Testimonio
Fisioterapia a medida para curar las cicatrices de la guerra
A sus 18 años, Nizar entrena más de tres horas al día para fortalecer los músculos y frenar el dolor de sus piernas tras un bombardeo en Gaza
A pesar de estar sentado en su silla de ruedas, la figura de Nizar Almensi muestra la fortaleza propia de un chico de 18 años recién cumplidos. Su rostro refleja la inocencia de un joven risueño y simpático cargado de sueños, aunque sus ojos han visto el horror de la guerra y su corazón guarda las profundas heridas de haber perdido a sus hermanos y primos en las calles de Gaza, mientras jugaban al fútbol sin más pretensión que la de divertirse. Él, por suerte, sobrevivió a ese ataque que, sin embargo, le segó las piernas y le abrió la cabeza, haciendo añicos la rutina de su vida. «Todo cambió de repente. El ruido y el miedo se apoderaron de mí y sentí que todo se paraba. Perdí las dos piernas y no podía moverme. Fueron semanas muy duras de dolor y operaciones», recuerda el joven.
Hace poco más de siete meses Nizar llegó a España de la mano de una asociación de ayuda humanitaria. Aunque ya intenta hablar algo nuestro idioma, su «ángel de la guardia» le entiende en árabe. Es David Wael Jarrah Prudencio, fisioterapeuta y maestro en taichí, seis veces campeón de España. Es él quien le ayuda a recuperar la movilidad a través de una fisioterapia muy personalizada y un seguimiento firme y perseverante. «La constancia resulta esencial para que vuelva a ser el de antes. Estoy seguro de que podrá volver a andar, recuperar su movilidad y llevar la vida de cualquier joven de su edad, pero para eso hace falta que entrene tres o cuatro horas al día, como si fuera un deportista de élite. Entrenar, comer y dormir es su trabajo actual», explica Wael.
Cuando llegó a España, el trabajo de Wael con Nizar comenzó tratando los muñones de sus rodillas para desensibilizarlos, ya que la zona estaba delicada y el joven sufría fuertes dolores y parestesia, es decir, sensación de hormigueo, entumecimiento o ardor sin un estímulo externo aparente. «Temíamos que apareciera lo que se conoce como el dolor de miembro fantasma, que es una molestia neurológica que se cronifica y muy difícil de revertir. Gracias al trabajo de fisioterapia eso se logró frenar», relata Wael.
El siguiente paso para recuperar la vida de Nizar fue empezar a practicar con unas prótesis para sus piernas que, aunque muy básicas, le ayudan a entrenar la fortaleza de sus músculos. «No es fácil, porque resulta doloroso para él y muy cansado. Es un trabajo que requiere un gran esfuerzo físico y también mental», reconoce el experto. Pero el sacrificio merece la pena, ya que Nizar tiene ya unas prótesis articuladas con la que está aprendiendo a practicar la marcha. «El objetivo ahora es estar más de media hora de marcha sin caerse. Y poco a poco lo está logrando. Estamos muy contentos», confiesa Wael.
La gran sonrisa que pone Nizar mientras hablamos lo ratifica, aunque no esconde que le cuesta cumplir con los «deberes» que le manda el fisioterapeuta. Sin embargo, la posibilidad de volver a ser capaz de ponerse de pie y caminar por sí solo le da un chute de energía que le empuja a seguir cada día un poquito más. Ahora practica en casa y baja al parque para seguir fortaleciendo sus músculos, con el sueño de volver a correr detrás de un balón más pronto que tarde. «Ahora hemos corregido el patrón de la marcha para que lo haga de una forma más natural, partiendo desde la cadera. Su hándicap es que debe gastar mucha energía cada vez que intenta caminar, por eso resulta fundamental que poco a poco vaya ganando resistencia. Y eso solo se logra con constancia y mucho entrenamiento», explica el fisioterapeuta, quien le transmite el valor del esfuerzo para que siga. «Hacemos un buen tándem porque cuando llega al límite de la extenuación, intento empujarle para que saque fuerzas y avance un poquito más cada día. Ahí está el camino del éxito. Con ese trabajo podrá volver a caminar, a correr y a hacer su vida normal. Con mucho esfuerzo en poco más de un año se podría levantar y caminar, porque la edad juega a su favor. Tiene mucha fortaleza física y también mental. Es un lujo trabajar con él», reconoce Wael. Mientras tanto, Nizar disfruta de su vida en Madrid, aunque anhela con volver a Gaza. «En España la vida va muy rápido», confiesa entre risas.
Taichí frente a las patologías crónicas
Moverse es sinónimo de salud y el taichí es forma fantástica de hacerlo. Además de ayudar a fortalecer el músculo y mejorar la coordinación, también permite mejorar los síntomas de algunas patologías neurodegenerativas como el párkinson. «Ya hay muchos estudios que lo respaldan, porque no deja de ser control motor, es decir, el cerebro planifica los movimientos y son patrones que cuanto más lentos los haces, más impacto positivo tiene en esos pacientes», asegura Wael.