Pacientes
Cuando el dolor de espalda no se debe infravalorar
Cada vez son más las personas que sufren afecciones de espalda. Si se tratan a tiempo puede evitarse la cirugía
A medida que se envejece, los dolores de espalda aumentan. Pero si a partir de los 40 puede deberse a un aumento de peso o al sedentarismo, de los 50 en adelante suele deberse al desgaste diario de la columna vertebral. Estos cambios degenerativos pueden comenzar de forma asintomática con el estrechamiento progresivo del canal medular, el espacio por donde pasan la médula espinal y el tejido neurológico. Pero esa presión puede llegar a desencadenar un dolor lumbar debilitante y causar limitaciones significativas en la movilidad.
«Cuando el dolor se localiza en la parte baja de la espalda se trata de lumbalgia. Si se irradia hacia la pierna, nalga, muslo o incluso pie, entonces es una lumbociatalgia o ciática, lo que indica que alguna raíz nerviosa está comprimida, normalmente por una hernia discal o una estenosis de canal», explica el doctor Ghassan Elgeadi, jefe de Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica de los hospitales Quirónsalud San José y Quirónsalud Valle del Henares.
La estenosis es muy frecuente. «Más del 80% de las personas mayores de 65 años presentan algún grado de estrechamiento, aunque solo una parte de ellas desarrolla síntomas clínicos», precisa el especialista. Y, además, «va en aumento. En los últimos 10 años estimamos que ha habido un incremento del 20-25%».
Principalmente se debe al envejecimiento de la población, pero como indica el doctor, «también influyen el sedentarismo, la obesidad y la falta de actividad física, que debilita la musculatura estabilizadora de la columna».
Y como suele suceder en medicina, cuanto antes se ponga uno en manos del especialista mejor. «Si hay señales de alarma, como pérdida de fuerza progresiva en una pierna, hormigueos persistentes o alteraciones en el control de esfínteres, hay que acudir al médico de inmediato. En ausencia de esos signos, si el dolor es intenso y no mejora en 2 a 4 semanas, o si se mantiene más de tres meses, conviene una valoración médica completa. Cuanto antes se diagnostica, más eficaz es el tratamiento», incide el doctor Elgeadi.
En este sentido, actividades de bajo impacto como pilates, yoga, natación o caminar en piscina son excelentes opciones tanto para el tratamiento como para la prevención. «Entre el 70 y el 80% de los pacientes con lumbalgia o estenosis leve mejoran notablemente con tratamiento conservador bien dirigido. Incluso cuando no se logra una curación completa, la rehabilitación reduce el dolor, mejora la movilidad y retrasa la necesidad de cirugía», destaca el doctor, que explica que caminar ligeramente inclinados hacia adelante puede aliviar los síntomas porque esa postura abre el canal vertebral en pacientes con estenosis. En cambio, correr, no siempre es recomendable. El impacto repetido puede irritar estructuras desgastadas por lo que solo correr si no hay dolor y siempre escuchando al cuerpo».
Pero si con electroterapia, mesoterapia, cinesiterapia, todas ellas técnicas de rehabilitación y tratamientos ortopédicos, se frena el dolor, se puede optar por radiofrecuencia o artrodesis lumbar.
En cuanto a la ozonoterapia, que «consiste en infiltrar una mezcla de oxígeno y ozono en la zona afectada, tiene un efecto antiinflamatorio y ayuda a reducir el volumen de la hernia o la presión sobre la raíz nerviosa. Y es una alternativa mínimamente invasiva para pacientes que no mejoran con el tratamiento convencional y quieren evitar la cirugía», precisa el especialista.
En los casos en los que el profesional sanitario considera necesario operar, «únicamente entre un 5 y un 10% de los casos» según el doctor, la operación más frecuente en «adultos jóvenes es la discectomía. Y en mayores de 60 o 65 años, la más habitual es la descompresión lumbar para aliviar la estenosis de canal, liberando las raíces nerviosas comprimidas».
Y no, el paciente no volverá a tener el canal que tenía a los 20 años, pero «en la mayoría de los casos conseguimos entre un 70 y un 90% de mejora del espacio, lo que es más que suficiente para aliviar el dolor y mejorar la movilidad», destaca Elgeadi.
De hecho, entre el 80 y el 90% de los pacientes experimentan una mejoría significativa del dolor de pierna y de la capacidad para caminar sin limitaciones. Y en muchos casos, el alivio es inmediato, según comenta el doctor.
Y, a las pocas horas de la intervención, el paciente puede irse caminando y sin apenas dolor, tan sólo con una cicatriz de un par de centímetros. Durante la primera semana, irá recuperando su rutina diaria de forma normal pudiendo realizar una práctica deportiva normal tras un mes y medio, aproximadamente, desde la cirugía. Y es que el ejercicio es, según el especialista, «el mejor tratamiento que hay a largo plazo».