Sociedad

¡Se armó el belén!

Es el título de una película navideña. El gran Paco Martínez Soria, cura de barrio, intentaba ganarse a una feligresía esquiva con un nacimiento viviente. El belén es un aldabonazo a la nostalgia, pero también a la ilusión. Y además un arte y un guiño a la fe

BELENES
BELENESJosé Luis Montoro

En unos días, millones de hogares del país disfrutarán con uno de esos momentos centrales de toda liturgia navideña que se precie de serlo. Una cita que se aguarda con la ilusión renovada que supone de facto el arranque de la celebración fundamental para los cristianos. Es una obra familiar, pues suele ser costumbre que padres e hijos participen en el montaje de la representación de la llegada de Jesucristo al mundo en aquel pequeño establo de Belén, acompañado de un reparto interminable de personajes que recuperan su lugar año tras año a través de figuras inconfundibles. En nuestro imaginario personal, familiar y cultural, el belén nos regala estampas sentimentales y emocionantes en un retorno al pasado desde el presente, un bucle feliz que nos emplaza siempre a un encuentro entusiasta con la tradición, el arte y la fe. Hasta aquí, el belén conocido como popular, el que todos tenemos en mente porque fuimos o somos «arquitectos/diseñadores» de esos escenarios bíblicos de aquella Judea de hace más de dos milenios. Casi ocho siglos de historia belenística hablan de un fenómeno extraordinario más allá de su dimensión religiosa que, por supuesto, es consustancial como lo demuestra además que el primer nacimiento del que se tiene constancia fuera obra de San Francisco de Asís en Greccio (Italia). Pero el belenismo es además una manifestación de arte magnífica cuyas obras han servido para secuenciar estilos y modas de decenas de maestros autores de composiciones que vieron pasar los siglos. Hablamos de un conjunto patrimonial que lo es también de la humanidad en un buen número de tallas excepcionales que han elevado a los belenes a la categoría de auténticos tesoros culturales. Afortunadamente, y dada la secular costumbre arraigada en nuestro país, promovida incluso por los reyes, algunas de esas auténticas maravillas del mundo reposan hoy en España. En estos días, podremos disfrutar de esos pesebres históricos que guardaremos en la memoria como un collage de instantes dichosos en familia bajo la bóveda de la Epifanía.