Psicología

¿No puedes dejar de morderte las uñas? La psicología tiene la respuesta

Morderse las uñas es un hábito que muchos tienen pero pocos comprenden. Desde nervios hasta simples reflejos, las teorías son muchas, pero la psicología nos da una perspectiva más profunda

La mejor manicura para la autoestima
Significado de comerse las uñasFreepik

No importa si estás en una reunión importante, viendo una película o en una conversación tranquila; en un momento de descuido, puedes encontrarte mordisqueando tus uñas sin darte cuenta. Es un hábito que muchas personas llevan desde la infancia, y aunque puede parecer inofensivo, a menudo está relacionado con ciertas características de la personalidad o incluso con respuestas emocionales automáticas. La psicología ha estudiado durante décadas el fenómeno de morderse las uñas, conocido como onicofagia, y lo ha relacionado con varios aspectos de la vida emocional de quienes lo padecen. Así que, si eres de los que no pueden dejar de hacerlo, quizás estés a punto de descubrir algo revelador sobre ti mismo.

A simple vista, morderse las uñas parece un simple tic o una forma de liberar tensión. Y en muchos casos, podría parecer algo insignificante que se hace casi sin pensar. Sin embargo, este comportamiento no es tan simple como aparenta. Los psicólogos han profundizado en su estudio y han encontrado que, para algunas personas, la onicofagia podría ser un reflejo de patrones de conducta más profundos, asociados con situaciones de estrés, ansiedad, aburrimiento o incluso frustración. Aunque no todos los que se muerden las uñas lo hacen por los mismos motivos, hay patrones comunes que revelan ciertos rasgos compartidos en la personalidad de quienes tienen este hábito persistente.

Ahora bien, la respuesta no se reduce a un simple nerviosismo. Según algunas investigaciones psicológicas, la tendencia a morderse las uñas no siempre está ligada exclusivamente a situaciones de estrés. De hecho, en muchos casos, esta conducta puede deberse a algo más complejo y profundo, como la búsqueda inconsciente de una especie de "perfección". Para algunos especialistas, morderse las uñas representa una conducta compulsiva similar a la que se observa en personas perfeccionistas, que tienen una fuerte inclinación a alcanzar ciertos estándares en todo lo que hacen. En estos casos, la frustración o el descontento consigo mismos puede generar una necesidad de canalizar esa tensión a través de gestos repetitivos, como el de morderse las uñas.

La conexión con la ansiedad y el perfeccionismo

La psicología sugiere que, para muchas personas, morderse las uñas es una forma de canalizar ansiedad contenida. Al morderse las uñas, el cerebro está utilizando un mecanismo de descarga o una vía para desviar la tensión. Sin embargo, en muchos casos, la conducta va más allá de la simple respuesta a situaciones de estrés. Los estudios han mostrado que las personas que tienden a morderse las uñas también suelen tener tendencias perfeccionistas, y la acción de morderse las uñas surge cuando sienten que algo no está “perfecto” o bajo su control.

Un estudio publicado en el Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry encontró que las personas perfeccionistas, o aquellas que buscan un rendimiento o resultado óptimo en sus actividades, eran más propensas a desarrollar hábitos como morderse las uñas. Los investigadores argumentaron que esta conducta era un reflejo de una forma de autorregulación emocional que se activa cuando el perfeccionista no logra alcanzar sus expectativas personales. Entonces, el hábito se convierte en un mecanismo que alivia, momentáneamente, la frustración de no cumplir con estos ideales.

Otros factores: aburrimiento y baja tolerancia a la frustración

Además del perfeccionismo, el aburrimiento es otro factor que contribuye a este comportamiento. La psicología sugiere que algunas personas se muerden las uñas simplemente como una forma de llenar espacios vacíos de actividad, o en situaciones donde no encuentran una salida concreta para su energía. Cuando están aburridos o inactivos, recurren a este hábito para mantenerse ocupados de alguna manera, aunque sea de forma inconsciente.

Por otro lado, algunas teorías sugieren que la onicofagia puede estar asociada con una baja tolerancia a la frustración. Las personas que se muerden las uñas pueden tener una tendencia a sentir impaciencia o insatisfacción fácilmente, y morderse las uñas se convierte en una forma de lidiar con esas sensaciones. Este hábito, aunque parece brindar una salida inmediata, en realidad no resuelve el origen del malestar, sino que se convierte en un ciclo que se retroalimenta.

¿Qué hacer para dejar de morderse las uñas?

Dado que morderse las uñas puede ser un reflejo de un problema emocional o psicológico más profundo, los psicólogos recomiendan enfocarse en las causas subyacentes en lugar de tratar solo el síntoma. Existen diversas técnicas que pueden ayudar, desde terapias de mindfulness para gestionar el estrés y la frustración, hasta enfoques de terapia cognitivo-conductual (TCC) que permiten reprogramar el cerebro para dejar de ver el acto de morderse las uñas como una respuesta automática.

Otra opción recomendada es trabajar en la identificación de situaciones que desencadenan el hábito. Llevar un diario para anotar cuándo y en qué circunstancias surge la necesidad de morderse las uñas puede ayudar a aumentar la conciencia sobre el comportamiento y a reconocer patrones que, de otro modo, pasan desapercibidos.

La importancia de entender y gestionar los desencadenantes

Para muchas personas, abandonar el hábito de morderse las uñas pasa por aprender a gestionar sus niveles de perfeccionismo, estrés o frustración, dependiendo de qué los afecta más. Algunos ejercicios prácticos pueden ser efectivos, como mantener las manos ocupadas con una pelota antiestrés, mascar chicle o incluso recurrir a alguna actividad que requiera el uso de las manos, como escribir o dibujar. Estos pequeños cambios pueden ayudar a reducir la frecuencia del hábito al mantener las manos activas y evitar caer en la onicofagia de manera automática