Opinión

El riñón necesita que se le escriba

Emilio Sánchez es presidente de la Sociedad Española de Nefrología (SEN)

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Rememorando el título de la célebre novela de García Márquez, podríamos decir que el riñón no tiene o no ha tenido quien le escriba, y, por ello, no ha recibido de la opinión pública la atención que hubiera requerido. La consecuencia es la preocupante escalada de personas que han pasado a necesitar tratamiento renal sustitutivo (diálisis o trasplante) en nuestro país, una cifra que ha aumentado casi un 30% en la última década. De seguir su ritmo actual de crecimiento, la enfermedad renal crónica (ERC), que se estima que afecta a un 15% de la población española, se convertirá en la segunda causa de muerte en pocos años. El riñón necesita de la atención de la población, y de los medios, y también de las autoridades y decisores sanitarios. Y, por ello, en la próxima legislatura necesita que se le escriba más y sobre todo que se le escriba un Plan Nacional de Salud Renal.

Dicho Plan debe estar sostenido en tres pilares fundamentales. El primero pasa por la mejora de la prevención y el diagnóstico precoz. Los avances y logros relacionados con el tratamiento se han traducido en mejores resultados de supervivencia y calidad de vida de los pacientes, pero no han evitado el incremento de la prevalencia ni la detección de la enfermedad ya en sus estadios más graves, cuando ya tiene un alto coste bio-psico-social. Hay que acabar con esa funesta noción de que el deterioro renal es una causa inevitable del envejecimiento, y de que no se puede hacer nada para evitarlo. Muy al contrario, tenemos que generar una verdadera concienciación social en torno a las patologías renales, exponiendo de forma no alarmista, pero sí realista, la importante afección que supone para el desarrollo de una vida normal el padecimiento de una enfermedad renal en sus fases más graves.

El segundo eje estratégico sobre el que debe pivotar el Plan es el de la prevención secundaria. Es decir, si un paciente está en fases precoces de la enfermedad, hagamos todo lo que esté en nuestras manos para evitar que esta progrese y el paciente acabe en diálisis o trasplante. Durante muchos años hemos tenido pocas armas para enfrentar prevenir esa progresión de la ERC, pero afortunadamente estamos viviendo un momento en la Nefrología en el que están apareciendo nuevos fármacos que nos pueden ayudar a enlentecer su desarrollo, más aún si logramos detectarla en fases tempranas.

Y, por último, y como tercer pilar, cuando la prevención no sea posible y hayamos llegado tarde, intentemos que el impacto sobre la calidad de vida sea el menor posible. O dicho de otra forma, intentemos que los pacientes diagnosticados y en tratamiento renal sustitutivo puedan llevar una vida lo más normal posible. En esta dirección es fundamental avanzar en el fomento de los tratamientos domiciliarios de la enfermedad renal, tanto la diálisis peritoneal como la hemodiálisis domiciliaria, para lograr que el porcentaje de aplicación y uso de este tipo de técnicas crezca, y se consolide como una opción con grandes beneficios para el paciente, además de para la sostenibilidad del sistema sanitario. Estos tratamientos domiciliarios tienen importantes ventajas para la calidad de vida y la propia seguridad y salud de las personas con ERC, pues les proporcionan mayor autonomía, mejor conciliación laboral, y le evitan desplazamientos al hospital, además de que son más sostenibles medioambientalmente en consumo de agua, energético y emisión de residuos a la atmósfera.

Sin embargo, el empleo de estas terapias domiciliarias está muy por debajo del uso de las tradicionales, por lo que es preciso promover un gran cambio cultural y de educación en los pacientes, pero también recursos y un cambio de modelo para proporcionar apoyo domiciliario por parte del propio sistema sanitario, lo que se traduciría en un ahorro económico a corto/medio plazo por los mucho mayores costes de la hemodiálisis tradicional. En este contexto, resulta necesario promover de una forma mucho más decidida la diálisis asistida, que obviamente encarece el coste de la básica, pero sigue siendo muy inferior a la hemodiálisis y reduce el riesgo de transferencia a esta.

El empoderamiento del paciente, reforzando su autonomía en el seguimiento de los tratamientos, es el elemento clave para mejorar los resultados en salud, aumentar la satisfacción y optimizar el uso de los recursos sanitarios. Lo es en todas las patologías, pero en las enfermedades renales adquiere especial importancia. Y cuando la autonomía está muy dificultada, como es el caso de las personas mayores, proporcionar apoyo para evitar la salida no deseada del ámbito domiciliario resulta la mejor opción. No conviene además perder de vista las tendencias sociodemográficas: cada vez mayor esperanza de vida, cada vez menos niños por unidad familiar, cada vez más personas mayores que viven y vivirán solas, cada vez más personas mayores en residencias… Y en este contexto, una realidad irrefutable: por cada barrera en ancianos, se reduce la utilización de la diálisis domiciliaria un 26%. Derribar esas barreras resulta fundamental, por tanto, para impulsar el tratamiento domiciliario.

De todo ello hemos hablado en el 53 Congreso SEN, que se ha celebrado en Palma de Mallorca entre el 11 y el 13 de noviembre y esperamos sea una llamada de atención para que, como decía al principio de estas líneas, en esta nueva legislatura se le escriba al riñón un Plan de Salud Renal que aborde estos dos grandes retos mencionados, entre otros. La actual estrategia de recomendaciones del Ministerio a las CC AA data de 2015 y no es suficiente para dar respuesta a los nuevos retos planteados por la preocupante escalada tanto de la incidencia como de la prevalencia de las patologías renales.

Emilio Sánchez es presidente de la Sociedad Española de Nefrología (SEN) y jefe de Servicio de Nefrología del Hospital Universitario de Cabueñes (Gijón, Asturias)