consumidor se ve abrumado con tanta información contradictoria. Por eso en este libro he querido aportar claridad a tanto lío, con evidencia científica y sentido común.

¿Por qué la industria alimentaria no quiere que lo leamos?

Porque no le interesa que os convirtáis en el tipo de consumidores en el que os vais a convertir al leerlo, con criterio propio, con herramientas para comprar sano sin que le líen las «medias verdades» de las etiquetas, que sabe cómo comer sano fácil y rápido y mantener la motivación a lo largo del tiempo. Y es que, a la industria alimentaria no le interesa que comamos sano. Gana más dinero si compramos productos ultraprocesados. Le conviene fabricar productos baratos que estén ricos. El objetivo es que tú cada vez compres más y ellos ganen más dinero.

¿Cómo lo hacen?

Cuentan con ingredientes como azúcares, harinas refinadas, grasas de mala calidad o sal y en ocasiones añaden aditivos, potenciadores del sabor o aromas que hacen que el producto sea irresistible. Además, están por todas partes y nos bombardean con publicidad para que los compremos.

¿Qué impacto tiene eso en la salud?

Estos alimentos no solo empeoran la salud, sino que no nos aportan nada bueno, no nos nutren. El ultraprocesado también reduce el poder saciante de los alimentos. Es la pescadilla que se muerde la cola, ya que estos productos ni nos nutren ni nos sacian, por lo que comemos más y compramos más.

Asegura que comprar bien es el primer paso para estar sanos...

Es uno de los más importantes, pues comemos los alimentos que tenemos disponibles en la nevera y la despensa. Un alto consumo de ultraprocesados está asociado con aumento de la presión arterial, colesterol LDL, triglicéridos, inflamación, grasa corporal y problemas metabólicos, entre otros. Debemos fomentar una mayor conciencia sobre la calidad de los ingredientes. Que los consumidores sepan identificar qué ingredientes deben evitar en una etiqueta, para reducir la ingesta de sustancias perjudiciales y mejorar su bienestar general.

Pero ir al supermercado y elegir bien es una odisea. ¿El marketing nos engaña?

Realmente no nos engaña, ya que los reclamos que utilizan están legislados y permitidos. Pero sí que nos engatusa y nos hace el lío. Por ello hay que saber diferenciar entre las declaraciones nutricionales y los reclamos publicitarios del producto. Que un producto sea light, integral, fuente de hierro, rico en fibra o receta artesana, no quiere decir que sea saludable. La industria alimentaria «maquilla» ultraprocesados con estos reclamos o exagera sus propiedades para que parezcan saludables, pero siguen conteniendo ingredientes nada beneficiosos.

Aboga por no eliminar ningún alimento, ¿por qué es un error prohibir?

La rigidez y la restricción son insostenibles a largo plazo. Prohibirse alimentos perpetúa la cultura de dieta, la mala relación con la comida, y aumenta el deseo por estos productos. No hay alimentos buenos o malos. Todo depende de la frecuencia de consumo y del contexto.