Opinión

Hepatitis C: una historia de éxito colectivo

Hoy, 28 de julio, se celebra el Día Mundial de las Hepatitis Víricas

Hay colectivos en los que la detección y el tratamiento deben reforzarse
Hay colectivos en los que la detección y el tratamiento deben reforzarseDREAMSTIMELA RAZÓN

El abordaje de la hepatitis C en España ha experimentado en los últimos años una transformación profunda que conviene poner en valor. La puesta en marcha del Plan Estratégico Nacional supuso un cambio estructural que permitió pasar de un acceso al tratamiento limitado y desigual a un modelo de acceso universal. Gracias a esta estrategia, hoy cualquier paciente diagnosticado puede recibir tratamiento de manera eficaz y sin restricciones, algo que no todos los países han logrado.

Desde la perspectiva de quienes llevamos décadas tratando esta enfermedad, el cambio ha sido significativo. Durante años, las opciones terapéuticas eran escasas y muchas veces ineficaces. Hoy, contar con tratamientos altamente efectivos ha cambiado por completo la práctica clínica. La Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) ha contribuido activamente al desarrollo de esta estrategia, y su impacto colectivo, que incluye a autoridades sanitarias, profesionales, gestores y pacientes, ha sido especialmente relevante.

El acceso al tratamiento universal ha mejorado de forma clara el pronóstico de la hepatitis C. No solo se ha logrado frenar la progresión de la enfermedad, sino que incluso en casos avanzados se ha observado una mejora clínica relevante. Este avance ha tenido efectos visibles, como la reducción notable de pacientes con hepatitis C en las listas de espera para trasplante hepático. Es un indicador objetivo del impacto del tratamiento en la evolución natural de la enfermedad.

Desde el punto de vista académico y formativo, también se empieza a notar este cambio. La hepatitis C, durante años una de las patologías hepáticas más frecuentes, empieza a ocupar menos espacio en la formación médica. Es posible que en un futuro próximo hablemos de ella más en pasado que en presente.

Al inicio, existía una lógica preocupación por el coste que supondría tratar de forma masiva a los pacientes. Sin embargo, el tiempo ha permitido poner esos cálculos en perspectiva. El tratamiento ha resultado ser una inversión rentable, sobre todo si se compara con el coste que implicaría manejar las complicaciones de la enfermedad avanzada o los trasplantes.

Retos pendientes y líneas de acción

Además, la mejora en la calidad de vida de los pacientes tratados, incluyendo aspectos funcionales y cognitivos, añade valor a la intervención. Desde el punto de vista de la salud pública, la reducción de la prevalencia atenúa el riesgo de transmisión, un paso más hacia el objetivo de eliminación de la enfermedad.

Pese al avance logrado, persisten algunos retos. Hay colectivos en los que la detección y el tratamiento deben reforzarse, como los usuarios de drogas por vía parenteral o quienes presentan prácticas sexuales de riesgo. La integración del diagnóstico de hepatitis en los circuitos de enfermedades de transmisión sexual es una vía útil, así como otras estrategias de microeliminación adaptadas a entornos específicos.

Por otro lado, es importante seguir avanzando en medidas de cribado poblacional que permitan detectar casos aún no diagnosticados. Desde la AEEH, estas cuestiones están contempladas en el marco del Plan Nacional de Salud Hepática, que plantea una aproximación global al conjunto de las enfermedades hepáticas.

En la agenda de salud

Al igual que ocurre con patologías como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades hepáticas merecen una presencia más clara en el debate sanitario y social. Las hepatitis virales, en particular, representan un problema de salud pública con un impacto considerable en términos de morbilidad y mortalidad.

A diferencia de otras enfermedades crónicas, en este caso sí disponemos de herramientas eficaces tanto para prevenir como para tratar. Esta combinación ofrece una oportunidad excepcional que conviene aprovechar mediante el esfuerzo conjunto de todos los actores implicados. Informar, sensibilizar y reducir el estigma son pasos esenciales para seguir avanzando.

Contar con un plan nacional, con tratamientos efectivos y con un compromiso compartido, nos coloca en una buena posición para aspirar a la eliminación de esta enfermedad. Sigamos trabajando en esa dirección, con responsabilidad y con visión de futuro.