Opinión

Retraso en las ayudas de Mónica García por la DANA

el despliegue en los municipios de nueve unidades de salud mental no estará operativa hasta febrero de 2025.

Efectivos de la Guardia Civil continúan este viernes con las labores de rastreo y búsqueda de desaparecidos en la localidad valenciana de Silla, zona afectada por la dana en Valencia.
Efectivos de la Guardia Civil continúan en la zona afectada por la DANAMiguel Ángel PoloAgencia EFE

La ministra García también ha ido a Valencia esta semana para comunicar cómo desde Sanidad se están haciendo esfuerzos ímprobos por ayudar a los afectados por la DANA. El problema, como ella y su equipo reconocieron, es que el despliegue en los municipios de nueve unidades de salud mental no estará operativa hasta febrero de 2025. De manera que la agilidad que el presidente del Gobierno prometió para todo tipo de ayudas de la Administración central, también llega tarde en Sanidad. Y eso si se cumplen los plazos. Hacerlo en febrero, tres meses después de la tragedia, no es como para sacar pecho de inmediatez, algo fundamental sobre todo en los primeros momentos. Mónica García anuncia hasta cuatro niveles de intervención: respuesta inmediata, apoyo a niños y adolescentes, atención personalizada y asistencia para cuadros clínicos severos. Todo bien, pero no se debería hablar de agilidad, teniendo en cuenta que el paquete principal llegará en febrero (no sabemos si a principios o a final) no es como para airearlo demasiado.

Que las unidades vayan a estar operativas durante un año, o incluso 15 meses, como dice la ministra, parece muy razonable, igual que el hecho de que esos equipos sean multidisciplinares, y estén compuestos por un total de 42 profesionales, psicólogos, psicólogos clínicos, enfermeras, trabajadores sociales y cualquier otro personal sanitario y no sanitario que pueda ser necesario en la «zona cero».

La repercusión de una catástrofe en la salud mental es un problema no menor que las autoridades sanitarias deben abordar, pero una mayor coordinación con la Generalitat, para evitar duplicidades y sumar esfuerzos de los equipos, también sería deseable. Lo suyo es evitar la descoordinación que prevalece hasta hoy, sin un mando único que organice el trabajo y decida donde es más necesario reforzar o actuar con mayores efectivos.