Mucho ruido y pocas nueces. En el sector sanitario son numerosas las voces que dan por hecho que pocas, por no decir ninguna, de las iniciativas que ha anunciado a bombo y platillo durante los últimos meses la ministra Mónica García llegarán a ver la luz. Ignacio Riesgo, médico y consultor con una amplísima e intachable carrera en la gestión sanitaria, asegura que la Ley de Gestión Pública e Integridad del Sistema Nacional de Salud «nunca se va a aprobar». Lo ha hecho en un artículo en LA RAZÓN en el que refrenda por escrito lo que muchos piensan dentro del turbulento horizonte político en el que transita España. «No estamos ante una legislatura para aprobar leyes, sino para hacer publicidad con los anuncios de leyes», sostiene, apuntando que destino idéntico correrá otra norma lanzada a los cuatro vientos por ese ministerio globosondista en que se ha convertido Sanidad, la Ley de Equidad, Universalidad y Cohesión, heredada en gran parte de la etapa de la sensata y equilibrada Carolina Darias.

Las razones de este dudoso horizonte legislativo son variopintas. A las luchas cainitas entre Podemos y Sumar, hay que añadir las divergencias con ambas formaciones que mantiene el PSOE, y que convencer a los nacionalistas catalanes y vascos en asuntos sobre los que tienen delimitadas las líneas rojas resulta bastante complejo, por no decir imposible. Los Presupuestos Generales, la ley del proxenetismo o la ley del suelo dan fe de ello. Las desavenencias dentro del Gobierno ya han podido contemplarse incluso en el plan antitabaco. ¿Por qué no se reseñan taxativamente en el mismo las subidas de impuestos esbozadas en un primer momento por Sanidad? ¿Y la prohibición de fumar en las terrazas? ¿Y qué sucederá con el empaquetado genérico?