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Coronavirus

El coronavirus llega al Vaticano y pone en alerta a los Papas

El centro médico usado por obispos y cardenales registra el primer positivo. La Iglesia retira el agua bendita y prohíbe dar la paz o recibir la hostia sagrada del sacerdote

Tourists wearing protective face masks visit the St. Peter's Basilica, after the Vatican reports its first case of coronavirus, at the Vatican
Un grupo de turistas con mascarillas visita la basílica de San Pedro ayerREMO CASILLIReuters

El coronavirus finalmente ha llegado. No se conoce la identidad del paciente, pero ayer la Santa Sede informó de que una persona que había acudido al ambulatorio vaticano dio positivo en las pruebas. El centro médico es utilizado por obispos, cardenales y funcionarios vaticanos, aunque no por el Papa. La primera decisión fue clausurar este lugar para desinfectar el ambiente, como anunció el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni. La medida se tomó con carácter urgente, para evitar que se pueda propagar el contagio, pero no será la única disposición.

La nota de Bruni añade que la Dirección de Sanidad e Higiene está trabajando, en colaboración con las autoridades italianas, para “cumplir con los protocolos sanitarios previstos”.

Italia es el tercer país del mundo con mayor número de contagios y los procedimientos que se han tomado están siendo extremos, como el cierre de los colegios de todo el país o la suspensión de las manifestaciones públicas en las que no se pueda garantizar una separación de al menos un metro entre personas. Tras los muros vaticanos esta distancia de seguridad también se está empezando a aplicar entre el personal interno.

Para los turistas, se han colocado dispensadores de gel desinfectante a la entrada de una basílica de San Pedro o en los museos, que en los últimos días acogen muchos menos turistas de lo normal.

Las audiencias públicas semanales de Francisco ya se trasladaron del aula Pablo VI, donde se suelen celebrar en invierno, a la plaza de San Pedro. Pero ahora se podrían adoptar medidas más duras, como obligar a los fieles que acuden a dejar un mayor espacio de separación entre ellos o incluso cancelar este evento. Lo mismo ocurre con el tradicional rezo de Ángelus de cada domingo. De momento no se ha tomado una decisión al respecto, aunque en la Santa Sede valoran alternativas.

No serían, ni mucho menos, las primeras. Ya en la parroquia de Santa Ana, dentro del Vaticano, se han vaciado las pilas bautismales, como en el resto de iglesias italianas. Tampoco se permite darse la mano para recibir la paz o recibir la hostia sagrada del sacerdote. En las regiones del norte del país, las más afectadas por el coronavirus, directamente se han suspendido las misas con público y en su lugar se pueden seguir por internet. Los matrimonios y los funerales no han sido cancelados, pero sí que se han restringido a un número mínimo de familiares.

Todavía no está claro si el Vaticano adoptará todas estas medidas, pero lo más importante es salvaguardar la salud de sus inquilinos. Entre ellos, lógicamente, el Papa, que continúa recuperándose de un resfriado. Esta semana debería haber acudido a unas jornadas de ejercicios espirituales junto al resto de la Curia a las afueras de Roma, pero debido a este contratiempo decidió quedarse en la residencia de Santa Marta, en la que vive, para extremar las precauciones.

Velar por la salud de Francisco y Benedicto XVI

Las dudas sobre la posibilidad de que hubiera contraído el coronavirus saltaron a la opinión pública, aunque esta semana el periódico italiano «Il Messaggero» publicó que se había sometido a las pruebas, con resultado negativo. La noticia no ha sido nunca confirmada por el Vaticano, que ha obviado este tema desde el primer momento, y tras varios escuetos comunicados informó de que “el resfriado diagnosticado al Santo Padre está siguiendo sus cauces, sin síntomas que puedan indicar otras patologías”.

Mientras tanto, el Papa celebra diariamente misa en la capilla de Santa Marta, como acostumbra, y sigue los ejercicios espirituales de la Curia en la distancia. Aunque la mayor preocupación no estaría tanto en Francisco, sino en Benedicto XVI, que también reside en el Vaticano, en el convento Mater Eclessiae. A sus 93 años, su estado de salud es extremadamente delicado, por lo que sus colaboradores lo intentan proteger de cualquier virus o infección.

El propio sustituto de la Secretaría de Estado -uno de los cargos con más peso dentro del Vaticano-, Edgar Peña Parra, se ha puesto al mando de la supervisión de las medidas para impedir la entrada del virus en los muros vaticanos, según publicó Il Sismógrafo, un portal especializado en información vaticana. Ahora que el coronavirus ya ha llegado, será necesario impedir que se propague.