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Sociedad

Las seis certezas del impacto de la Covid en los niños

A medida que reabren las escuelas más aprende la ciencia sobre su papel en los contagios y los riesgos a los que se enfrentan

Imagen de archivo de un aula de educación infantil Cristina BejaranoLa Razón

A una semana del comienzo de clases en muchos sitios de España y a la espera del inicio en otras zonas, la incertidumbre y las noticias contradictorias son la regla. En estos momentos hay que fiarse de la ciencia y no de la experiencia del cuñado de un amigo. A este respecto, los científicos se han centrado, desde el inicio de la pandemia de SARS-CoV-2, en quienes presentan mayores riesgos, y los menores –que en su mayoría no presentan síntomas graves ni consecuencias que amenacen sus vidas– no han sido tan estudiados debido a las prisas. En este escenario, esto es lo que sabe la ciencia sobre menores de edad y la Covid-19.

1) Tienen una mayor carga viral

Un estudio publicado en JAMA Pediatrics y liderado por Lael Yonker evaluó la carga viral en tres grupos: menores de cinco años, de 5 a 17 y de 18 a 65. Los resultados mostraron que la carga viral, el número de virus presentes, puede llegar a ser 10 o más veces mayor en los menores que en los adultos.

2) Contagian menos

Ésta es una de las primeras sorpresas: parecería ser que los niños y niñas no son grandes vectores de contagio pese a su mayor carga viral. Al menos así lo señala otro estudio realizado entre 65.000 personas y publicado en Emerging Infectious Diseases. Según el análisis, a partir de los 10 años comienzan a contagiar el virus en una proporción similar a la de los adultos, pero antes la probabilidad es mucho menor: hasta un 50% menos.

3) ¿Por qué contagian menos si tienen más virus?

Pregunta lógica. Lo que sabemos hasta ahora inclina a los científicos hacia dos posibilidades. Una es que el receptor ACE2, la puerta de entrada que utiliza el virus Sars-CoV-2 para invadir las células de los pulmones, está regulado por el desarrollo. Esto significa que cuando somos pequeños tenemos concentraciones muy bajas de esta proteína. Puede haber muchos virus, pero no saben cómo entrar en nuestros pulmones.

La otra posibilidad tiene que ver con la respuesta del sistema inmunológico. Al no estar muy desarrollado, no se produce una reacción conocida como tormenta de citoquinas o citocinas. Estas proteínas son fundamentales a la hora de regular los niveles de inflamación en el cuerpo humano. Si bien la inflamación es una parte normal y saludable de las respuestas inmunitarias, cuando se produce demasiada puede provocar problemas graves y mortales. Otra opción, por ahora teórica que barajan algunos expertos, es que debido a que la mayoría de los menores son asintomáticos, no tosen, lo que reduce la posibilidad de transmitir el virus a otras personas. A eso se suma que su estatura hace que el virus llegue mucho más rápido al suelo y se dificulte su propagación.

4) Pero, ¿tienen riesgos?

En total, de todos los infectados hasta la fecha, el porcentaje de menores afectados seriamente por la Covid-19 es muy bajo. El Hospital Pediátrico de Filadelfia habla de menos de un 2%. Aún así hay quienes resultan más vulnerables y tienen consecuencias. Seguimos hablando de un porcentaje bajísimo, menos del 1% de los menores que presenta síntomas, según la Clínica Mayo. Aunque algunos de ellos pueden padecer síndrome multisistemico inflamatorio pediátrico, una enfermedad que produce la inflamación de diferentes órganos y que, pese a ser inusual, sí es de gravedad.

5) Población de riesgo

Pese a la reducida cantidad de menores que tienen consecuencias graves tras infectarse con el virus SARS-CoV-2, hay población de riesgo en los menores de 18 años. Y es la misma población que en adultos: personas con obesidad, diabetes, asma, enfermedades cardíacas o trastornos neurológicos. Con ellos hay que tener especial cuidado y una vigilancia más cercana: registrar la temperatura, identificar síntomas como tos, fatiga o dolores musculares y mantener las medidas de prevención.

6) Otras consecuencias

La pandemia nos ha afectado física pero también mentalmente. El desafío de estar confinados y sin contacto con sus compañeros y amigos ha sido una de las peores consecuencias a las que se han enfrentado los menores de edad durante meses. Y eso puede producir efectos en su desarrollo y en su conducta. Por eso es tan importante que recuperen cierta normalidad y mantener las medidas para que las clases puedan continuar.

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