Sociedad
«La vuelta al cole debería hacerse con cada vez menos alumnos a medida que aumenta la edad»
Así lo afirma en una entrevista Margarita del Val Latorre, viróloga, inmunóloga e investigadora científica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Sin duda, la viróloga y e investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Margarita del Val Latorre, es una de las voces más claras en tiempos de pandemia. Lleva más de 30 años investigando virus vinculados al sistema respiratorio, y a comienzos de marzo, cuando la orden de confinamiento aún no se había dado, declaró que estábamos respondiendo más lento que Italia, que había que tomar medidas drásticas. En un mar de opiniones y acusaciones, Margarita del Val aporta hechos contrastados por sus conocimientos.
Y ahora, cuando nos enfrentamos de cara a una segunda oleada y ante la incertidumbre del regreso a clases, es importante escuchar a quien sabe.
-¿Somos conscientes de lo que está ocurriendo?
-Entre las personas, al igual que en los síntomas, hay mucha variedad a la hora de interpretar lo que ocurre. Algunos son demasiado conscientes. Tienen miedo y les resulta muy complejo reaccionar. Pero hay otros que no se dan cuenta de su propio riesgo, que no es un riesgo sanitario, pero sí es uno económico. La incertidumbre nos puede llevar al miedo, claramente. O al abandono y no es extraño escucharlos decir: “es todo tan incierto que no sé si lo que hago sirve para algo”.
-Ante todo esto, ¿cómo se plantea el comienzo de clases? ¿Se debería contemplar diferentes estrategias según se trate de una ciudad pequeña, una capital…?
- Cada autonomía va a aprobar una cosa y los países han probado distintas estrategias para el inicio de las clases. Para los más pequeños es muy importante que comiencen las clases, para su formación y su sociabilización. Es importante que sea presencial todo lo posible. Pero tampoco podemos ser falsamente optimistas y tenemos que tomar todas las precauciones. Hay que tomar las medidas de acuerdo con eso. Hay gente que no quiere llevarlos al colegio porque tiene población de riesgo en su casa y hay quienes tienen que llevarlos porque no hay conciliación. Eso hay que resolverlo. También está claro que deben ser grupos pequeños. Debería ser presencial decreciente: cada vez menos alumnos a medida que aumenta la edad. Ojalá la educación pudiera dar una respuesta de acuerdo a las necesidades de cada uno. Pero no nos hemos preparado y, en pocas palabras, comenzamos a estudiar en septiembre para el examen de septiembre».
–El regreso a clase no solo involucra a los alumnos y docentes, sino también a las familias. En particular en lo vinculado a la conciliación. ¿Qué podemos hacer en este sentido?
–La pandemia durará, por lo menos, un año más. Nos queda la temporada de invierno que será dura. La conciliación laboral pasa por que los trabajos sean semi-presenciales, uno o dos días a la semana en la oficina. Las empresas tienen que facilitar los medios para ello. Ya no se trata solo de contar con internet, todo tiene que cambiar. Los sindicatos tienen que adecuarse a este nuevo modelo y también debería bajar la cotización. Por ejemplo, en Alemania se desgravan estos ingresos porque has tenido que tener una casa más grande o adecuarla para trabajar desde allí con sillas, mesas, comprar dispositivos de trabajo… En Alemania se hace desde hace décadas. Espero que esto no lleve a una vuelta atrás en el empleo femenino. He visto que parejas donde ambos tienen alta formación la que se ha hecho cargo es la mujer. Si hay un retroceso sería un problema. Obviamente quienes tengan menos recursos tendrán más problemas. Las mujeres han publicado menos durante la pandemia y su puesto de trabajo es más vulnerable.
- ¿Y luego? Es decir, nos estamos preparando para esta pandemia, ¿qué pasará en el futuro? Cuando tengamos que convivir con nuevos virus…
-Hay muchísimos agentes infecciosos que desconocemos, pero la mayoría de ellos son los que menos interés clínico tienen. Los que más llaman la atención son los que dan la cara. Hay varios coronavirus y varios de la gripe aviar que no conocemos aquí pero que causan epidemias gravísimas en China y no nos enteramos y están a punto de transmitirse entre personas. Por ahora se resuelven con pocos muertos. Pero en las últimas décadas llevamos varios saltos de animales a humanos. Hay muchos virus con potencial de causar una pandemia y otros de -Nos hemos concentrado en esta pandemia, ¿ha perjudicado eso a la ciencia? ¿La ha beneficiado?
-Nos hemos organizado para seguir avanzando a pesar de las necesidades y el confinamiento. El trabajo de laboratorio se hace por turnos, pero el procesamiento de datos, el análisis, se hace desde casa. El confinamiento tuvo un impacto potente porque no pudimos ir a trabajar y experimentos de larga duración se suspendieron o se han perdido. Ahora se está reanudando, pero con la duda de saber si tendrá a largo plazo. Por otro lado, nos hemos dado cuenta que se puede abarcar la pandemia desde todos los ámbitos del conocimiento: lingüistas, juristas, demógrafos… no es solo conocer el virus. Necesitamos que la economía vaya bien, saber cómo aislar las casas mejor porque en invierno o en verano un confinamiento puede ser muy duro. Todos los campos de la ciencia son útiles y nos hemos dado cuenta que tenemos que trabajar juntos.
-¿Qué más necesitamos para responder adecuadamente?
-Tiene que cambiar la digitalización en España, de la educación, pero también de la administración pública, las municipales, las autónomas, digitalizar la sanidad… Hay muchos datos pero no se puede acceder a gran parte de ellos. Tiene que haber una enseñanza online que esté bien preparada, que contemple el grado de atención de los alumnos. Tiene que comunicarse la ciencia más, no solo el coronavirus. La ciencia tiene que estar mucho más en contacto con la política, con el poder ejecutivo, judicial y legislativo. Pero para que se convoquen científicos como comités de expertos para poder tomar decisiones científicas. Hay más de 80 sociedades científicas en España con unos 40.000 expertos y esto se aprovecha muy poco. La gestión sanitaria hay que mejorarla y hay que darse cuenta que esta pandemia es ahora, pero tenemos otros problemas. Tenemos la resistencia a antibióticos, no es nada exótico, pero algún día nos va a dar un susto ya que no hay nuevos antibióticos y lo que hoy tratamos fácilmente en el futuro puede no ser tan sencillo. El cambio climático, por ejemplo, está haciendo que lleguen al Mediterráneo enfermedades tropicales como el Dengue. Los mosquitos sobreviven al invierno por el clima más templado, hacen su ciclo completo y son capaces de infectar enfermedades. Sin sanidad no hay economía. No es una cuestión de elecciones o un dilema. Es un tema estratégico que tiene que estar en lo más alto de nuestras prioridades. Debe haber sin duda una planificación para futuras epidemias, del mismo modo que el Ejército está preparado para cualquier eventualidad, lo mismo ocurre con la sanidad. Ahora estamos preparados para este virus, pero si pasa con mosquitos,por ejemplo, hay que empezar otra vez».
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