
Entrevista
Raúl Córdoba: «La autonomía del paciente es un indicador clave del éxito terapéutico»
«Los tratamientos no solo deben enfocarse en la remisión, sino en permitir a las personas convivir con su enfermedad», asegura el hematólogo del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz

Raúl Córdoba es uno de los referentes en el abordaje de enfermedades hematológicas como la leucemias o los linfomas. En esta entrevista pone en valor la importancia del valor social de los tratamientos oncológicos más allá de su eficacia, y cómo la innovación terapéutica y la personalización de las terapias pueden marcar la diferencia en la autonomía, la vida laboral y las relaciones personales de quienes conviven con este tipo de enfermedades crónicas.
¿Cómo definiría el valor social de un tratamiento oncológico más allá de su eficacia clínica?
El valor social de un tratamiento oncológico trasciende claramente su eficacia clínica. No se trata solo de lograr la remisión de la enfermedad o mejorar parámetros biomédicos, sino de cómo ese tratamiento transforma la vida del paciente en términos prácticos y emocionales. Un tratamiento con un buen perfil de tolerancia y efectividad no solo preserva la salud física, sino que permite al paciente continuar con su actividad laboral, mantener vínculos sociales y familiares, y desarrollar su vida con mayor normalidad. Todo ello impacta de manera directa en su bienestar psicológico y en su entorno.
¿Qué impacto tiene ofrecer fármacos innovadores en la calidad de vida de los pacientes con cáncer y en su entorno?
Los fármacos innovadores han supuesto una auténtica revolución en Oncohematología. No solo logran prolongar la supervivencia, sino que transforman la experiencia de convivir con la enfermedad. Al ser más selectivos y menos invasivos, estos tratamientos reducen notablemente la toxicidad y los efectos secundarios, lo que permite a los pacientes retomar sus rutinas cotidianas con mayor rapidez. Esto tiene un impacto positivo también en sus familias: un paciente menos sintomático y más autónomo puede seguir formando parte activa de su vida familiar, lo que contribuye a mantener el equilibrio emocional del entorno y reduce la carga asistencial en el hogar.
¿Hasta qué punto puede un tratamiento permitir que el paciente mantenga su autonomía personal, social y laboral?
La autonomía es uno de los pilares fundamentales en la atención a los pacientes con cáncer, especialmente en enfermedades crónicas como muchas hematológicas. Un tratamiento bien tolerado permite que el paciente conserve su independencia, tanto en la toma de decisiones como en su vida diaria. Poder mantener su rol laboral y su vida social no solo mejora su calidad de vida, sino que refuerza su autoestima, su bienestar emocional y su estabilidad económica. La autonomía es un indicador clave del éxito terapéutico.
¿Qué papel juega la cronicidad en Hematología al valorar el impacto social de un tratamiento? ¿Se diferencia de otras áreas oncológicas?
Tiene un impacto significativo en la vida del paciente, ya que muchas de las enfermedades hematológicas requieren un seguimiento a largo plazo. A diferencia de otros tipos de cáncer, donde el tratamiento puede ser más puntual, en hematología estamos viendo un aumento en la prevalencia de enfermedades como leucemias o linfomas que, en un gran número de casos, se manejan como enfermedades crónicas. Es el caso, por ejemplo, de la leucemia linfocítica crónica. Esto implica que los tratamientos no solo deben enfocarse en la remisión, sino en permitir a los pacientes convivir con su enfermedad muchos años, manteniendo una buena calidad de vida.
"Los fármacos innovadores han supuesto una auténtica revolución en Oncohematología"
En un contexto de sostenibilidad, ¿cree que se valora suficientemente el retorno social de las terapias que reducen las hospitalizaciones o la carga asistencial?
Ese es un aspecto clave que, sin duda, deberían valorarse más y de forma más positiva en los análisis de coste-beneficio. Las terapias que permiten una vida más autónoma y reducen la frecuencia de ingresos hospitalarios no solo benefician al paciente, sino que también alivian el sistema sanitario, favoreciendo su sostenibilidad. Este tipo de tratamientos pueden generar un ahorro significativo en los recursos del sistema de salud, a la vez que mejoran la calidad de vida de los pacientes y reducen la presión sobre las familias.
¿Por qué es importante la personalización del tratamiento en Hematología?
Es crucial. Estas enfermedades suelen presentar perfiles muy diversos y heterogéneos, pues cada paciente presenta características únicas. Por este motivo, en mi experiencia tratamos personas no enfermedades. El impacto de una leucemia linfocítica crónica en una persona puede ser muy diferente al impacto que tiene en otra. Cada cuerpo es único, con sus características, por lo que es imposible que la enfermedad sea la misma, aunque el diagnóstico sea, a priori, lo sea. Por ello, adaptar el tratamiento a las necesidades específicas de cada paciente puede mejorar enormemente los resultados clínicos y sociales. Al ajustar las terapias a las particularidades genéticas y fisiológicas de cada persona conseguimos mayor eficacia, menos efectos secundarios y, en consecuencia, una mejor calidad de vida. Este enfoque permite que los pacientes se integren mejor en la sociedad, manteniendo sus actividades cotidianas y sus relaciones.
Además de la supervivencia, ¿qué otros resultados deberían tenerse en cuenta al valorar un tratamiento oncológico?
Debemos tener en cuenta la calidad de vida, la autonomía del paciente, su capacidad para mantener una vida laboral activa y su bienestar emocional. La forma en que un tratamiento impacta en la funcionalidad diaria del paciente es esencial, pues no solo se trata de vivir más tiempo, sino de vivir mejor y llevar una vida lo más normal posible. Es por este motivo que la reducción de los efectos secundarios y la mejora en la interacción social y familiar, entre otros, son aspectos clave que también deben evaluarse cuando se valoran los tratamientos oncológicos.
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