J. A. Vera
Edadismo de Estado
A los viejos se les quiere echar del trabajo
«Sufrimos un edadismo de Estado propiciado por la Administración con algoritmos que empiezan a discriminar a las personas a los 55 años. Hoy se jubila a la fuerza a médicos, enfermeras, funcionarios en plenitud de facultades sólo por su fecha de nacimiento. Nadie que quiera y pueda trabajar debería ser privado de hacerlo». Así se expresaba hace días Manel Domínguez, activista contra el edadismo y autor del libro «Sénior: la vida que no cesa», en declaraciones a Lluis Amiguet, denunciando los prejuicios que tiene la sociedad actual contra la gente de edad, cuando está demostrado que muchos presuntos viejos poseen tanta o más fuerza, imaginación y claridad que los más jóvenes.
Ya comenté aquí el caso de nuestro querido Fernando Sánchez Dragó. A sus 86 tenía una voz fuerte y rotunda, discurso rápido y clarividente, hacía cada día caminatas de una hora o más y se encontraba en plenitud de facultades hasta el día de su muerte. Puede ser una excepción, pero lo cierto es que hay más casos como el suyo.
Sostiene Domínguez que cada uno cumple años a su modo y los vive de forma diversa: los 70, 80 y 90 de hoy son mucho más productivos que los del siglo pasado. «Los científicos más avanzados, como los de Altos Lab, insisten en que no tenemos que fijarnos límites: los 100 años están dejando de ser una excepción para convertirse en la media». Ganamos 1,5 años de esperanza de vida por año. Los expertos en longevidad aseguran que esa esperanza se alargará a los 300. No lo veremos.
Sí que hay una pandemia edadista. No encontramos presentadores de televisión con más de 55. A los viejos se les quiere echar del trabajo. Muchos están tan en plena forma y son capaces de rendir como cualquiera.
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